¡®Teor¨ªa del arte y cultura digital¡¯, un Frankenstein deprimido
Juan Mart¨ªn de Prada analiza las paradojas de la creaci¨®n visual mediante t¨¦cnicas digitales
En estos tiempos de tecnolog¨ªas inteligentes, cuando el interior de las ciudades se convierte de la noche a la ma?ana en un plat¨® de cine dist¨®pico y hasta los cohetes espaciales tienen sus cuatro minutos de gloria, la fe en el futuro del arte resulta algo conmovedor. La ¨²ltima e inaplazable gratificaci¨®n llega de la mano del artista alem¨¢n Boris Eldagsen, quien ha provocado una controversia al rechazar el prestigioso pr...
En estos tiempos de tecnolog¨ªas inteligentes, cuando el interior de las ciudades se convierte de la noche a la ma?ana en un plat¨® de cine dist¨®pico y hasta los cohetes espaciales tienen sus cuatro minutos de gloria, la fe en el futuro del arte resulta algo conmovedor. La ¨²ltima e inaplazable gratificaci¨®n llega de la mano del artista alem¨¢n Boris Eldagsen, quien ha provocado una controversia al rechazar el prestigioso premio Sony World Photography ganado con una imagen generada con inteligencia artificial (IA). Ninguno de los expertos se dio cuenta, fue el propio autor quien se autodenunci¨® para, seg¨²n afirm¨®, abrir un debate sobre estas cocreaciones promptogr¨¢ficas (surgidas a partir del texto que describe la imagen), y ¡°que no fueran canceladas, pues simplemente hab¨ªa que diferenciarlas de las aut¨¦nticas¡±.
El electricista, como se titula su retrato en blanco y negro, muestra a dos mujeres, una detr¨¢s de la otra, con sus manos sobre los hombros, y hay otras dos extremidades que asoman del lado derecho para acomodar el vestido de la m¨¢s joven, un detalle en principio insignificante, pero quiz¨¢s sea ¨¦ste el ¡°fallo¡± que la delata. Instintivamente, nos asalta a la mente la ya cl¨¢sica fotograf¨ªa de Dorothea Lange, Madre migrante, que capt¨® en Nipomo, California, durante la Gran Depresi¨®n. La protagonista tiene nombre, Florence Owens Thompson, y aparece sentada con sus hijos delante de su tienda de campa?a. Lange tom¨® la fotograf¨ªa con una Graflex y una pel¨ªcula de 10 ¡Á 13 cm. La modelo est¨¢ de acuerdo, as¨ª que decide posar con sus dos ni?os apoyados, cada uno en un hombro, de forma que no se les ve la cara, un tercero parece descansar en su regazo. El punctum de la fotograf¨ªa est¨¢ en la expresi¨®n de la madre, reforzada por la mano derecha, con la que se toca la cara. Tiene muchas referencias intertextuales, la m¨¢s evidente, la de las madonas con ni?o de la pintura religiosa.
¡°En lugar de una hermen¨¦utica, necesitamos una er¨®tica del arte¡±, escribi¨® Susan Sontag en Contra la interpretaci¨®n (1966). Y en su ensayo posterior, Sobre la fotograf¨ªa (1977), declara: ¡°Queremos que las fotograf¨ªas nos digan la verdad, y las valoramos porque son constancia, a diferencia de una pintura. Pero al mismo tiempo queremos que mientan, posamos para que se nos vea mejor de lo que nos vemos normalmente¡±.
Tras m¨¢s de dos d¨¦cadas de inflaci¨®n de contraim¨¢genes generadas por ordenador, llega, por fin, el gran debate. Porque si el arte se caracterizaba por ese extra?amiento po¨¦tico que Walter Benjamin llam¨® ¡°iluminaci¨®n profana¡±, por la que los objetos m¨¢s ordinarios se convierten en raros, ins¨®litos, irracionales, ?que podr¨ªa diferenciarlas de una imagen cocreada por redes neuronales generativas, entrenadas sobre colecciones de miles de obras de arte?
El arte digital ya tiene su historia, o habr¨ªa que decir prehistoria. Se publican decenas de ensayos en torno a las tecnolog¨ªas digitales y c¨®mo ¨¦stas se infiltran en nuestra vida cotidiana. La inteligencia artificial ¡ªen realidad, un intenso c¨¢lculo algor¨ªtmico¡ª podr¨ªa hacernos creer que la inteligencia humana es in¨²til, un Victor Frankenstein deprimido, que aceleradamente nos ha arrojado a un horizonte de singularidad tecnol¨®gica donde los data toman las riendas del mundo dej¨¢ndonos fuera de la partida. ?Hemos creado el metaverso para volver a la caverna o podremos despertar del sue?o tecnol¨®gico, regresar a la ¡°er¨®tica del arte¡± a la que alud¨ªa Sontag (en realidad, el mejor metaverso)? ?Seremos capaces de emprender un an¨¢lisis cr¨ªtico, incluso po¨¦tico, de todo ese manierismo digital que nos lleve a explorar alternativas de valor y activismo en el arte?
Juan Mart¨ªn Prada, tenaz profesor en el campo de las teor¨ªas est¨¦ticas contempor¨¢neas, ha escrito un libro fundamental sobre las muchas cuestiones que rodean a la cultura digital ¡ªdesde conceptos b¨¢sicos como ¡°¨ªdolo¡± a ¡°ciudadan¨ªa algor¨ªtmica¡±, ¡°self-obliteration¡± (autoerradicaci¨®n), tokenizable, folksonom¨ªa (palabras clave identificatorias), posprivacidad y egolog¨ªa¡ª. Su trabajo es una herramienta de precisi¨®n acad¨¦mica, por sus referencias a cl¨¢sicos y contempor¨¢neos en teor¨ªa de la imagen.
El libro provee de las m¨²ltiples paradojas surgidas a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas sobre la creaci¨®n visual, y ah¨ª est¨¢n los comentarios de la core¨®grafa Trisha Brown con relaci¨®n a las intervenciones de Matta-Clark, ¡°no puedo recordar la diferencia entre las piezas que vi y aquellas de las que he o¨ªdo hablar¡ No vi la casa partida por la mitad¡±: o las performances de Chris Burden que no conocieron propiamente espectadores. O cuando relaciona los Art NFT (archivos digitales ¨²nicos) con las obras de Yves Klein Zone de sensibilit¨¦ picturale immat¨¦rielle (1959), que no eran m¨¢s que rituales de transferencia de algo inmaterial por los que el coleccionista que la adquiriese deb¨ªa abonar su precio en oro y, una vez efectuada la venta, el artista entregaba al comprador un recibo firmado, aunque para poseer de verdad el valor inmaterial de la obra, el comprador deb¨ªa destruir el recibo en una especie de ritual en el Sena y a la vez Klein se deshar¨ªa de la mitad del oro recibido, arroj¨¢ndolo a las aguas.
El aspecto m¨¢s importante del libro son las estrategias libertarias colectivas que propone su autor frente al calentamiento global, el control y financiarizaci¨®n de nuestras vidas, que dejan todav¨ªa ese margen a la esperanza, aunque ya no podamos seguir apoyando la afirmaci¨®n de Umberto Eco, en el no menos orwelliano 1984, de que no hay ni habr¨¢ algoritmo para la met¨¢fora.
Teor¨ªa del arte y cultura digital
Akal, 2023
240 p¨¢ginas. 21 euros
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