Un paseo por el lado c¨®smico de Madrid
La primera foto de Marte se recibi¨® en la Sierra Oeste. En Torrej¨®n se investiga la vida extraterrestre. Hasta el escudo exhibe las estrellas de la Osa Mayor. Miramos al cosmos con motivo de la exposici¨®n ¡®NASA: La aventura del espacio¡¯
Madrid est¨¢ a un pasito del cielo. Eso bien lo saben los que aprecian su azul y su crep¨²sculo, pero tambi¨¦n la tradici¨®n y, sobre todo, los cient¨ªficos e ingenieros que desde este suelo escrutan el firmamento. Planetarios, museos de ciencia e instalaciones de instituciones espaciales internacionales como la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA tienen sede en la Comunidad. Inspirados por la exposici¨®n NASA: La aventura del espacio, que se abre hoy al p¨²blico en el Recinto Ferial de la Casa de Campo, nos damos un paseo por el Madrid m¨¢s c¨®smico.
?? Primer alunizaje. La primera fotograf¨ªa de Marte recibida en la Tierra, que envi¨® la sonda Mariner 4 en 1965, lo fue en la antena que ten¨ªa la NASA en Fresnadilla de Oliva. La estaci¨®n de Robledo de Chavela, que lleva operativa desde aquel a?o, ayud¨® al alunizaje del Apollo 11 en 1969 y retransmiti¨® la informaci¨®n que mandaron de los primeros astronautas que pisaron la Luna, seg¨²n explica el exsubdirector Carlos Gonz¨¢lez Pintado. ¡°Forma parte de la Red de Espacio Profundo, junto con otra base en Australia y otra en California, para controlar vuelos espaciales interplanetarios. Al estar separadas 120¡ã, las naves siempre ven a alguna de ellas para comunicarse. Los lazos entre la NASA y Madrid son estrechos¡±.
? La hora del Sol. Adem¨¢s de proporcionar energ¨ªa y vida, da la hora. Calcularla por el Sol a simple vista queda muy bien, aunque es dif¨ªcil. Pero tenemos los relojes de Sol para afinar: en Madrid hay unos 50, algunos de ellos se ven en la ruta que aporta Macu Vicente a la gu¨ªa Turismo Raro (turismoraro.blogspot.com), que aboga por formas de conocer la ciudad alejadas de los centros culturales y monumentos de siempre. Por ejemplo, el reloj ecuatorial en paseo de Recoletos, 5, o los verticales en plaza de Santa Ana, 4, y Plaza del Rey, 1.
? Ventana y astronautas. En Villafranca del Castillo hay un castillo del siglo XVI aupado a una colina y, debajo, unos cuantos modernos radiotelescopios escrutando el cielo en silencio. Es el centro de Astronom¨ªa Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESAC). Desde all¨ª se manejan sat¨¦lites que investigan fen¨®menos c¨®smicos como agujeros negros, explosiones de supernova y dem¨¢s. Mientras que en otras instalaciones de la ESA por toda Europa se hace ingenier¨ªa o administraci¨®n, aqu¨ª se hace investigaci¨®n cient¨ªfica. Es como una versi¨®n moderna del Real Observatorio Astron¨®mico del Retiro, fundado en 1709 por Carlos III. Como le gusta decir a su director, Vicente G¨®mez, ¡°este centro es la ventana de la ESA al universo¡±. Pero adem¨¢s, el primer astronauta de nacionalidad espa?ola, miembro de la ESA, tambi¨¦n es producto de la ciudad: el ingeniero aeron¨¢utico Pedro Duque. Otro nacido en Madrid (y madridista), pero este de nacionalidad estadounidense, Miguel L¨®pez-Alegr¨ªa, fue astronauta de la NASA.
Una exposici¨®n de esta galaxia
¡°Este es un peque?o paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad¡±, dijo un solemne Neil Armstrong cuando, en 1969, pis¨® por primera vez el polvoriento suelo lunar. La conquista del espacio ha sido as¨ª: una sucesi¨®n de peque?os pasos que sacaron al hombre del dominio gravitatorio terrestre para hacerle so?ar con las estrellas.
La exposici¨®n NASA: La aventura del espacio da buena cuenta de este laborioso recorrido. Desde los primeros escritores de ciencia ficci¨®n que se adelantaron a este salto al vac¨ªo a las m¨¢s modernas misiones, los transbordadores espaciales o la Estaci¨®n Espacial Internacional. En 2.500 metros cuadrados, en el Pabell¨®n XII del Recinto Ferial de la Casa de Campo, se muestran los trajes reales con los que los astronautas operan en las crueles condiciones del espacio, la comida deshidratada, un ejemplar de los pioneros sat¨¦lites sovi¨¦ticos Sputnik o una impresionante reproducci¨®n a tama?o real del transbordador espacial Atlantis.
De la paranoica carrera espacial entre la URSS y EE UU durante la guerra fr¨ªa a las duras condiciones en las que los cosmonautas tienen que vivir durante sus trayectos espaciales. La historia de la aventura m¨¢s fascinante y arriesgada que ha emprendido el ser humano. A veces da miedo, a veces alucina.
? Hasta la bandera. Siete estrellas blancas de cinco puntas agrupadas en dos filas, cuatro arriba y tres abajo sobre un fondo carmes¨ª: la bandera de la Comunidad de Madrid. Tambi¨¦n se ven las siete estrellas en la l¨ªnea azul que rodea el escudo del oso y el madro?o. Son las que forman la constelaci¨®n de la Osa Mayor: ¡°Se introducen en el siglo XVI, con el reinado de Felipe II y la capitalidad madrile?a, seg¨²n relata Juan L¨®pez de Hoyos, que vivi¨® aquella ¨¦poca¡±, cuenta Pedro L¨®pez Carcel¨¦n, autor del Atlas Ilustrado de la Historia de Madrid (Ediciones La Librer¨ªa). ¡°Hay dos explicaciones: una, que hab¨ªa una osa en el primer escudo de Madrid (hoy es un oso) que se corresponde con la Osa Mayor; y dos, que los pueblos celt¨ªberos anteriores a la romanizaci¨®n eran los carpetanos. Carpetum en lat¨ªn es carro, que es el otro nombre (y el aspecto) de la Osa Mayor¡±.
? Cielo turbio. A pesar de todo, si miran al cielo de noche en Madrid ver¨¢n pocas estrellas. La contaminaci¨®n lum¨ªnica es ese brillo del cielo nocturno que impide la contemplaci¨®n del firmamento, causado por iluminar mucho y mal. Adem¨¢s de robarnos la silenciosa compa?¨ªa de los astros, puede afectar a los ecosistemas, alterando la biolog¨ªa de los insectos o a la salud de los ciudadanos, al interferir en los ciclos de sue?o. Madrid es una de las ciudades con mayor contaminaci¨®n lum¨ªnica de Europa y afecta, como un p¨¢lido resplandor en el cielo, a unos 70 o 100 kil¨®metros a la redonda, a pesar de la retirada de neones por el Ayuntamiento (en la que se indult¨® a cinco, entre ellos el de T¨ªo Pepe en Sol o el de Schweppes en Callao).
? Bajo la c¨²pula. Entonces, si uno tiene nostalgia de las estrellas que disfrutaban sus antepasados en un cielo di¨¢fano, puede acercarse al Planetario de Madrid y echar un vistazo a lo que nos est¨¢ vedado. Pero ojo: ¡°En el Planetario no s¨®lo proyectamos el cielo nocturno, sino tambi¨¦n documentales cient¨ªficos de todo tipo¡±, explica la directora, Asunci¨®n S¨¢nchez Justel. El Planetario fue pionero en Espa?a, aunque ahora han proliferado muchos asociados a museos de la ciencia, como, por ejemplo, el del CosmoCaixa en Alcobendas. En los 25 a?os de vida del Planetario, ¡°ha habido una renovaci¨®n tecnol¨®gica en los planetarios, que han incorporado tecnolog¨ªa digital. Sin embargo, debido a la crisis, hay que reconocer, con todo el cari?o, que nuestro Planetario se ha quedado un poco atrasado¡±, lamenta la directora.
? Calles estelares. Tambi¨¦n hay astros en las calles de Madrid. Por ejemplo, en el barrio de la Estrella (Retiro), que comenz¨® a construirse por la compa?¨ªa Seguros La Estrella en 1957 nombrando a las calles como Perseo, Piscis o Estrella Polar. El mismo fen¨®meno se da en Barajas: ¡°Cuando este pueblo fue anexionado a Madrid en 1950, los nombres de sus calles que estaban repetidos en Madrid, como la plaza Mayor o la calle Mayor, fueron cambiados para evitar duplicidades. En Barajas tocaron los astros; en Hortaleza, los mares; en Carabanchel, los frutos¡¡±, dice Isabel Gea, autora de Los nombres de las calles de Madrid (Ediciones La Librer¨ªa). Es posible que la calle de la Estrella, en el centro, se llame as¨ª porque cuando pas¨® un cometa, en 1445, que permaneci¨® mucho tiempo en el cielo, el pueblo iba a esa colina a contemplarlo, explica Gea. En la aleda?a calle Luna se batieron en duelo bajo la luna don ?lvaro de C¨®rdoba y Francisco Crispi Daura, en tiempos de los Reyes Cat¨®licos. Y claro est¨¢: la Puerta del Sol, cuyo nombre se debe a una antigua puerta de la ciudad, adornada con un Sol, que daba al oeste, por donde cada ma?ana asoma el astro rey.
? ?Hay vida ah¨ª fuera? Es la pregunta que se hacen en el Centro de Astrobiolog¨ªa del CSIC y el INTA, en Torrej¨®n de Ardoz. Cient¨ªficos de diferentes disciplinas investigan si la vida es compatible con las condiciones de otros planetas, c¨®mo se forman los sistemas planetarios o c¨®mo surgi¨® la vida en la Tierra. Tambi¨¦n los organismos extrem¨®filos, capaces de vivir en medios muy ¨¢cidos (como en el r¨ªo Tinto, Huelva), hipersalinos (como el mar Muerto) o a temperaturas extremas. ¡°No hemos visto ninguna forma de vida fuera, pero eso no quiere decir que no exista¡±, resume Javier G¨®mez-Elvira, el director del centro. Y confirma que no esconden en el s¨®tano ning¨²n extraterrestre verde y cabez¨®n.
? Astros pop. La calle Mart¨ªn de los Heros, conocida por sus cines, es desde el pasado junio el paseo de la Fama, un trasunto de Hollywood Boulevard en cuyo suelo brillan 25 estrellas dedicadas a los m¨¢s c¨¦lebres actores y cineastas espa?oles. El universo tambi¨¦n est¨¢ presente en Malasa?a, en el popular bar La V¨ªa L¨¢ctea, que desde la movida (por cierto, una revista fundamental de esa ¨¦poca loca fue La Luna, dirigida por Borja Casani) hasta hoy sigue ofreciendo noches roqueras y c¨®smicas, igual que la sala Sol, en la calle Jardines.
? De Madrid al cielo. Es el m¨¢s popular dicho sobre la ciudad. ¡°En realidad el dicho completo es ¡®De Madrid al cielo, y en el cielo, un agujerito para verlo¡¯, explica Marco Besas, coautor de los libros Madrid oculto (Ediciones La Librer¨ªa). ¡°Se refiere a la ¨¦poca en la que Carlos III remoz¨® Madrid: despu¨¦s de Madrid daba igual morir. Eso s¨ª, hab¨ªa que dejar el agujerito para seguir vi¨¦ndolo desde el cielo¡±. Tambi¨¦n circula la idea de que la frase original era ¡°de Madrid, el cielo¡±. Se refiere a la ¨¦poca en la que la ciudad a¨²n no ten¨ªa saneamiento y el hedor emanaba de las calles. Ol¨ªa tan mal, que lo ¨²nico bueno de Madrid era el cielo. Aunque esta opci¨®n a Besas le parece m¨¢s inveros¨ªmil. ¡°En cualquier caso, una cosa cierta es que siempre se ha hablado mucho del cielo de Madrid, de su color azul ¨²nico y de sus atardeceres espectaculares¡±, concluye. Cada tarde, mirando hacia el oeste (desde el Palacio Real, las Vistillas o el Templo de Debod, por ejemplo), el espect¨¢culo del crep¨²sculo est¨¢ asegurado.
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