El debut de David Trueba en el teatro: bellas palabras, poca emoci¨®n
El escritor y cineasta se estrena como dramaturgo y director con una obra atractiva sobre el papel pero de escasa tensi¨®n dram¨¢tica
Hab¨ªa mucha curiosidad el mi¨¦rcoles pasado en Madrid por el debut teatral de David Trueba: Los guapos. ?Qu¨¦ menos ante este triple salto mortal!: escritor y cineasta de renombre se estrena como dramaturgo y director de escena no en un escenario cualquiera, sino en la codiciada sala principal del teatro Mar¨ªa Guerrero, sede del Centro Dram¨¢tico Nacional. Eso es jug¨¢rsela a lo grande: tanto Trueba como la instituci¨®n. Tal vez por esas altas expectativas los aplausos al final fueron muy tibios. Excepcionalmente fr¨ªos para lo habitual en un estreno. No convenci¨® la propuesta.
Podemos encontrar varias razones. La principal es que la funci¨®n se hace larga, aunque objetivamente no lo es: hora y media, duraci¨®n est¨¢ndar. Ocurre que al espect¨¢culo le falta tensi¨®n dram¨¢tica y resulta plano. La historia es atractiva, pero el p¨²blico no la descubre por acciones o conversaciones entre los personajes, sino porque estos la van relatando con parrafadas explicativas intercaladas entre los di¨¢logos. La narraci¨®n es perfectamente leg¨ªtima en el teatro, las artes esc¨¦nicas son omn¨ªvoras y no solo admiten de todo, sino que justo eso es lo que las enriquece y actualiza. Eso s¨ª, siempre y cuando en el escenario sucedan cosas con suficiente intensidad. El pasado debe hacerse presente sobre las tablas. No es el caso. Baste un ejemplo: hacia el final de la obra el autor introduce un elemento que convierte lo que hasta ese momento parec¨ªa un drama cotidiano en un thriller inesperado, lo que podr¨ªa haber sido un buen golpe de efecto si previamente hubiera habido alg¨²n indicio o atm¨®sfera que lo anticipara, pero no hay nada que lo justifique. No hay verdad esc¨¦nica.
Y eso que el argumento promete sobre el papel. Nuria (interpretada por Anna Alarc¨®n) y Pablo (Vito Sanz) son dos antiguos amigos que se criaron en el mismo barrio (obrero y marginal) y que se reencuentran en el bar donde sol¨ªan quedar cuando eran adolescentes despu¨¦s de muchos a?os sin tener contacto. Nuria y su hermano eran los guapos: esos a los que todos admiran y odian a la vez. Pablo era el empoll¨®n por el que nadie apostar¨ªa que se llevara a la chica, pero mira t¨² por d¨®nde a ella le hace gracia y acaban saliendo unos meses. Hasta que ¨¦l, una vez conquistado el ideal, pierde el inter¨¦s. Nuria se dio a la mala vida: fiestas, drogas, chicos. Pablo se sac¨® la carrera de Derecho, sali¨® del barrio y se convirti¨® en abogado de ¨¦xito.
Todo eso lo vamos descubriendo a lo largo de la funci¨®n en las sucesivas citas que mantienen Nuria y Pablo en el bar de su juventud y durante las cuales ambos van desgranando sus vidas. Pero los recuerdos no brotan naturalmente de sus conversaciones, sino que los actores a menudo detienen la acci¨®n para describirlos de manera bastante fr¨ªa al p¨²blico, rompiendo muchas veces la cuarta pared y la corriente de relaci¨®n entre ellos. De modo que la narraci¨®n del pasado (pese a estar bellamente expresada) barre la emoci¨®n del presente.
Los actores parece que no han encontrado buenos asideros para desarrollar sus personajes. Anna Alarc¨®n resulta demasiado refinada en su expresi¨®n teniendo en cuenta el perfil de Nuria. Vito Sanz habla de amor, pero no se le ve en el cuerpo. Solo en momentos puntuales salta alguna chispa.
La escenograf¨ªa de Beatriz San Juan es est¨¢tica y desproporcionada. Es como si se hubiera dise?ado solo para llenar el escenario. Tal vez la obra ganar¨ªa en un espacio m¨¢s ¨ªntimo.
Los guapos
Texto y dirección: David Trueba. Reparto: Anna Alarcón y Vito Sanz. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 9 de junio.
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