Crisis y recetas sabias seg¨²n Pla
El 'Retaule de la inflaci¨®', de Josep Pla, no tiene desperdicio y merece una edici¨®n manejable
Un envite de Xavier Pla a conversar en la Pedrera sobre el escritor de quien es hom¨®nimo, el gran Josep Pla, ha sido ocasi¨®n formidable de leer con ojos bien abiertos distintas p¨¢ginas planianas. Me he convertido en adepta, sin fisuras, de su novela Nocturn de primavera, que, por suerte y empe?o de Baltasar Porcel, tenemos disponible en edici¨®n manejable (Destino, 2006) y no s¨®lo en el mamotreto, dicho sea con afecto, de las obras completas. Es un agudo fresco sobre la sociedad burguesa, catalana en este caso, y su profunda incapacidad para decir la verdad y por tanto para afrontarla; una narraci¨®n que podr¨ªa haber estimulado a Bu?uel, que gustaba de adaptar relatos realistas y convertirlos en pel¨ªculas profundamente trastornadoras de t¨®picos y convenciones, encontrando el punto de fuga que comparten lo real y lo inconsciente, lo que se dice y lo que se calla.
Pero, vaya, en tiempos de crisis, lo mejor ha sido, y as¨ª lo recomiendo, El retaule de la inflaci¨®, que por desgracia s¨®lo se puede leer en el volumen 6 de las obras completas planianas, que lleva por t¨ªtulo el de su otra novela hasta ahora conocida, La vida amarga. Lo tengo prestado por una biblioteca.
No tiene desperdicio. Si fuera editora, emprender¨ªa a toda pastilla la publicaci¨®n en solitario de El cercle de Berl¨ªn, peque?o tr¨ªptico entre period¨ªstico e imaginativo, del que el retablo es la primera parte. Convertir¨ªa asimismo el Retaule en cabaret y quiero creer que ser¨ªa un ¨¦xito de p¨²blico, editorial y teatral.
Se argumenta hoy que Alemania est¨¢ como quien dice m¨¢s traumatizada por la inflaci¨®n que conoci¨® tras la I Guerra Mundial que por el nazismo y se repite que Pla qued¨® marcado por lo mismo al llegar a Berl¨ªn como periodista y por ello desconfi¨® siempre del dinero en altas sumas. Bastante m¨¢s se podr¨ªa decir sobre Pla y el dinero, me parece, pero mejor lo dejamos para otro d¨ªa y, ahora, vayamos al grano de la crisis inaugural de todas las crisis, la madre del cordero. Crisis? What crisis?, cantaba Supertramp en 1975, y no est¨¢ de m¨¢s recordar este t¨ªtulo duradero, surgido a su vez de un di¨¢logo de la peli El d¨ªa del Chacal, de Fred Zinnemann, en 1973, a?o de la crisis del petr¨®leo, adaptaci¨®n de la novela de Frederick Forsyth sobre un atentado fallido a De Gaulle en 1963. ?Crisis? ?Cu¨¢l de ellas?, propongo en versi¨®n siglo presente.
Pla llega a Berl¨ªn en agosto de 1923, alej¨¢ndose de la dictadura de Primo de Rivera reci¨¦n inaugurada. No habla alem¨¢n, por lo que est¨¢ casi siempre con Eugeni Xammar, 10 a?os mayor que ¨¦l, periodista de primera, pol¨ªglota y diplom¨¢tico, casado con la traductora Amanda F¨¹rstenwerth y con piso en el 124 de Kantstrasse, en el barrio de Charlottenburg, coraz¨®n berlin¨¦s. Un presentista, le define Pla, con un adjetivo que merece mayor fortuna, un hombre que vive el presente a tope. La crisis es galopante, todo cuesta un mont¨®n de dinero. Xammar conmina a afrontar la crisis.
?C¨®mo? Gastando en compras imprescindibles para reforzar la posici¨®n social. Objetivo: no dejar de comer sano, no perder los modales y hacer contactos. Xammar proclama, por decirlo corto, la guerra a la margarina. ?Qu¨¦ hacer? Aunque ya tiene un gato, necesitan, le dice a Pla, un animal m¨¢s sociable, o sea un perro, y un perro de raza, por m¨¢s caro que sea, para pasear por el barrio. Todo el mundo les respetar¨¢, querr¨¢n saludarles y las tiendas les fiar¨¢n. Conseguido el prop¨®sito, el siguiente paso es convertir el apartamento de Kantstrasse en lugar de encuentro de distintas gentes, que as¨ª los anfitriones ser¨¢n conocidos y reconocidos en Berl¨ªn y tambi¨¦n Pla, de 26 a?os, escritor al que Xammar respeta y alienta. Trabajan como locos en sus corresponsal¨ªas y a sobrevivir se meten, cuenta el Retaule con imaginaci¨®n soberbia y sentido documental preciso. Al sagaz cronista Joseph Roth le habr¨ªa encantado.
Uno de los visitantes, un tal Tassin, les hab¨ªa propuesto un negocio, la traducci¨®n ¡°al sudameric¨¤¡± de la ?tica del pr¨ªncipe y anarquista ruso Kropotkin. Tassin le¨ªa el original ruso traduci¨¦ndolo a una mezcla franco-alemana y los catalanes lo pasaban a los modismos y gram¨¢tica del espa?ol americano, siendo Pla el encargado de ¡°precisar el l¨¦xico filos¨®fico de la obra y reforzar, en cierta manera, su sustancia¡±. Con lo que ganan, compran ¡°el c¨¦lebre pequin¨¦s que dej¨® maravillada a toda la burgues¨ªa de buena parte de Kantstrasse¡±. Por un tiempo consiguieron capear la crisis. Tal vez valga la pena considerarlo en esta ¨¦poca inclemente de recortes.
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