¡®Detr¨¢s del cielo¡¯, de Manuel Rivas: esplendor en la niebla
La novela de Manuel Rivas es un ¡®noir¡¯ rural de acento pol¨ªtico contra la idea mort¨ªfera de la extinci¨®n donde quienes mejor conocen el territorio tienen las armas para destruirlo
Solitario es el nombre de un jabal¨ª albino, el Moby Dick de esta novela que, a diferencia de la de Melville, no necesita de toda una gesta para ser cazado. Su muerte, narrada de maravilla por un Rivas en plena posesi¨®n de sus facultades, no es el duelo final de Tras do ceo (Detr¨¢s del cielo) porque aqu¨ª ya no hay ¨¦pica, sino azar y verg¨¹enza. Tras do ceo es un relato capaz de honrar un futuro sensible a la naturaleza entendida como fuerza de la vida. Un noir rural de acento pol¨ªtico que act¨²a contra la idea mort¨ªfera de la extinci¨®n.
Aquello que hoy la ciencia descubre con asombro ¡ªel bosque est¨¢ unido a s¨ª mismo por una red infinita y subterr¨¢nea; la savia circula por canales que son al mismo tiempo cauces de emoci¨®n¡ª, la narrativa lleva siglos sabi¨¦ndolo. Y por eso los bosques pre?an los cuentos y las pesadillas de los ni?os, por lo que no es sensato (parece decirnos tambi¨¦n Rivas) reemplazarlos o suavizar sus calidades: antes bien, es preciso que aprendamos a reconocer el bien y a apartarnos del mal. El arranque y el final de esta novela act¨²an, en este sentido, como un bello contrapunto del cuento de Rosa Aneiros Os ourizos cachos e o gran r¨ªo gris. La madre de los puercoespines gu¨ªa amorosamente a sus hijos para que aprendan a cruzar con cuidado el gran r¨ªo gris de la autopista, mientras que el leviat¨¢n del bosque de Tras do ceo es figurado por sus cazadores como un monstruo solitario. Pero como una de las cuestiones centrales de la novela es el car¨¢cter c¨ªclico de la experiencia (hasta el punto de que su final, extraordinario, es un desmentido radical de la distinci¨®n entre la vida y la muerte), el jabal¨ª cazado parece revivir en una cr¨ªa de erizo con la que el narrador alimentar¨¢ los sue?os de una ni?a.
A efectos de las pol¨ªticas del nombre, la novela distingue entre lo dom¨¦stico y lo salvaje, sin pretender que los dos ¨¢mbitos sean estancos. Es una antigua querencia del autor, cuyos t¨ªtulos suelen ser muy meditados y saben casi siempre de fronteras. Pensamos entonces en el inmenso esfuerzo de reescritura que hubo de suponer traducir esta novela a otro idioma y sabemos, al leerla en gallego, que al igual que hay una ecolog¨ªa de los montes y los valles, tiene que haber tambi¨¦n una ecolog¨ªa de las lenguas que honre la posibilidad de su existencia imprescindible y peque?a. ¡°Hai que ter moita conta das palabras¡±, dice certeramente un narrador que alterna top¨®nimos felizmente inventados (Chorima, Vilar de Vide) con otros de resonancias c¨¦lticas como Amergu¨ªn o el brumoso Bosque de Acebos, indescifrable como una promesa o un recuerdo. Top¨®nimos que confluyen con el O¡¯Connor de Sin¨¦ad, la masificada playa de las Catedrales o los tractores John Deere.
La tarea de los lectores de Tras do ceo es desvelar todas estas pol¨ªticas del nombre que operan entre Kafka y el apego. Y es as¨ª como, en general, el narrador atribuye a los animales dom¨¦sticos nombres concretos, y a los segundos, nombres aleg¨®ricos. Con una notable distinci¨®n, crucial para el avance de la trama: Xallas y Navia, nombres de cuervo y de r¨ªo. El narrador los bautiza sin que nadie lo escuche. Porque hay dos tipos de silencio, como Dombod¨¢n sabe sin citar a Heidegger. Este es el privilegio de las formas sensibles, fruto de aquello que Badiou llam¨® la ¡°Edad de los poetas¡±: son los fil¨®sofos quienes, abrumados por el peso de una imagen verbal, guardan silencio ante la maestr¨ªa de quienes no necesitan de categor¨ªas para hacer volar el lenguaje.
Este uso estrat¨¦gico de las may¨²sculas es marca, en Tras do ceo, de un nuevo objetivismo de todo menos neutral. Chisme es el nombre que se le da al tel¨¦fono m¨®vil, dispositivo del que se hace un inteligente uso narrativo, al amparo de tramas que vinculan la pandemia, las operaciones policiales contra la trata de blancas, el narco, el recuerdo del elefante de Botsuana y los barcos de Open Arms. Un nuevo objetivismo orientado a la defensa de un mundo amenazado, pero consciente de que quienes mejor conocen el territorio son, tambi¨¦n, quienes tienen las mejores armas para destruirlo. Por omisi¨®n o por complicidad, y tambi¨¦n desde el m¨¢s puro empirismo: la caza es el arte de desvelar pisadas, y desde el cl¨¢sico estudio de Ginzburg sabemos que el demonio vive en los detalles y que el poder para reconocer indicios apenas visibles es un poder de vida y un poder de muerte.
El Solitario era blanco, como blanca era Aldara, la cierva ancaresa a la que, seg¨²n una leyenda viva, descuartizaron sin sospechar que era, en realidad, una doncella. Blanco era tambi¨¦n el rey de los animales galeses, aquel Twrch Trwyth de los Mabinogion que escond¨ªa tesoros en sus p¨²as, como esta novela esconde sus deudas con la materia art¨²rica, veta de esplendor de la literatura gallega, de Cunqueiro a M¨¦ndez Ferr¨ªn. En esta estirpe de cazadores cazados milita Manuel Rivas, maestro de esa antigua arte de anudar ojos, o¨ªdos y boca que llamamos novela.
Detr¨¢s del cielo
Alfaguara, 2024
216 p¨¢ginas. 19,90 euros
Tras do Ceo
Xerais, 2024
216 p¨¢ginas. 18,95 euros
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