El libro del d¨ªa: Arthur Koestler, cronista apasionado de las fes y tragedias del siglo XX
En el 40? aniversario de su muerte, el escritor h¨²ngaro, un buscavidas testigo de los grandes acontecimientos, ha pasado de ser fuente viva de ideas a convertirse en un objeto hist¨®rico
Palestina, dijo en una ocasi¨®n un estadista brit¨¢nico, tiene el tama?o de un condado y los problemas de un continente. Cuando han pasado menos de 48 horas desde nuestra llegada, hemos probado muchos de estos problemas¡±. As¨ª lo anot¨® Arthur Koestler en sus cuadernos. Tel Aviv, 6 de julio de 1948.
Hac¨ªa m¨¢s de 20 a?os ya hab¨ªa estado all¨ª. Aquel lugar y el mundo se hab¨ªan transformado durante las dos d¨¦cadas que hab¨ªan transcurrido desde entonces. Aparentemente, ¨¦l tambi¨¦n. Si en su d¨ªa lleg¨® como un sionista centroeuropeo, luego regres¨® para escribir un reportaje (en buena medida fallido) sobre la historia de Israel y la fundaci¨®n del Estado: Promise and Fulfilment (1949). Entre uno y otro momento, hab¨ªa vivido varias vidas. Intelectual org¨¢nico al servicio de la causa sovi¨¦tica (as¨ª lleg¨® a la Espa?a en guerra, como cont¨® Jorge Freire en un precioso ensayo). Luego referente de la deslegitimaci¨®n del estalinismo en los proleg¨®menos de la Guerra Fr¨ªa. Hab¨ªa pasado por varias c¨¢rceles, hab¨ªa sido refugiado y, en teor¨ªa, se hab¨ªa intentado suicidar en m¨¢s de una ocasi¨®n. Y, adem¨¢s, tras la publicaci¨®n de El cero y el infinito, aquel escritor nacido en 1905 en Budapest se convirti¨® en uno de los prosistas de mayor influencia en Occidente.
Se cumplen 40 a?os de su muerte. En 1980 le diagnosticaron una leucemia. El 3 de junio de 1982 redact¨® la nota de justificaci¨®n que el 3 de marzo de 1983 encontraron junto a su cuerpo y a su esposa. Dos d¨ªas antes se hab¨ªan suicidado en la casa que compart¨ªan en Londres. ¡°La perspectiva de dormirse pac¨ªfica y benditamente puede no s¨®lo no ser dolorosa, sino que puede ser positivamente deseable para abandonar un cuerpo mortal arruinado por el dolor y volver de nuevo al estado de no nacido¡±, escribi¨® en un texto para la Sociedad para la Eutanasia Voluntaria de la que fue vicepresidente.
Es cierto que desde los a?os sesenta Koestler hab¨ªa perdido prestigio, cada vez m¨¢s lejos de la centralidad intelectual que hab¨ªa ocupado. Pero hoy cumple con otra funci¨®n fundamental que Tony Judt supo describir a la perfecci¨®n. ¡°Ha dejado de ser una fuente viva de ideas y se ha convertido en un objeto hist¨®rico¡±. De alguna manera, si Zweig, que tambi¨¦n se suicid¨® con su esposa, es el ¡°objeto hist¨®rico¡± para entender desde Viena la Europa que colaps¨® con la Primera Guerra Mundial, el buscavidas Koestler encarn¨® el periodo posterior con sus mil aventuras militantes, y tambi¨¦n lo cont¨®.
Lo cont¨® en libros testimoniales, tantas veces a medio camino entre la novela, la cr¨®nica y el ensayo, y en sus memorias. Ahora se leen completas, pero primero fueron dos vol¨²menes: Flecha en el azul (1952) y La escritura invisible (1954). All¨ª explica su individualidad injertada al que denomina laboratorio de su ¨¦poca: ¡°Europa central durante el segundo cuarto del siglo XX¡±. No es extra?o que al mostrar sus quiebras psicol¨®gicas lo haga recurriendo al magma del psicoan¨¢lisis. Es el rastro intelectual de una ¨¦poca. Una ¨¦poca de la que fue un superviviente, consciente de que muchas de las personas que conoci¨® hab¨ªan sido v¨ªctimas del descontrol asesino de la pasi¨®n ut¨®pica. ¡°De cada cuatro personas que conoc¨ª antes de los 30 a?os, tres fueron posteriormente aniquiladas en Espa?a, torturadas hasta la muerte en Dachau, ejecutadas en las c¨¢maras de gas de Belsen, deportadas a Rusia, o liquidadas en este pa¨ªs; algunos se arrojaron por la ventana en Viena o Budapest¡±. ?l levant¨® acta de ese drama.
Ahora se edita en castellano la ¨²ltima versi¨®n de Escoria de la tierra, que dedic¨®, entre otros, a Walter Benjamin. Relata su ¨²ltima etapa en Francia tras el periplo espa?ol y acaba con la invasi¨®n nazi. Su diagn¨®stico sobre la bancarrota ¨¦tica y pol¨ªtica de la ¨¦lite francesa recuerda a La agon¨ªa de Francia. Los dos se publicaron en 1941. Como Manuel Chaves Nogales, Koestler ya lo hab¨ªa escrito en Inglaterra. Pero como siempre en Koestler, la historia estrangulaba su vida: detenciones, el acoso de la locura burocr¨¢tica, deportaci¨®n a campos de trabajo forzoso. El libro lo cuenta, tambi¨¦n con entradas de dietario, pero su valor es la conexi¨®n entre su yo y esos c¨ªrculos de antifascistas que iban cayendo por el camino, v¨ªctimas de unos y otros, en especial tras el pacto de Hitler y Stalin. Ellos eran esa escoria.
Esa vivencia aceler¨® la evoluci¨®n de muchos de fervientes comunistas a integrantes de una izquierda cada vez m¨¢s liberal cuya principal motivaci¨®n ideol¨®gica era el combate intelectual contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Koestler es el mejor paradigma. En esta clave debe leerse la novela de tesis que fue El cero y el infinito, la obra que lo convirti¨® en un gran intelectual al desmontar los juicios estalinistas y dicen que decant¨® las elecciones francesas de 1946. Y en esta clave debe leerse tambi¨¦n el volumen colectivo El dios que fracas¨®, un libro que recog¨ªa testimonios autobiogr¨¢ficos de comunistas o compa?eros de viaje y que puso los fundamentos de otra evoluci¨®n clave del memorialismo europeo de la segunda mitad del siglo XX: el vengativo examen de conciencia contra el partido. Como era de esperar, y relat¨® Frances Stonor Saunders en La CIA y la guerra fr¨ªa cultural, aquel libro fue ideado por las redes del espionaje norteamericano dispuestas a dar la batalla cultural tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
De esas redes se benefici¨® Koestler, sin perder nunca una pasi¨®n colectiva pero que resolv¨ªa con muestras de insobornable individualidad. Cuenta en sus memorias la primera noche que en 1926 pas¨® como joven sionista en un peque?o kibutz del valle de Jezreel. Lleg¨® para cenar y un miembro del grupo de colonos le pregunt¨® si, como ellos, pretend¨ªa estar all¨ª para siempre. Dos o tres a?os, respondi¨®, despu¨¦s buscar¨ªa trabajo en Tel Aviv. Y quienes le escuchaban supieron que no se entregar¨ªa como ellos, porque la pasi¨®n de Koestler era vivir la aventura pol¨ªtica al l¨ªmite, quiz¨¢s m¨¢s por la aventura que por la pol¨ªtica. Y su inteligencia al pensarlo tras vivirlo lo convirti¨® en uno de los m¨¢s ricos objetos hist¨®ricos del siglo XX.
Memorias
Traducci¨®n de Luis Alberto Bixio y John Wilcock
Lumen, 2023
944 p¨¢ginas. 33,16 euros
Escoria de la tierra?
Traducci¨®n de Rom¨¢n A. Jim¨¦nez
Ep¨ªlogo de Sergio Campos Cacho
Ladera Norte, 2023
304 p¨¢ginas. 22,90 euros
El dios que fracas¨®?
Andr¨¦ Gide, Arthur Koestler, Ignazio Silone, Louis Fischer, Richard Wright y Stephen Spender??
Traducci¨®n de Elena Tarrod
Edici¨®n de Richard Crossman
Pr¨®logo de F¨¦lix de Az¨²a
Ladera Norte, 2023. 325 p¨¢ginas
22,90 euros
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