Impuestos suecos, servicios catalanes
No se puede fijar un IRPF a la sueca y dar a la ciudadan¨ªa servicios deficientes, enterrando la cohesi¨®n social
La decisi¨®n del Gobierno de Mariano Rajoy de situar la tributaci¨®n del IRPF solo por detr¨¢s de Suecia y B¨¦lgica permite reabrir el debate sobre el tipo de servicios que las Administraciones prestan a la mayor parte de la ciudadan¨ªa. Esta semana EL PA?S ha publicado la historia de Felipe Rivas, un vecino de Tarragona que, v¨ªctima de un infarto, acab¨® siendo atendido en Bellvitge porque el servicio de hemodin¨¢mica del hospital Joan XXIII iba a cerrar al cabo de 30 minutos y no est¨¢ el horno para pagar horas extras. El tiempo es oro para la Administraci¨®n, pero tambi¨¦n deber¨ªa serlo para el administrado infartado. Sirva esta par¨¢bola, que tuvo final feliz, para ver el escenario en que se produce: Catalu?a supera el 52% de IRPF ¡ªel nuevo m¨¢ximo¡ª fijado por Rajoy; ya en ¨¦poca del tripartito, el tipo marginal auton¨®mico aument¨® dos puntos (hasta situarse en el 23,5%) desde los 120.000 euros anuales y cuatro puntos porcentuales (alcanz¨® el el 25,5%) a partir de los 175.000. En t¨¦rminos de estricta ciudadan¨ªa, la mayor¨ªa paga impuestos del norte de Europa por tener unos servicios muy, pero que muy latinos. Contra los t¨®picos que difunden los apologetas del troceo y la apertura al capital privado de la sanidad p¨²blica, la ciudadan¨ªa patria ¡ªseg¨²n un reciente informe de la OCDE¡ª tira menos de m¨¦dico que los alemanes. Las cifras son elocuentes: 8,2 veces por habitante y a?o en Alemania, 7,5 veces por habitante y a?o en Espa?a.
La realidad muestra que, tanto en el aumento del IRPF como en el de las tasas, el sobreesfuerzo fiscal es un miserable aperitivo destinado a saciar la voracidad financiera de la crisis y no a mantener servicios y cohesi¨®n social. El Gobierno de Rajoy subi¨® los tipos marginales del IRPF para salvar los muebles ante Europa. Hubo buena intenci¨®n, aunque para los mercados la credibilidad fue ef¨ªmera.
La mitad de esos m¨¢s de 4.000 millones que recaudar¨¢ el Estado con el aumento del IRPF no procede de los m¨¢s ricos, sino de quienes cobran entre 17.707 euros anuales ¡ªlos mileuristas¡ª y los que se quedan por debajo de los 53.407 euros al a?o. Eso s¨ª, todo dentro de la liga del IRPF. De las SICAV y de las grandes fortunas, ni hablemos, porque tambi¨¦n en Espa?a pagar¨ªa menos impuestos Warren Buffett que su secretaria. La evidencia de qui¨¦n paga deber¨ªa obligar a los Gobiernos a dejar de hacer de la austeridad una est¨²pida virtud y ocuparse un poco m¨¢s de fijar objetivos que no lesionen la cohesi¨®n social. El Ejecutivo catal¨¢n, en plena crisis, no puede endurecer las v¨ªas de acceso a la renta m¨ªnima de inserci¨®n para ahorrarse 50 millones de euros, los mismos que ha dejado de recaudar en un a?o al eliminar el impuesto se sucesiones. Porque el problema de fondo es que el contrato social est¨¢ en peligro. Si en el IRPF vamos parejos con Suecia, no sucede lo mismo en cuanto a cohesi¨®n social. La desigualdad ha llegado a su nivel m¨¢s alto en los ¨²ltimos 30 a?os. Y Espa?a, en 2010, no subi¨® al podio de los rezagados de la UE de los 27 por los pelos: solo qued¨® por detr¨¢s de Letonia, Lituania y Ruman¨ªa.
Hoy en estas p¨¢ginas recorremos la geograf¨ªa de la desigualdad en la piel de Barcelona. La brecha entre los barrios de Can Peguera y Les Tres Torres es abismal. Y crece cada a?o. Es como si la sociedad que acog¨ªa al Onofre Bouvil¨¢ de?La ciudad de los prodigios resucitase.
El triunfo del modelo europeo, levantado sobre el miedo al comunismo sovi¨¦tico por socialdem¨®cratas y democristianos, ha de permitir revisar en profundidad el modelo fiscal. Adem¨¢s de subir impuestos y tasas ¡ªcomo todos hacen aunque en sus programas se comprometan a lo contrario¡ª, se debe enfatizar con medidas concretas: en la lucha contra el fraude fiscal, a favor de la eliminaci¨®n de determinadas exenciones y con la revisi¨®n al alza de las tasas sobre la transferencia de activos. En Espa?a permanecen ocultas a Hacienda bases imponibles por unos 300.000 millones de euros. Y todo ello sin mentar la bicha de las SICAV o el impuesto sobre grandes fortunas. Si los impuestos van a ser suecos, es bueno que algunos dejen de hacerse el sueco. ?O es que el esfuerzo no debe ser de todos?
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