¡®El coraz¨®n del da?o¡¯, Mar¨ªa Negroni y las madres letales
Dirigida por Alejandro Tantanian, la interpretaci¨®n de Maril¨² Marini, extravertida, histri¨®nica, apoyada en una cadena de acciones f¨ªsicas funcionales, tiene brillo, forma y distancia, pero esquiva toda emoci¨®n
¡°Los fantasmas, no se sabe, pero que las madres existen¡ ?Existen, Guille, existen!¡±, le dice Mafalda al benjam¨ªn de la familia, en una vi?eta que me viene a la memoria a la salida del estreno de la versi¨®n teatral de El coraz¨®n del da?o. Este ¡°libro de duelo¡± escrito por Mar¨ªa Negroni tras la muerte de su progenitora, publicado por Penguin Random House, es una miscel¨¢nea autobiogr¨¢fica en la que la autora argentina de ascendencia italoespa?ola retrata con pincelada impresionista episodios de su ni?ez, presidida por una madre atristada, exigente y asm¨¢tica; de su militancia en una organizaci¨®n universitaria que apoyaba a los Montoneros, de sus a?os de residencia en los EE UU y de su retorno preventivo. Su relato, fragmentario y entrecortado de por s¨ª, desemboca en cada p¨¢gina en una sucesi¨®n de citas literarias propias y ajenas: la suma de estas ¨²ltimas configura el cat¨¢logo de autores predilectos de Negroni.
Mientras habla de los estragos que le ha causado la relaci¨®n con su madre (¡±Con la altiva perseverancia de un m¨¢rtir, [mam¨¢] exig¨ªa de mi ?que fuera ella!), la protagonista hilvana una madeja de reflexiones sobre lo que el acto de escribir significa. En su b¨²squeda literaria, Negroni distorsiona el vocabulario, trastoca las reglas sint¨¢cticas y juega con el lenguaje como un ni?o que estuviera aprendi¨¦ndolo. Ella misma se ha encargado de adaptar su texto, de reducirlo a una hora en la que se pasa de puntillas sobre las consecuencias que tuvo su militancia pol¨ªtica, sobre los a?os que anduvo en Nueva York y sobre su propia maternidad.
Interpretada por Maril¨² Marini, la funci¨®n transcurre al otro lado de un marco que ocupa casi toda la anchura de la boca del escenario, cuyo fondo es un ciclorama iluminado con luz de colores vivos e intensos. Es un formato id¨¦ntico al de un v¨ªdeo visto en un tel¨¦fono m¨®vil. Aunque es la hija quien habla, a menudo da la sensaci¨®n de que quien est¨¢ en escena es la madre aludida, por sus maneras y porque m¨¢s adelante se pintar¨¢ los labios con un l¨¢piz rojo, tal y como la narradora indica que suele hacer su mam¨¢. Esta superposici¨®n de personajes y de planos se ve acentuada por la direcci¨®n de Alejandro Tantanian, que crea un paralelismo entre la progenitora y la protagonista de D¨ªas felices, de Beckett, uno de los autores citados en la novela.
La actuaci¨®n de Marini, extravertida, histri¨®nica, apoyada en una cadena de acciones f¨ªsicas funcionales, tiene brillo, forma y distancia, pero esquiva toda emoci¨®n. Las citas de otros escritores se suceden en off o mediante cambios de plano. Quien no conozca la novela original ni el Impromptu de Ohio, de Beckett, no se percatar¨¢ de que los timbrazos que se escuchan en escena provienen de la mesa del Tribunal donde se juzga a los insurrectos ni de que los golpes que el personaje propina sobre la mesa con la palma de su mano son los que da el Oyente beckettiano para que el Lector reinicie su tarea.
¡®El coraz¨®n del da?o¡¯. Texto: Mar¨ªa Negroni. Direcci¨®n: Alejandro Tantanian. Madrid. Teatro Espa?ol, hasta el 28 de octubre.
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