El punto de vista
¡°Olga es mejor que Luis¡± implica que Luis es peor que Olga. Pero no equivale a decir directamente ¡°Luis es peor que Olga¡±
Al usar unas palabras y no otras imponemos perspectivas a los dem¨¢s y a nosotros mismos, a menudo sin darnos cuenta.
El ejemplo de la botella mediada ofrece la representaci¨®n m¨¢s extendida sobre las diferentes maneras de interpretar la realidad: unos la ven medio llena y otros medio vac¨ªa. Salvo Johann Sebastian Mastropiero, el desternillante compositor inventado por Les Luthiers:
¡ª?Usted es de los que ve el vaso medio lleno o medio vac¨ªo? ¡ªle preguntan en escena a Mastropiero.
¡ªYo¡. seg¨²n ¡ªresponde.
¡ª?Seg¨²n qu¨¦?
¡ªPues¡ seg¨²n si est¨¢ medio lleno o medio vac¨ªo.
¡ªPor ejemplo, este vaso ?c¨®mo est¨¢?
¡ªEst¨¢ medio sucio.
El lenguaje condiciona a menudo los enfoques, como demuestra el famoso chiste en el que un jesuita presum¨ªa ante un dominico de que a ellos los superiores de la orden les permit¨ªan fumar. El dominico penaba por la prohibici¨®n, y el jesuita se interes¨® acerca de c¨®mo lo hab¨ªan solicitado. ¡°Nada¡±, contest¨®, ¡°simplemente hemos preguntado si podemos fumar mientras rezamos¡±. El jesuita le mir¨® condescendiente: ¡°Esa no es la mejor forma de pedir el permiso. Nosotros le preguntamos al padre superior si pod¨ªamos rezar mientras fum¨¢bamos¡±.
Decimos ¡°he aprobado¡± pero cambiamos de persona gramatical para contar ¡°me han suspendido¡±. Y apreciamos la diferencia entre decir que ¡°Olga es mejor que Luis¡± (de lo que se deduce que Luis es peor que Olga) y expresar directamente ¡°Luis es peor que Olga¡±.
En los diarios procuramos titular ¡°Un hombre asesina a su esposa¡± y no ¡°Una mujer muere a manos de su marido¡±. La violencia es ejercida por el criminal, y en ¨¦l debe recaer la acci¨®n verbal para representar fielmente al sujeto causante. Atenci¨®n de nuevo al punto de vista.
Si una amiga nos cuenta ¡°mi padre muri¨® hace un a?o¡± pero su hermano elige ¡°mi padre ha muerto hace un a?o¡±, ambos muestran una distancia psicol¨®gica diferente respecto del suceso, pese a que los dos se?alen una misma fecha. Otro tanto ocurre en la contraposici¨®n entre ¡°es simp¨¢tico, pero un caradura¡± y ¡°es un caradura, pero simp¨¢tico¡±.
Se atribuye al torero sevillano Rafael El Gallo esta respuesta cuando, tras una cornada en Galicia, propuso que lo llevaran con urgencia a un hospital de Sevilla y le dijeron que Sevilla estaba muy lejos: ¡°Sevilla no est¨¢ lejos. Sevilla est¨¢ donde tiene que estar. Lo que est¨¢ lejos es esto¡±.
Una determinada expresi¨®n num¨¦rica influye asimismo en la perspectiva. El n¨²mero 9 es casi 10. Y tambi¨¦n el 11 es casi 10. Pero si nos dicen ¡°vinieron casi 10 clientes cada hora¡± pensaremos en 9 y no en 11. Del mismo modo, nos parecer¨¢ subliminalmente mayor una extensi¨®n de 10.000 metros cuadrados que de una sola hect¨¢rea.
Tampoco el reloj o el calendario evocan lo mismo si nos expresamos de forma diferente. Alguien que dice llevar dos meses aguardando una respuesta contabiliza quiz¨¢s ese periodo con menos angustia que quien expresa la demora diciendo que su espera es ya de ocho semanas; y a¨²n revelar¨¢ m¨¢s congoja tal vez si habla de que el retraso acumula 61 d¨ªas. Eso al margen de que el tiempo siempre se le hace m¨¢s largo a quien aguarda.
Al hablar transmitimos perspectivas. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de nuestros ojos subjetivos, si nos fijamos bien, seguir¨¢ neutralmente impasible la realidad, el dato; esa botella que, se mire como se mire, a¨²n nos permite beber.
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