Campos magn¨¦ticos
Esto m¨¢s que una crisis es un golpe de Estado de una civilizaci¨®n paralela
El otro d¨ªa fui corriendo a ver una exposici¨®n porque le¨ª en el diario que la Generalitat chapaba la sala, y bajando La Rambla me sent¨ª como el sobrino que no va a ver a su t¨ªa hasta que no le avisan de que se est¨¢ muriendo. El tijeretazo se lo ha llevado el Espai Laboratori, que es la secci¨®n del centro Arts Santa M¨°nica dedicada a las exposiciones que investigan sobre la relaci¨®n entre arte y ciencia. Tambi¨¦n contaba el diario que era la ¨²nica sala de este tipo que hay en Barcelona. No es que no me guste ir a ver cosas, pero hay tanto y tanto por leer, que me pasar¨ªa el d¨ªa encerrado hablando con fantasmas tipogr¨¢ficos. Es un sinvivir. Acabo prefiriendo ver lomos de libros en las librer¨ªas a ver pel¨ªculas; pero es que por el lomo es por donde el libro hace su telepat¨ªa. Baj¨¦ La Rambla, digo, cant¨¢ndome por Radio Futura para adentro (as¨ª no pago a SGAE). Ese hombre que mide su tierra con arma de fuego ?qui¨¦n es?, se pregunta Auser¨®n en su viejo disco, y cada cual elige su agrimensor favorito. Por ejemplo, por la ¨¦poca en que Kafka escrib¨ªa El castillo los surrealistas encargaron a Andr¨¦ Breton y a Philippe Soupault la agrimensura de los campos magn¨¦ticos, y de ese modo, con el surrealismo, la escritura autom¨¢tica obtuvo papeles de residencia en el reino de la literatura. (La literatura es el reino oculto de la naturaleza, los otros, los reinos declarados, son tres: el animal, el vegetal y el mineral, como pon¨ªa en el libro de Naturales). La exposici¨®n que hay estos d¨ªas en el Espai Laboratori es alucinante. Se titula Campos invisibles. Geograf¨ªas de las ondas de radio, y va, entre otras cosas, sobre unos experimentos art¨ªsticos que le dan dimensi¨®n pl¨¢stica a estas ondas. Supongo que para las ondas debe ser como pasar de un mundo a otro paralelo. Los domingos tambi¨¦n hacen talleres familiares gratuitos. Uno lo llevan los de la red procom¨²n guifi.net; otro est¨¢ a cargo de los Luthiers Drapaires, que se dedican al reciclado creativo de residuos tecnol¨®gicos. Ah¨ª se ense?a a confeccionar antenas, a fabricarse un theremin con tres radios de AM y a hacer visibles las ondas magn¨¦ticas. Desde el reino mineral, la naturaleza tambi¨¦n emite sus ondas. Con un receptor de frecuencia muy baja es posible captar el espectro electromagn¨¦tico de las auroras boreales, de las tormentas solares, de las placas tect¨®nicas. En otra parte de la exposici¨®n se pasan los v¨ªdeos del noruego Timo Arnall, que ha grabado las calles de Oslo y que nos las muestra cortadas por las barreras blancas del wi-fi, y uno se queda con la impresi¨®n de que somos ganado cercado (pero esto ya lo intu¨ªa Charles Fort encerrado con su colecci¨®n de fichas y de recortes de peri¨®dicos cuando, refiri¨¦ndose a las desapariciones en cat¨¢strofes naturales de tantos miles de personas, dec¨ªa que a lo mejor somos el vivero de otra civilizaci¨®n que nos va pescando). En otra pantalla, se ve c¨®mo de las superficies planas brotan arcos lum¨ªnicos y c¨®mo los espejos vomitan volcanes de ondas electromagn¨¦ticas convertidas en luz. Hay una forma visual de los campos magn¨¦ticos que tiene el aspecto de una bola de pelo o de una de esas plantas rodantes de los pueblos del Lejano Oeste. Y luego hay un sitio donde las sombras de los visitantes se convierten en se?ales humanas que barren el dial radiof¨®nico, y con su movimiento se cambia de frecuencia y se sube y se baja el volumen.
?Cu¨¢les son las ondas que emite un recorte? A la gente se le recorta el m¨¦dico, se le recorta el pupitre y se le recorta el derecho a saber. De este modo, esto m¨¢s que una crisis es un atraco. Es un golpe de Estado de una civilizaci¨®n paralela, de la civilizaci¨®n del dinero, que nos acorrala, como hemos podido ver en la exposici¨®n, entre las vallas invisibles del wi-fi para luego servirse de nosotros como ganado, como vivero. ?Qui¨¦n dijo que Charles Fort no estaba en lo cierto? Provocan tempestades y nos pescan.
Una forma de los campos magn¨¦ticos tiene el aspecto de una bola de pelo
Otro surrealista, Paul ?luard, dijo que era necesario buscar un cataclismo en los tiempos antiguos para comprender los tiempos modernos. Esto es Marx subtitulado con el cine sonoro de Chaplin. Pero tambi¨¦n lo dijo un verano Georgie Dann a su manera: el dinosaurio es un tontorr¨®n pero tiene buen coraz¨®n. En Espa?a se ha impuesto la teor¨ªa de que la extinci¨®n de nuestros dinosaurios tuvo lugar por la ca¨ªda de un meteorito de democracia. Sin embargo, de la llegada de ese meteorito que iba a acabar hasta con los diplodocus (la rama de los dinosaurios de la diplomacia) la ¨²nica constancia que hay es un mont¨®n de hoyos abiertos en todo tipo de cunetas y laderos, llenos de huesos y de lombrices, que son como el agujero del chiste, ese en el que empujan adentro a todo el que se va asomando a mirar qu¨¦ pas¨®. Tambi¨¦n est¨¢ recogida la b¨²squeda del cataclismo que acab¨® con los dinosaurios, en Antonio Machado, en su Juan de Mairena, cuando el maestro dice que le basta con ver la cara del padre para saber qu¨¦ nota va a poner a sus alumnos. (Me acuerdo mucho de este pasaje siempre que se asegura de alguien que es uno de los padres de nuestra democracia.) Yo era un tonto, y lo que he visto me ha hecho dos tontos, escrib¨ªa Alberti con su pelo blanco de sal cuando era joven y saleroso. Pero lo de la juventud ya es otro cataclismo, hermano.
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