Un viaje al infierno con billete de vuelta
?Lugar de castigo, espacio de conocimiento o un sitio sin internet? De Orfeo a Barbie pasando por Dante, el viaje al inframundo mantiene todo su inter¨¦s en ensayos, novelas y pel¨ªculas
Que la visi¨®n del infierno resulta irremediablemente atractiva, por el terror y el morbo que provoca, supone una intuici¨®n que qued¨® cient¨ªficamente probada hace unos meses, cuando un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez concluy¨® que es esa la tabla del tr¨ªptico de El jard¨ªn de las delicias (1490-1500) que m¨¢s miradas acapara entre los visitantes que se apostan ante la archiconoc...
Que la visi¨®n del infierno resulta irremediablemente atractiva, por el terror y el morbo que provoca, supone una intuici¨®n que qued¨® cient¨ªficamente probada hace unos meses, cuando un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez concluy¨® que es esa la tabla del tr¨ªptico de El jard¨ªn de las delicias (1490-1500) que m¨¢s miradas acapara entre los visitantes que se apostan ante la archiconocida pintura del Museo del Prado. Frente a las representaciones que la f¨¦rtil imaginaci¨®n de El Bosco plasm¨® de la tierra y el para¨ªso, es la escena dedicada a los tormentos perpetuos, con sus m¨¢s de 300 figuras achicharradas y empaladas, criaturas monstruosas y humanos alucinados, la que mayor atenci¨®n y tiempo recibe de los ojos que sobre ella se posan. No en vano, en ella se vislumbra un posible desenlace tras la muerte, la m¨¢s irresoluble de las cuestiones.
Antes que el pintor, fue Dante Alighieri en su Divina Comedia (ca. 1304-1321) quien se hizo cargo de recrear el destino aciago que aguarda a aquellos que incurran en el mal materializado en forma del pecado, desde el punto de vista de la escatolog¨ªa cristiana. Si bien el infierno jam¨¢s termina, podr¨ªa decirse que el principio de su representaci¨®n tal y como la concebimos ahora se sit¨²a en la obra del florentino. Lo que le precedi¨®, el imaginario del que bebi¨® su poema, fue un mito ancestral que el escritor tom¨® prestado de la Eneida de Virgilio (autor latino que le acompa?a en su espiral hacia el abismo), un viaje que antes transit¨® por las po¨¦ticas griegas y se remonta, al menos, hasta la Epopeya de Gilgamesh: la cat¨¢basis o descensus ad inferos, un descenso sombr¨ªo y peligroso al inframundo ¡ªgeneralmente, con billete de vuelta¡ª cuya compleci¨®n produce una transformaci¨®n radical del h¨¦roe que consigue llevarlo a cabo.
Este tema inagotable, y por ello inabarcable, que puede detectarse en culturas m¨¢s all¨¢ de Occidente (y de Gilgamesh), compone el objeto de investigaci¨®n del reciente libro del profesor de la Universidad Complutense de Madrid Miguel Herrero de J¨¢uregui. Con una perspectiva divulgativa, Cat¨¢basis: el viaje infernal en la Antig¨¹edad (Alianza), examina el devenir po¨¦tico de esta leyenda desde la antigua Grecia hasta la literatura cristiana, con parada en autores como Homero, Plat¨®n y Virgilio. ¡°Nunca hubo un viaje al Hades originario, sino una constante transmisi¨®n y reinvenci¨®n de este relato¡±, advierte el autor en el primer cap¨ªtulo. Su rastro se pierde en la noche de los tiempos, sobre cuyos hombros ha continuado cabalgando. ¡°Creo que se trata de un tema de inter¨¦s general, del que, sin embargo, no se ha escrito demasiado¡±, abunda el autor en conversaci¨®n telem¨¢tica, donde analiza una cualidad de este mito que referencia someramente en el volumen: la pervivencia de su esencia en todo tipo de obras de arte.
La secci¨®n dedicada al infierno en La divina comedia probablemente componga uno de los ejemplos m¨¢s excelsos ¡ªdespu¨¦s de los cl¨¢sicos¡ª de descensus ad inferos. En su caso, atravesado por la filosof¨ªa cristiana, que transform¨® la bajada al subsuelo en s¨ªmbolo de la victoria de Jes¨²s sobre la muerte y reconfigur¨® aquel espacio como una bacanal interminable de sufrimiento. ¡°Las categor¨ªas de cielo, purgatorio e infierno son espec¨ªficamente cristianas¡±, aclara Herrero de J¨¢uregui. ¡°El Hades de los griegos no es nuestro infierno. No es un lugar de castigo, sino un mundo subterr¨¢neo donde habitan los muertos¡±. Cuando Heracles, Orfeo, Teseo y Pir¨ªtoo ingresan en las profundidades, no se topan con el fuego y el hielo dantescos, sino con Cerbero, Eur¨ªdice y Pers¨¦fone. Aunque nunca llega a entrar expl¨ªcitamente, en la llamada Nekyia del canto XI de la Odisea Ulises conjura a los muertos a las puertas del Hades y consigue hablar con ellos. ¡°Se trata de un episodio que puede entenderse como una evocaci¨®n de las almas en la entrada del inframundo a trav¨¦s de un ritual¡±, ilustra Jorge Juan Linares S¨¢nchez, profesor de la Universidad de Murcia que en su tesis doctoral estudi¨® el tema del viaje al mundo de los muertos en la Odisea y su tradici¨®n en la literatura occidental, dando repaso a decenas de novelas, obras teatrales y poemas.
Tras los pasos de Dante, ¨¦l mismo de la mano de los grandes poetas que le precedieron, una innumerable cantidad de artistas ha recreado libremente las im¨¢genes de la cat¨¢basis: desde Marcel Proust con el drama de En busca del tiempo perdido (donde el escritor transforma una fiesta de viejos amigos en met¨¢fora de la evocaci¨®n a los muertos) a Woody Allen en su comedia Desmontando a Harry (en la que los c¨ªrculos del infierno coinciden con las paradas de un ascensor); de cl¨¢sicos universales como el Quijote de Miguel de Cervantes (en la segunda parte de la novela, cuando desciende a la cueva de Montesinos) a filmes intimistas como Ponette, de Jacques Doillon (sobre el duelo de una ni?a que se encuentra con el fantasma de su madre). ?C¨®mo ha conseguido surcar los milenios el mito y seguir vigente? Linares S¨¢nchez propone dos explicaciones razonables. La primera, la m¨¢s evidente: ¡°Que cualquier sociedad siente inter¨¦s por saber qu¨¦ hay detr¨¢s de la muerte, y estas historias intentan rellenar ese hueco¡±. El segundo motivo, agrega el profesor, lo proporcionar¨ªa el hecho de que ¡°estos episodios tienen la potencialidad de que cuando se baja al mundo de los muertos se rompe una barrera, dado que se puede encontrar a difuntos de cualquier tiempo y cualquier lugar, y eso abre muchas posibilidades al relato¡±.
Pel¨ªculas de animaci¨®n recientes como Coco (2017) y Soul (2020) ¡ªdos propuestas de Pixar que respectivamente sondean el M¨¢s All¨¢ seg¨²n la tradici¨®n mexicana y en la piel de un m¨²sico de jazz¡ª han contribuido a renovar el inter¨¦s por uno de los viajes m¨¢s populares de todos los tiempos. Sintonizada con la sensibilidad del momento, la reci¨¦n estrenada Barbie replica la narrativa del trayecto a otra dimensi¨®n colocando el mundo real en el puesto del inframundo. Tras ver trastocadas su felicidad y longevidad inagotables, la protagonista emprende un trayecto que la lleva desde su hogar de ensue?o, Barbie Land, hasta Los ?ngeles, un enclave igualmente pl¨¢stico donde sin embargo la vida es finita y las reglas que delimitaban su cosmovisi¨®n se subvierten. ¡°Barbie Land es una idea que para m¨ª estaba muy conectada con el viaje espiritual cl¨¢sico que est¨¢ presente en muchos textos religiosos, la idea del para¨ªso perdido¡ Est¨¢s en un lugar donde no existen la muerte, el envejecimiento, el dolor o la verg¨¹enza. Y de pronto todo eso desaparece¡±, afirm¨® en una entrevista con la revista de EL PA?S SModa la directora Greta Gerwig, en cuya pel¨ªcula resuenan tambi¨¦n ecos del mito de Pigmali¨®n. Si en la Odisea Ulises convoca la sombra del profeta Tiresias para intentar hallar el modo de regresar a ?taca, en Barbie la mu?eca rueda con sus patines fluorescentes hacia el lugar donde dar con la respuesta a su in¨¦dita decadencia. En un gui?o a la visi¨®n cristiana del infierno como castigo, aqu¨ª la condena es el patriarcado.
Esa asimilaci¨®n del infierno con la vida real tiene toda la l¨®gica dentro del contexto de una sociedad cada vez m¨¢s alejada de las antiguas narrativas con las que las personas aplacaban las incertidumbres de la existencia, en la que muchos aceptan que seguramente no haya nada m¨¢s despu¨¦s de la muerte. ¡°Es dif¨ªcil pensar qu¨¦ ser¨ªa un infierno en la actualidad, dado el tremendo grado de secularizaci¨®n y de p¨¦rdida de la noci¨®n del pecado¡±, apunta el fil¨®sofo Jos¨¦ Luis Pardo. ¡°Digamos que hoy ¡ªbromea¡ª el infierno ser¨ªa algo as¨ª como no tener internet¡±. De ah¨ª que, por ejemplo, los ascensores que transportan al submundo de los sue?os al personaje principal de la pel¨ªcula de Christopher Nolan Origen conduzcan hasta lo m¨¢s hondo de su propia mente, a la estancia que contiene sus recuerdos m¨¢s dolorosos. La cat¨¢basis pone al h¨¦roe frente a sus demonios internos. ¡°En el mundo contempor¨¢neo¡±, remata Pardo, ¡°el verdadero infierno es la experiencia de ciertas situaciones completamente terrenales y mundanas¡±.
Como mito en constante movimiento, la cat¨¢basis se resiste a las descripciones estrictas ahora y tambi¨¦n en ¨¦poca cl¨¢sica. Ulises no llega a introducirse en el Hades, mientras que Eneas s¨ª se interna en sus regiones, pero ambos episodios encajan en el marco de la atm¨®sfera del mito. Caracter¨ªsticas comunes del Allende en la po¨¦tica grecorromana, representado como un lugar subterr¨¢neo y sin luz, al que se accede a trav¨¦s de una frontera acuosa y en el que mora una deidad poderosa junto a centinelas que custodian a los difuntos son alteradas ¡ªu obviadas¡ª por otros artistas posteriores de las m¨¢s diversas maneras. La an¨¢basis, el retorno ascendente y transformador, suele componer una parte fundamental del trayecto, realizado com¨²nmente en compa?¨ªa de un gu¨ªa. La noci¨®n misma del viaje, casi siempre trufado de personajes, obst¨¢culos y riesgos, ofrece probablemente la clave definitoria.
M¨¢s all¨¢ de los elementos concretos, el profesor de la Universidad de Extremadura Francisco Javier Tovar propone un acercamiento al descensus ad inferos literario articulado en tres grandes tem¨¢ticas: una en la que se ingresa en una cueva o una zona oscura y peligrosa; otra en la que el inframundo se asimila a la miner¨ªa como s¨ªmbolo de riqueza y b¨²squeda de conocimiento ¡ªcomo ocurre en el Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne¡ª y una tercera entroncada en la tradici¨®n ¨®rfica, donde se emprende un viaje en busca de los muertos ¡°para saber qu¨¦ sucede cuando acaba la vida e incluso anticipar el futuro¡±. En ese sentido, el relato de c¨®mo Orfeo se introdujo en el Hades para recuperar a su amada Eur¨ªdice ofrece una fecunda fuente de inspiraci¨®n a la ¨®pera moderna, desde la temprana Eur¨ªdice de Jacopo Peri, de 1600, al Orfeo de Monteverdi, de 1607. Sin embargo, el mito de Orfeo no protagoniza ninguna de las antiguas tragedias griegas conservadas: como puntualiza Herrero de J¨¢uregui en su libro, si bien la muerte desempe?a un papel ¡°fundamental¡± en la tragedia, las referencias al Hades en las obras conservadas no dejan de ser menciones de pasada, ¡°de unos pocos versos¡±.
Al igual que en la antig¨¹edad, donde ¡ªescribe Herrero de J¨¢uregui¡ª se puede detectar ¡°en la ¨¦pica, en la l¨ªrica coral, la comedia o la tragedia, incluso la filosof¨ªa o la s¨¢tira¡±, el mito de la cat¨¢basis atraviesa pr¨¢cticamente todos los g¨¦neros en ¨¦pocas posteriores. El cine de anime, como indica Linares S¨¢nchez, ha demostrado una especial querencia por este tema. Autor de literatura fant¨¢stica y ensayo hist¨®rico, el madrile?o Javier Negrete ha firmado varias novelas inspiradas en la mitolog¨ªa. En Odisea (Espasa, 2019), reescribi¨® el retorno a casa de Ulises con la intenci¨®n de aportar ¡°un granito de arena¡± a la constante revisi¨®n de la po¨¦tica cl¨¢sica. ¡°En el original, Odiseo es un h¨¦roe reactivo, no va a los lugares que visita con un objetivo claro¡±, se?ala el escritor. ¡°Considerando los gustos de los lectores modernos, yo buscaba un h¨¦roe m¨¢s proactivo, alguien que se forja su propio destino y tiene un plan oculto, de modo que todo el camino que hace est¨¢ destinado a conseguir un objetivo final¡±. En su visita al Hades, el personaje de Negrete se cuela en su interior y juega con la concepci¨®n tradicional de los dioses, present¨¢ndolos como los maestros de marionetas de los humanos. ¡°Es una lectura pol¨¦mica de la Odisea¡±, concede, ¡°lo que me parec¨ªa un desaf¨ªo interesante para mi novela¡±.
Entre la marea de obras que se sumergen en el reino de las profundidades ¡ªcon mayor o menor cercan¨ªa con los cl¨¢sicos; tamizadas o no por la visi¨®n del infierno cristiana¡ª, Herrero de J¨¢uregui subraya una l¨ªnea de continuidad entre Homero y Virgilio y la mentalidad actual trazada por los cl¨¢sicos modernos El coraz¨®n de las tinieblas, la novela corta de Joseph Conrad de 1899 sobre la colonizaci¨®n de ?frica en el siglo XIX, y su libre versi¨®n cinematogr¨¢fica de 1979 trasladada a la Guerra de Vietnam, el Apocalypse Now de Francis Ford Coppola. ¡°No hablan de un infierno o Hades en el sentido estricto, pero representan ese viaje a un mundo totalmente desconocido y lleno de peligros del que vuelves totalmente cambiado, el lugar donde te encuentras con la muerte¡±, resume. ¡°Y eso es algo que ya est¨¢ en Gilgamesh y est¨¢ en la Odisea¡±. Como asevera el autor, las historias sobre el inframundo no impon¨ªan un dogma en el que creer para los antiguos, sino que proporcionaban ¡°instrumentos narrativos para dar forma a imaginaciones individuales y preocupaciones ideol¨®gicas¡±. En nuestra sociedad descre¨ªda, se ha esfumado la cualidad m¨¢gica que un d¨ªa poseyeron las obras de arte. Pero, sin duda, algo queda de la chispa que encendieron aquellos relatos. ¡°Por mucho que no podamos retornar a la recuperaci¨®n del mito como relaci¨®n social¡±, condensa Jos¨¦ Luis Pardo, ¡°hay cosas que siempre funcionan¡±.
Cat¨¢basis: El viaje infernal en la Antig¨¹edad
Alianza Editorial, 2023
504 p¨¢ginas. 17,50 euros
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