¡®Mi reno de peluche¡¯: amor y locura del segundo sexo
Nos tranquiliza pensar que la psiquiatr¨ªa ha descrito los excesos del amor, le da algo de seriedad contempor¨¢nea y nos hace creer que en esto tambi¨¦n hemos progresado. Pero la locura de amor en la medicina es tan antigua como la humanidad
Se ha hablado mucho sobre algunos de los temas m¨¢s controvertidos de Mi reno de peluche, como el consentimiento o la masculinidad, pero sorprendentemente poco sobre la que es para m¨ª una de las claves del ¨¦xito de la serie: su inc¨®modo retrato sobre el amor y la locura y el terreno com¨²n que habitan.
En una entrevista, ...
Se ha hablado mucho sobre algunos de los temas m¨¢s controvertidos de Mi reno de peluche, como el consentimiento o la masculinidad, pero sorprendentemente poco sobre la que es para m¨ª una de las claves del ¨¦xito de la serie: su inc¨®modo retrato sobre el amor y la locura y el terreno com¨²n que habitan.
En una entrevista, Richard Gadd, su director y protagonista, apunta a que este es uno de los temas centrales. Para Gadd, la serie es una historia sobre una enferma mental: ¡°El acoso es una enfermedad mental y yo quer¨ªa mostrar su lado humano¡±. Jessica Gunning, la actriz que interpreta a la acosadora Martha, ha afirmado que su personaje sufre limerencia, un t¨¦rmino acu?ado por la psic¨®loga Dorothy Tennov y cuyas principales caracter¨ªsticas son la obsesi¨®n, la idealizaci¨®n irracional y la extrema dependencia emocional. Adem¨¢s, en este trastorno, el sujeto enamorado interpreta cualquier acci¨®n del objeto de amor como un signo inequ¨ªvoco de enamoramiento.
Es f¨¢cil reconocer a Martha en semejantes delirios, y de alg¨²n modo tranquiliza catalogar su comportamiento como patolog¨ªa, pues se le supone entonces un tratamiento. No digo que no sea as¨ª, pero el acierto de la serie es mostrar, como dice el propio Gadd, el lado humano de Martha, y ese lado humano es algo que compartimos potencialmente todos los que nos vanagloriamos de serlo. Casi nadie est¨¢ exento de, como m¨ªnimo, haberse asomado alguna vez al abismo de la locura amorosa, y la incomodidad que produce la serie tambi¨¦n tiene que ver con eso.
Martha es presa de un delirio, de una obsesi¨®n, Martha est¨¢ enferma. Y eso, afirmaremos convencidos en esta ¨¦poca de individualidades empoderadas y responsabilidad afectiva, no es amor. Y est¨¢ bien que as¨ª sea, porque eso nos permite huir de la violencia que pueda derivarse. Pero el propio lenguaje que usamos cotidianamente nos boicotea. Las met¨¢foras de la enfermedad, la c¨¢rcel, la locura y el dolor f¨ªsico son omnipresentes cuando hablamos de amor, y sus expresiones culturales muestran una dualidad donde placer y sufrimiento se a¨²nan como en ninguna otra experiencia.
Martha es presa de un delirio, de una obsesi¨®n, Martha est¨¢ enferma. Y eso, afirmaremos convencidos en esta ¨¦poca de individualidades empoderadas y responsabilidad afectiva, no es amor
Nos tranquiliza pensar que la psiquiatr¨ªa ha descrito los excesos del amor, le da algo de seriedad contempor¨¢nea y nos hace creer que en esto tambi¨¦n hemos progresado. Pero la locura de amor en la medicina es tan antigua como la humanidad. De los ¨²nicos tres casos de trastorno mental que describi¨® el m¨¦dico romano Galeno, uno de ellos era el de una mujer enamorada. Desde la antig¨¹edad y hasta el Renacimiento se cre¨ªa que la locura de amor se deb¨ªa a un exceso de bilis negra, concretamente en su forma quemada, que se denominaba ¡°polvo de melancol¨ªa¡±. La imagen es bella, su glosa devastadora: el amor quema y su fuego nos destruye. En su gran comedia sobre el amor, Sue?o de una noche de verano, Shakespeare le hace decir a uno de sus personajes: ¡°Los amantes y los locos tienen el cerebro tan hirviente¡±. Aunque nos creamos a universos de distancia de la locura de Martha, en alg¨²n momento hemos sentido el calor de la misma estrella.
Pero, adem¨¢s, en todo este embrollo entre locura y amor, como de costumbre, el g¨¦nero determina la fragilidad de la frontera. Seg¨²n los profesionales de la salud mental, la limerencia es m¨¢s com¨²n entre las mujeres. Y la serie aborda, aunque no de forma expl¨ªcita, posibles razones. En uno de los di¨¢logos m¨¢s significativos entre los protagonistas, Martha le confiesa al objeto de su obsesi¨®n qu¨¦ superpoder elegir¨ªa: "Me gustar¨ªa que los humanos tuvieran una cremallera en la barbilla que les llegara hasta la barriga... Querr¨ªa bajar esa cremallera y quedarme ah¨ª escondida". Martha aspira a desparecer, convertirse en polvo, y eso solo puede conseguirlo a trav¨¦s de otro. Podemos darle el nombre de un s¨ªndrome, ponerle una etiqueta en el cada vez m¨¢s amplio dec¨¢logo de trastornos mentales, o simplemente atender a su condici¨®n de segundo sexo.
En su c¨¦lebre ensayo, Simone de Beauvoir describe con pasmosa exactitud esa parte humana de Martha cuando habla de la mujer enamorada: ¡°Para la mujer, el amor es un abandono total en beneficio de un amo¡±. Beauvoir argumenta que la mujer s¨®lo se conoce como alteridad y su ¨²nica forma de huir de ella es a trav¨¦s de la b¨²squeda de un amor idealizado y correspondido. La mujer ¡°se esforzar¨¢ por superar su situaci¨®n de objeto inesencial asumi¨¦ndola radicalmente; exaltar¨¢ soberanamente al ser amado, lo poseer¨¢ como valor y realidad suprema: se aniquilar¨¢ ante ¨¦l¡±. El amor, en consecuencia, se convierte para la mujer en una religi¨®n.
En la entrevista antes citada, Gadd afirma que uno de los objetivos de la serie era mostrar como el sistema que deber¨ªa haber ayudado a Martha le hab¨ªa fallado. Pero yo no puedo dejar de preguntarme c¨®mo va a salvar a Martha y a las que arden en ese fuego ese mismo sistema que las ha creado.
Vivimos en la era de la obsesi¨®n. No hay artista, cient¨ªfico o deportista que se precie sin un mito de obsesi¨®n alrededor. Nuestras exigencias deben ser extremas, los resultados tambi¨¦n. Como tantas personas, en los primeros 2000 fui diagnosticada del trastorno de moda, el trastorno obsesivo compulsivo. Cuando le manifest¨¦ a mi psiquiatra mi p¨¢nico a que se supiera en mi trabajo, me contest¨® con una sonrisa p¨ªcara, "no te preocupes, no hay nada que le guste m¨¢s a un empresario que un trabajador obsesivo". Si como nos dicen tantos best sellers, conseguimos lo que nos proponemos, ?por qu¨¦ no tambi¨¦n en el amor?
Cuando ni con toda su tenacidad y esfuerzo Martha consigue que funcione la ley de la atracci¨®n y disolverse en su amante, llega el odio y el reproche: "Te he entregado una parte de m¨ª, lo m¨ªnimo que podr¨ªas hacer es devolv¨¦rmela con una justificaci¨®n", le espeta a gritos. Lo que pasa es que, como bien apunta Beauvoir, Martha nunca se ha sentido entera, porque el trauma ligado a la experiencia del segundo sexo te va arrancando pedazos, y buscarlos en otros, como hace Martha, conduce irremediablemente a la locura.
Mar Garc¨ªa Puig es escritora, fil¨®loga y editora. Su ¨²ltimo libro es ¡®La historia de los vertebrados¡¯ (Random House).
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