Camps y el otro veredicto
Pese a ser declarado no culpable, el expresidente sigue siendo un referente inc¨®modo para el Partido Popular
El ajustado veredicto sobre la no culpabilidad del expresidente del Consell, Francisco Camps, ha disparado la adrenalina no solo en el principal afectado sino, como es l¨®gico, tambi¨¦n en aquellos que han quedado desubicados en la estructura de poder que ¨¦l levant¨® y que el nuevo inquilino del Palau de la Generalitat, Alberto Fabra, est¨¢ adaptando a su inter¨¦s. Camps ha recuperado el verbo, incluso su chispeante desinhibici¨®n, y espera una satisfacci¨®n de quienes le exigieron que se inmolara para no poner en riesgo la mayor¨ªa absoluta del PP en Espa?a. Pero no solo eso: tambi¨¦n le gustar¨ªa, por lo que ha explicado a los medios de lo que ¨¦l denomina ¡°la Espa?a limpia¡±, que aquellos que dudaron de su honorabilidad hincaran la cerviz.
Est¨¢ exultante, como dicen que ya lo estuvo la noche anterior al veredicto quienes lo vieron entrar en la sede del Consejo Jur¨ªdico Consultivo. Sin embargo, a Camps le sobran los motivos para no estarlo tanto, pese a que ha superado el tr¨¢mite administrativo para eludir una multa por cohecho pasivo impropio. La calle tiene otro veredicto, y no precisamente porque se haya producido el abominable juicio paralelo, sino porque el ejercicio aritm¨¦tico del jurado popular, sin que ello suponga faltar al respeto de la justicia, no ha servido para disipar las sombras de sospecha que se ciernen sobre el expresidente.
Este fallo, pese a la explosi¨®n de j¨²bilo de la sala, no devuelve a Camps (no ya a la presidencia de la Generalitat) ni siquiera a la posici¨®n anterior al esc¨¢ndalo. Su consideraci¨®n, por mucho futuro que le augure su entorno, ha quedado deteriorada de forma irreparable. El tufo que le han impregnado las conversaciones con ?lvaro P¨¦rez, El Bigotes, con quien seg¨²n la mayor¨ªa del jurado manten¨ªa una ¡°relaci¨®n comercial¡±, no lo ahoga ni el agua de todos los trasvases que enso?¨® en sus d¨ªas de jefe del Consell. Lo mismo que la connotaci¨®n indumentaria de su apellido no la desincrusta ya ni la Real Academia Espa?ola. Es tinta china.
Camps sigue siendo un referente inc¨®modo para el PP incluso como no culpable. El ¡°ya veremos¡± de Mariano Rajoy es la confirmaci¨®n del otro veredicto, que viene agravado por otros valores a?adidos. En sus d¨ªas de gobernante floreci¨® el amplio espectro de casos de corrupci¨®n que han puesto a la Comunidad Valenciana en el mapa (G¨¹rtel, Brugal, Emarsa, Fabra...), cuyas deflagraciones todav¨ªa est¨¢n por llegar y levantan gran inquietud en la calle G¨¦nova por el impacto de su onda expansiva. Sobre todo, por la causa que investiga la financiaci¨®n del PP valenciano, donde el nombre del expresidente a¨²n podr¨ªa estropearse m¨¢s si cabe. Aparte, el foco de la crisis ha convertido a Camps en el paradigma del despilfarro en Espa?a, y su desastrosa gesti¨®n est¨¢ llevando de cabeza al sucesor que eligi¨® el propio Rajoy sin contar con los barones locales. Y algo no menos desde?able: el PP necesita ofrecer muestras de su regeneraci¨®n apartando a aquellos que empa?an la imagen de rectitud y austeridad que pretende transmitir.
De lo contrario, m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica de circunstancias, el partido le habr¨ªa dado calor. Incluso Rita Barber¨¢ se habr¨ªa ahorrado la met¨¢fora fluvial (¡°el agua de los r¨ªos nunca vuelve para atr¨¢s¡±) y no se habr¨ªa escondido la tarde del veredicto. Ni Juan Cotino le habr¨ªa recomendado que se tomara un a?o sab¨¢tico. Por cierto, ?se puede tomar un diputado, como lo es Camps, un a?o sab¨¢tico? ?Lo permite el reglamento? Es m¨¢s: ?puede sugerirlo el propio presidente de las Cortes Valencianas? ?O es que en realidad le estaba pidiendo que dejara de una vez el esca?o?
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