Ni siquiera es un refer¨¦ndum
Es un plebiscito para ratificar la secesi¨®n unilateral establecida en la ley fundacional de la rep¨²blica
La convocatoria a las urnas del primero de octubre pr¨®ximo no significa la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, como creen o fingen creer los convocantes. Un refer¨¦ndum es una consulta dirimente entre al menos dos opciones, que compiten en igualdad de condiciones, con ¨¢rbitros e instituciones imparciales y con tiempo suficiente para hacer p¨²blicas y debatir todas las posiciones en los medios de comunicaci¨®n. Para que sus resultados y consecuencias sean luego aceptados por todos, dentro y fuera, es necesario que cumpla los criterios com¨²nmente aceptados, que la Comisi¨®n de Venecia, organismo asesor del Consejo de Europa, ha establecido de forma poco discutible: debe ser legal y acordado y debe celebrarse bajo una legislaci¨®n aprobada al menos un a?o antes, es decir, con conocimiento y aceptaci¨®n por todos de las reglas de juego por las que se regir¨¢, es decir, el censo, la consulta, el recuento y la interpretaci¨®n de los resultados.
Ni tan sols ¨¦s un refer¨¨ndum
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As¨ª ser¨ªa una convocatoria inclusiva, a la que se sentir¨ªan convocados todos los ciudadanos, y en la que todos los ciudadanos podr¨ªan confiar en la limpieza y equidad de la consulta y de las autoridades que lo organizan, condiciones que ya vemos que no se dan en el caso del 1-O, organizado con secretismo y en r¨¦gimen de excepci¨®n, tanto para el ocultamiento hasta el ¨²ltimo momento de la legislaci¨®n que lo permite como por los procedimientos de urgencia y por la penosa sesi¨®n de aprobaci¨®n parlamentaria, con retorsi¨®n o directamente ignorancia dolosa de las leyes, reglamentos y pareceres de juristas y de organismos consultivos que era obligado escuchar. Las excusas de mal pagador que da el gobierno catal¨¢n, convocante y ¨¢rbitro a la vez, para justificar estas pr¨¢cticas tan dudosas, castigan a los ciudadanos, y a sus derechos civiles, por las culpas, defectos o errores reales o imaginados del gobierno central; de forma que se quiere poner remedio a una fechor¨ªa con una fechor¨ªa a¨²n mayor de las que, de unas y de otras, somos v¨ªctimas al final todos los catalanes.
Lo que permite entender el car¨¢cter de la convocatoria es una cuesti¨®n conceptual debidamente escondida al escrutinio p¨²blico. Esto no es un refer¨¦ndum sino un plebiscito, organizado como mandan las costumbres pol¨ªticas desde la antigua Roma, para ratificar la decisi¨®n ya tomada de un gobernante. Lo que se somete a votaci¨®n en el plebiscito, adem¨¢s, no es la independencia de Catalu?a o alg¨²n otro estatus especial que se quisiera proponer por nuestro pa¨ªs, sino una propuesta mucho m¨¢s concreta, como es la 'Ley de transitoriedad jur¨ªdica y fundacional de la rep¨²blica catalana ', aprobada ya preventivamente por la mayor¨ªa soberanista convertida en mayor¨ªa soberana de JxS¨ª y la CUP. El resultado est¨¢ as¨ª perfectamente predeterminado, incluso el tipo de r¨¦gimen, y los medios para llegar tambi¨¦n, tal y como han aclarado las mismas autoridades convocantes, pues no depende del n¨²mero de s¨ªes y de nos, que de hecho ya se sabe que es pr¨¢cticamente irrelevante, sino del n¨²mero de personas que de grado o por fuerza emitan su voto ese d¨ªa.
Los ciudadanos deben saberlo. Como plebiscito para la secesi¨®n unilateral que es, el solo hecho de participar sirve s¨®lo a los independentistas que lo convocan y a?ade votos al objetivo fijado de esta rep¨²blica populista independiente que las leyes de transitoriedad ya nos han dibujado. Quien quiera votar en contra de la independencia ya sabe que tiene que hacer: no tiene que ir a votar. Quien quiera votar a favor de la independencia en condiciones democr¨¢ticas y aceptables para todos tambi¨¦n lo sabe: no tiene que ir a votar. No nos equivoquemos ni dejemos tergiversar los conceptos de la democracia europea y liberal que es la nuestra. Esto ciertamente va de democracia, pero adem¨¢s habr¨¢ que salir a defenderla.
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