El silencio de la periferia
Del barrio de Bes¨°s me llevo el silencio. Impresiona que sea tan denso, opaco, vuelto hacia dentro, como una pregunta
El Bes¨°s es el ¨²ltimo barrio de Barcelona yendo hacia el r¨ªo hom¨®nimo, un r¨ªo que la ciudad nunca ha hecho suyo. Es, pues, un barrio perif¨¦rico, pero en el discurso oficial Barcelona no tiene periferia. La ciudad perfecta no se lo puede permitir. Sin embargo, la continuidad urbana se pierde cuando una sale del metro y empieza a caminar. Es un mundo permeable, pero es un mundo aparte.
El barrio est¨¢ formado por bloques paralelep¨ªpedos y estrechos, tan modestos que no se diferencia la fachada de la parte de atr¨¢s. Hay ropa tendida, de colores intensos, pero casi no hay plantas en las ventanas; tampoco hay balcones, pero s¨ª autos aparcados, algunos flamantes. Lo caracter¨ªstico de este tipo de barrios es que no se organizan por calles convencionales, sino por bloques. El espacio que separa un bloque de otro es p¨²blico y peatonal, se forman como patios desiertos y pelados, sin mobiliario y sin nada. Si hay que pasar se pasa, pero es evidente que son patios t¨¢citamente privados. Est¨¢ muy limpio, no por celo municipal, sino por el poco uso. En uno de estos espacios muri¨® el joven senegal¨¦s que jugaba a f¨²tbol con los amigos.
Dijo entonces el alcalde Trias: ¡°no es un crimen racista¡±. Lo primero que aprende un pol¨ªtico es a tener miedo de las palabras. Barcelona no es racista, pero s¨ª fue un crimen racista: fue, digamos, una intolerancia propia de grupos cerrados. No me da la gana que juegues al futbol en mi patio, negro de mierda. Lo que a un grupo de chicos gitanos se le habr¨ªa permitido, a un senegal¨¦s no. Y es cierto que en el barrio cada grupo ¨¦tnico va a lo suyo. Mientras paseo, intento percibir alguna tensi¨®n latente y no, no hay nada. La respuesta de los senegaleses al crimen tambi¨¦n fue ¨¦tnica: vinieron a manifestarse de todas partes de Barcelona, pero eran solo ellos, los senegaleses, los que protestaban. Unos pocos intentaron hacer un Tottenham: quemaron alg¨²n contenedor, pero la cosa no cuaj¨®, porque en Barcelona la falta de expectativas es cosa de dos d¨ªas, no de dos generaciones, y no hay rabia acumulada. Todav¨ªa no.
Dijo Assumpta Escarp, de la oposici¨®n socialista: ¡°Es un problema de cohesi¨®n social¡±. Tampoco: el barrio est¨¢ cohesionado, pero no unido. Falta cohesi¨®n cuando entre un grupo o individuo y el siguiente en la escala hay una brecha insalvable, un abismo. Aqu¨ª hay continuidad, es un barrio digno; escueto pero digno. Algunos bloques son m¨¢s bajos que otros, y parecen m¨¢s precarios, pero no hay miseria formal: de puertas adentro, qui¨¦n sabe. Lo que sorprende es la falta de barrio, precisamente, y es porque todo est¨¢ demasiado pelado: no hay bares, ni terrazas, ni comercio. Est¨¢n los equipamientos necesarios, desde del centro cultural al mercado ¡ªtambi¨¦n un mercado ambulante¡ª pero no hay vida colectiva, al menos en la parte que toca al F¨®rum. La gente va y viene, pero no comparte. M¨¢s arriba, hacia la calle de Bernat Metge, donde los bloques se desordenan, aparece como por arte de magia una plaza normal, llena de criaturas jugando en juegos. El espacio p¨²blico tiene que estar formalizado, tiene que explicar su funci¨®n, tiene que atraer al usuario. Alrededor, bares y tiendas aportan vida. La ciudad hace ciudad.
Alguien dijo, ante el conflicto, que hab¨ªa que crear entidades. Eso es voluntarismo. Al fin y al cabo hay carteles que piden que se participe en las elecciones de la Asociaci¨®n de Vecinos. Que todo el mundo quiera a todo el mundo es una aspiraci¨®n id¨ªlica, lo importante es poder compartir lo que es p¨²blico. El parque del Bes¨°s, inmenso, est¨¢ tan vac¨ªo como siempre, y eso me demuestra que aqu¨ª hay suspicacias, que los grupos se miran de reojo. No compiten, como tambi¨¦n se dice, por las ayudas sociales, que se reparten con equidad; compiten por un espacio p¨²blico segregado, no te metas en mi patio. Compiten por poner freno al desconcierto: ya no tienen, como antes, el futuro claro. Compiten por la econom¨ªa sumergida. Si hacen falta m¨¢s entidades, no pueden hacerlas los servicios sociales; tienen que nacer del esfuerzo colectivo, de una necesidad, o siempre ser¨¢n un pegote. Del barrio de Bes¨°s me llevo el silencio. Impresiona que sea tan denso, tan opaco. El barrio es introspectivo, vuelto hacia dentro, como una pregunta.
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