Coral Bracho, poeta: ¡°El alzh¨¦imer es poes¨ªa pura en muchos sentidos¡±
La escritora recibir¨¢ el 25 de noviembre en Guadalajara (M¨¦xico) el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que reconoce los m¨¢s de 40 a?os consagrados a los versos. Los ¨²ltimos, dedicados a su madre, que muri¨® con la ¡°enfermedad de las palabras¡±
El acompa?amiento a su madre, enferma de alzh¨¦imer, le descubri¨® a Coral Bracho un campo f¨¦rtil para sus poemas. De aquel cerebro que se desmoronaba entre vac¨ªos y abstracciones brotaban versos que la poeta mexicana intu¨ªa, convert¨ªa en inspiraci¨®n o simplemente reproduc¨ªa. La ¡°enfermedad de las palabras¡±, como la mujer la describi¨® con acierto, fue la materia del ¨²ltimo libro de Bracho, Debe ser un malentendido: ?C¨®mo haces para saber/ que adentro de mi cama/ no hace fr¨ªo y all¨¢ s¨ª?, se preguntaba aquella cabeza que daba tumbos y se mofaba de los m¨¦dicos. La poeta, tambi¨¦n narradora y ...
El acompa?amiento a su madre, enferma de alzh¨¦imer, le descubri¨® a Coral Bracho un campo f¨¦rtil para sus poemas. De aquel cerebro que se desmoronaba entre vac¨ªos y abstracciones brotaban versos que la poeta mexicana intu¨ªa, convert¨ªa en inspiraci¨®n o simplemente reproduc¨ªa. La ¡°enfermedad de las palabras¡±, como la mujer la describi¨® con acierto, fue la materia del ¨²ltimo libro de Bracho, Debe ser un malentendido: ?C¨®mo haces para saber/ que adentro de mi cama/ no hace fr¨ªo y all¨¢ s¨ª?, se preguntaba aquella cabeza que daba tumbos y se mofaba de los m¨¦dicos. La poeta, tambi¨¦n narradora y traductora (Ciudad de M¨¦xico, 72 a?os) odia las entrevistas, espanta la grabadora con un gesto de su mano, como si ahuyentara distra¨ªda a una mosca, pero siempre tiene la sonrisa dispuesta, qu¨¦ le va a hacer, si no le queda m¨¢s remedio que lidiar con todos los que la buscan desde el pasado 4 de septiembre, cuando le concedieron el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, un reconocimiento literario que la coloca junto a su ¡°amigo del alma¡±, David Huerta, en la prestigiosa lista de escritores cuya trayectoria homenajea cada a?o la feria de Guadalajara. Por lo dem¨¢s, Coral Bracho no sufre, es feliz con sus dos nietas y la escritura es para ella algo liberador.
¡°Yo nunca pens¨¦ en escribir poes¨ªa, no era un proyecto, s¨ª le¨ªa a los poetas franceses, o a T. S. Eliot, que me fascinaba, al mexicano Jos¨¦ Carlos Becerra, que muri¨® joven, pero tambi¨¦n novela, filosof¨ªa, yo quer¨ªa dedicarme a la ciencia de la mente. No fui de esas ni?as que redactaba poemas, ya estaba grande cuando me plante¨¦, de un d¨ªa para otro, c¨®mo ser¨ªa escribir poes¨ªa, me sent¨¦ en un parque y comenc¨¦ a describir lo que ve¨ªa. Y me gust¨® hacerlo. Aquello era otra regi¨®n mental¡±, dice en el recogimiento de una sala en la editorial Era, donde ha publicado la mayor parte de sus poemarios. Es una vieja casona en la colonia Roma, en la capital mexicana, con balc¨®n y patio acristalado rebosante de plantas que luchan contra el pulg¨®n blanco. Sobre las estanter¨ªas, cientos de libros, entre ellos Paradiso, de Jos¨¦ Lezama Lima, el texto que le impuls¨® al arte de los renglones cortos. ¡°Lezama Lima fue para m¨ª un descubrimiento, un inter¨¦s para meterme a escribir, observar c¨®mo ¨¦l pod¨ªa describir as¨ª una escena m¨ªnima, un simple candelabro. Fue una constataci¨®n de lo que se pod¨ªa hacer con el lenguaje¡±.
El canto del gallo
solt¨® su sol
a mitad del cuarto. Las llamaradas
entreabr¨ªan la cortina.
Estos versos son de Cuarto de hotel, un libro misterioso, inquietante, atormentado y loco, donde ya se atisbaba la enfermedad de la madre y Bracho indagaba en la poes¨ªa del alzh¨¦imer, una dolencia que lleva ya algunas d¨¦cadas motivando la exitosa creaci¨®n de cineastas y literatos. Ana Teresa Carpizo Saravia fue bailarina y traductora. Se cas¨® a los 18 a?os -ah¨ª se acab¨® el baile- y tuvo seis hijos, pero un accidente a¨¦reo la dej¨® viuda muy pronto. ¡°Mi mam¨¢ pas¨® los ¨²ltimos a?os de su vida con alzh¨¦imer y le daba verg¨¹enza que otras personas se dieran cuenta de que algo que ella dec¨ªa no era cierto o no hab¨ªa pasado, fue siempre muy segura y eso la incomodaba much¨ªsimo. En cuanto percib¨ª su pudor, inmediatamente le dije que yo tambi¨¦n ten¨ªa esa enfermedad de las palabras. Fue un descubrimiento. Su mirada era la de un ni?o, fresca, que se deslumbra, sorprendida. Mi mam¨¢ pudo ver una puesta de sol en el mar y me dec¨ªa: ¡®Sabes qu¨¦, de pronto sali¨® fuego del mar, estaba todo quem¨¢ndose¡¯. Pero no lo dec¨ªa preocupada del fuego, sino fascinada con la imagen¡±.
Pura poes¨ªa.
¡°El alzh¨¦imer lo es, en muchos sentidos, s¨ª. Fue muy conmovedor acercarme a ella desde ese lugar. Un d¨ªa la llevamos a que diera una clase privada de baile, en el sal¨®n con los espejos, y disfrut¨® de un concierto de guitarra entre amigos¡±. Este fue el resultado:
?Qu¨¦ edad tengo?
A esa edad que me dices
?qui¨¦n puede ser tan feliz como yo
que puedo hacer todo
lo que m¨¢s me gusta: bailar,
cantar? Y de esta enfermedad
de las palabras, el amor de ?lvaro, y t¨²
-con estas cosas que hacemos-,
me van a sacar.
Este poema est¨¢ encabezado por un par¨¦ntesis: (habla ella), con el que Bracho distingue los versos que sal¨ªan libres de aquella mente que se disolv¨ªa, pero lo que la sorprend¨ªa sobremanera era c¨®mo aquel derrumbe conservaba cierta claridad sobre las abstracciones ¡°que tienen que ver con lo humano, por ejemplo la justicia¡±. En un paseo por la ciudad se toparon ambas con una maceta de azaleas. ¡°La mata estaba florecida, preciosa, pero hab¨ªa dos o tres flores marchitas, mam¨¢ la ve y exclama: ¡®No hay derecho, no hay derecho¡¯. Se refiere a que no las regaron, pensaba yo. Luego comprend¨ª: era una cuesti¨®n de justicia, de igualdad, no hab¨ªa derecho a que unas estuvieran florecidas y otras marchitas¡±. De ah¨ª surgi¨® otro bello poema.
La desaz¨®n ante las injusticias del mundo parece haberla heredado la hija. El jurado del Premio FIL destac¨® su continua indagaci¨®n en la ¡°politicidad¡± de la poes¨ªa, as¨ª lo dijeron. ¡°Siempre he hecho poes¨ªa pol¨ªtica. Hay momentos en que estoy escribiendo otras cosas y me obsesiona y vuelvo a ello. Desde muy joven me he planteado c¨®mo es posible que siga habiendo guerras, me parece tan absurdo, con todas las posibilidades de evitarlas, de llegar a acuerdos, otras maneras de organizaci¨®n entre pa¨ªses¡¡±.
-M¨¢s bien son premeditadas, ?no? La venta de armas¡
-Por supuest¨ªsimo, eso es lo aberrante, es un negocio desde siempre y cada vez m¨¢s.
Ya no son tiempos de poetas malditos ni bohemios, ni de atormentados suicidas. Quiz¨¢ tampoco de burlones Quevedos ni de caballerescos Garcilasos. Cuando a la uruguaya Ida Vitale le dieron este mismo premio de la FIL y le anunciaron la concesi¨®n del Cervantes, en 2018, le cocin¨® un bacalao al corresponsal de EL PA?S que fue a entrevistarla, Enric Gonz¨¢lez. Ese mismo ¨¢nimo cotidiano, sin personajismos, distingue tambi¨¦n a Bracho, que tan siquiera se presenta como poeta. ¡°Cuando me preguntan a qu¨¦ me dedico, todo lo m¨¢s digo que escribo poes¨ªa¡±. Mucho m¨¢s tranquila que frente a los periodistas se la adivina ante la hoja blanca, en un proceso creativo que la divierte y que explica como una receta de cocina inaprensible: ¡°Desde mi primer libro, Peces de piel fugaz, siempre he tenido la misma actitud al enfrentarme a un poema, igualito que ahora. Pienso en algo sobre lo que quiero escribir, una idea, veo algo que me da pie a entrar en ello¡ A partir de la primera frase, se produce un proceso mental muy singular, las primeras palabras llevan a las siguientes de una manera que no sientes cuando hablas, por eso se dice lo de la inspiraci¨®n, es como si viniera de fuera, tanta fuerza tiene. Es algo que fluye sin que seas consciente plenamente, se parece mucho al canto. Un estado mental que continuamente te da sugerencias, no pienso en qu¨¦ palabra sigue, porque si lo pienso, ya me detuve¡±.
Los poemas de Bracho est¨¢n encuadrados en el neobarroco. Solo quiere decir que no est¨¢n confeccionados para la nitidez, ¡°solo quiere decir que son complejos para el lector¡±. Pero los neobarrocos son muy distintos y pocos se reconocen en esa etiqueta que adorn¨® como nadie Lezama Lima. ¡°A m¨ª me interesan todas las formas de poes¨ªa y s¨¦ que un poema se puede leer de muchas maneras, incluso de maneras imprevistas por m¨ª, por eso no me ha gustado dar entrevistas, para no explicar los poemas, para dejar que el lector, si le interesa, se meta en ellos desde su propia manera de ver, de sentir o pensar¡±.
Y ahora Bracho vuelve a buscar en el volumen de su Poes¨ªa reunida 1977-2018, y recita alguno de esos poemas. Nadie tiene que ped¨ªrselo, regala su voz grave y serena a quien la escucha. Ya no son tiempos de divos. Al poeta le bajaron del Olimpo y hoy se asombra cuando la loter¨ªa le da un premio gordo. ¡°Me gustar¨ªa que la poes¨ªa recobrara el lugar que tuvo, aunque creo que se han abierto nuevas formas de expresi¨®n y muchos j¨®venes est¨¢n encontrando acomodo en la poes¨ªa¡ O eso pienso yo, que pertenezco a este medio y conozco a muchos¡¡±.
A pesar de la complejidad de sus versos, que no es tal, solo hay que dejarse envolver en su m¨²sica, la autora de La voluntad del ¨¢mbar, El ser que va a morir o Si r¨ªe el emperador, siempre se ha divertido escribiendo. ¡°Me absorbe, pero no me martiriza, incluso si hablo de un sufrimiento tampoco lo sufro, m¨¢s bien me libero. Algunas son realidades tremendas y me resulta liberador escribir, lo disfruto much¨ªsimo. Cuando me di cuenta de que era disfrutable segu¨ª haci¨¦ndolo¡±. Es por esa raz¨®n feliz de su pluma por lo que distingue entre ser poeta y escribir poes¨ªa. ¡°Nunca me ver¨ªa como una poeta¡±.
Anda ahora esta mujer fugaz recopilando los versos en los que recuerda su infancia y para sus nietas le gustar¨ªa retomar algunos relatos infantiles de los que tambi¨¦n ha dejado buenas muestras. Escribir como jugar, como pintar, como cantar. Llega al torturador encuentro con los periodistas como la antigua profesora que fue, con una cartera llena de libros que quiere mostrar. Saca de ella algunos tesoros editoriales en los que colabor¨® con la pintora Irma Palacios o con el artista pl¨¢stico Vicente Rojo: una primorosa caja de madera de la que extrae l¨¢minas sueltas de alto gramaje algodonoso. Cada una es un poema escrito a mano editado por El gato gris. Y se pone a leer aquellos versos que le inspir¨® su pasmo infinito por la Alhambra de Granada.
Versos en reinvenci¨®n permanente
Peces de piel fugaz (1977). Estudiante de Hispánicas en la UNAM y lectora de Deleuze y Guattari, se inscribió en la tendencia neobarroca. “Al margen hay un abismo de tonos, de nitidez, de formas. Habría que / entrar levemente, oscuramente en ese instante de danza”. Su poesía, cerrada y compleja, propuso un universo propio desde su primer libro.
Ese espacio, ese jardín (2003). Este libro, que ganó el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores, es el testimonio de una madurez literaria en plenitud. En el del título juegan criaturas propias del imaginario de Bracho y en ese espacio la vida se enraíza a la muerte porque “los muertos vuelven también allí”.
Debe ser un malentendido (2018). El alzhéimer que padecía su madre inspiró este libro sobre los significados que se descubren al indagar la desmemoria desde el saber poético y un lenguaje quebrado. “Pero el sentido / del conjunto persiste: entre momentos, / entre ficciones, / bajo fracturas incesantes. Como un umbral, un asidero”.
Poesía reunida 1977-2018 (2019). Cuando la editorial Era publicó este volumen, los lectores pudieron comprobar cómo Bracho ha ido reinventando su estilo en cada libro, pero ha sido siempre fiel a su proyecto literario: a través de un repertorio de imágenes, a través del cuerpo y hacia la filosofía, pensar la vida y la muerte.
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