?ngeles Caballero se confiesa: vida real y valiente de una periodista

Levemente alocado, irregular, plagado de humor y autoparodia, macerado en el dolor y sin asomo de patetismo: as¨ª es el libro en el que ?ngeles Caballero se ha despegado de s¨ª misma tirando de piel, de iron¨ªa, de memoria y de algo parecido a la sublevaci¨®n moral para dejar una confesi¨®n autobiogr¨¢fica que es una lecci¨®n de vitalismo, de piedad y de honor. Meter las manos en la oscuridad de una familia cat¨®lica y conser...

Levemente alocado, irregular, plagado de humor y autoparodia, macerado en el dolor y sin asomo de patetismo: as¨ª es el libro en el que ?ngeles Caballero se ha despegado de s¨ª misma tirando de piel, de iron¨ªa, de memoria y de algo parecido a la sublevaci¨®n moral para dejar una confesi¨®n autobiogr¨¢fica que es una lecci¨®n de vitalismo, de piedad y de honor. Meter las manos en la oscuridad de una familia cat¨®lica y conservadora con una madre enganchada al chantaje y la ferocidad ¡ªtambi¨¦n al miedo y las adicciones y las aflicciones y el despotismo y la intolerancia¡ª tiene en este caso el valor de lo literariamente potente porque nada rebaja sus contradicciones ¨ªntimas ni la lastimosa propensi¨®n humana a equivocarse. En su hilo m¨¢s secreto, yo creo que habla del peso t¨®xico de una educaci¨®n en la moral cat¨®lica que la ha hecho bregar con mucho m¨¢s de lo que merec¨ªa, y por consiguiente tapar, mentir, disimular, fingir, silenciar y hacer como que no cuando es que s¨ª.

Ella hab¨ªa de ser por cuenta propia y por herencia cultural mujer ideal, hija ideal, madre ideal, trabajadora ideal retada siempre por estar lo m¨¢s arriba posible y llegar a todo y cumplir y callar y obedecer y sublevarse y arrepentirse, y hacerlo todo bien y todo a la vez: formidables materiales para cimentar una conciencia de culpa para el resto de la vida. ?ngeles Caballero descompone narrativamente en Los parques de atracciones tambi¨¦n cierran esa neurosis con caprichoso desorden cronol¨®gico, adicta a la an¨¦cdota y a la minucia delatora, nunca envarada aunque a menudo s¨ª conmovida por el propio relato, por la crudeza de algunas de las historias (hacia el final sobre todo, con Manuel Vilas y su Ordesa como est¨ªmulo elegido). En su espejo pueden leerse, ay, muchas m¨¢s mujeres que hombres cuando llegue la hora de hacerse cargo ya no de los hijos sino de los padres a la vez que una quiere mantener una carrera profesional, y estar a todas, y no fallar, y cumplir, cumplir tambi¨¦n cuando van llegando d¨ªa tras d¨ªa cataratas de desastres en forma de informes m¨¦dicos. Hay p¨¢ginas conmovedoras y otras abrumadoras y otras m¨¢s relajadas ¡ªsin perder nunca el humor: virtud mayor de esta autora¡ª, pero de casi ninguna de ellas se sale sin temer el momento de decidir c¨®mo proceder y hasta d¨®nde implicarse, c¨®mo administrar la energ¨ªa cuando al padre se lo lleven de urgencias y cuando a la madre la ingresen de forma igualmente urgente ¡ªtumores, infecciones, c¨¢nceres, pruebas¡ª.

Lo que empuja el libro es la valent¨ªa de una mujer que va sabi¨¦ndose mejor con los a?os y, mientras se sabe, se cuenta liberadoramente con efectos contagiosos

Capaz de regar de desenfado casi todos los lados de un libro lleno de vida real (y de la alegr¨ªa de los parques de atracciones), no asoma por ning¨²n lado la bicha de la autoayuda t¨®xica; lo que empuja el libro es la valent¨ªa de una mujer que va sabi¨¦ndose mejor con los a?os y, mientras se sabe, se cuenta liberadoramente con efectos contagiosos. Aunque tarde demasiado en arrancar por unas decenas de p¨¢ginas dedicadas a presentar a los protagonitas, cuando lo hace, todo cobra la fuerza torrencial de una confesi¨®n que nos ata?e m¨¢s all¨¢ del g¨¦nero, de saber por d¨®nde cae Getafe (centro vital de la escritora) y sin necesidad de compartir ni desclasamiento ni personalidad ni siquiera una pareja tan her¨®icamente mod¨¦lica como la suya, seg¨²n ella misma. O incluso sin que Jorge Javier V¨¢squez, convincente prologuista de la obra, forme parte de la familia, como s¨ª forma parte de la memoria sentimental de la suya.

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