Adoctrinar
Que cada vez que haya cambio de Gobierno se lleve a cabo una reforma educativa es un incordio para muchos y una bendici¨®n para unos pocos (verbigracia, para los editores de libros de texto). En general, es una muestra preclara de lo que le cuesta a nuestra democracia escapar de su cors¨¦ cortoplacista, ver m¨¢s all¨¢ y pactar pol¨ªticas de largo alcance. De la nueva reforma que se avecina, s¨®lo me detendr¨¦ en el jaleo renovado en torno a la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa (EPC), en adelante reconvertida en Educaci¨®n C¨ªvica y Constitucional (ECC).
La pol¨¦mica que ha suscitado esta materia en los ¨²ltimos a?os es sorprendente: activ¨ªsimas campa?as de sectores conservadores desprestigiando y caricaturizando su sentido y contenido; asociaciones de padres objetores con el lema: ¡°Porque no quiero un caballo de Troya en mi casa; porque la moral, a mis hijos, se la ense?o yo¡±; m¨¢s de 50.000 casos de objeci¨®n de conciencia, unos 3.000 expedientes judiciales y una sentencia del Tribunal Supremo desestimando esas objeciones. La acusaci¨®n m¨¢s com¨²n ha sido la del adoctrinamiento ideol¨®gico. Supuesto adoctrinamiento del que ¡ªha anunciado el ministro Wert¡ª estar¨¢ libre la nueva materia de ECC, centrada en cambio ¡°en el conocimiento de la Constituci¨®n, as¨ª como la historia de la Uni¨®n Europea y sus instituciones¡±.
Es llamativo que quienes m¨¢s se quejan de la crisis de valores, quienes m¨¢s lamentan y deploran el relativismo moral que nos caracterizar¨ªa, son los m¨¢s contrarios en cambio a la ense?anza de una ¨¦tica p¨²blica y com¨²n. Por una parte, los que creen en la solidez de la ense?anza religiosa, insustituible a su juicio por una materia laica igualmente s¨®lida en t¨¦rminos ¨¦ticos; por otra, los que repiten que lo importante es que haya m¨¢s clases de matem¨¢ticas, lengua o econom¨ªa, y no esas materias mar¨ªa, caracterizadas por su meliflua utilidad o su parca rentabilidad.
A¨²n no sabemos exactamente cu¨¢l ser¨¢ el contenido del cambio de EPC a ECC, pero lo que s¨ª resulta claro es la tendencia a priorizar el aspecto jur¨ªdico e institucional frente al propiamente ¨¦tico y pol¨ªtico, terreno propicio a la deliberaci¨®n y el debate. Recuerda a la postura que mantiene el propio Partido Popular respecto al matrimonio homosexual: lo que en realidad han puesto en duda durante todos estos a?os es su moralidad; pero en lugar de plantear el debate en el plano ¨¦tico, lo llevan al jur¨ªdico, como si fuera un mero asunto de encaje ¡ªo desencaje¡ª constitucional. Si la asignatura se centrara s¨®lo en los acuerdos jur¨ªdicos, en la estructura institucional, sin servir de reflexi¨®n al c¨®mo y porqu¨¦ de esos acuerdos, sin fundamentar y cuestionar su legitimidad, resultar¨ªa sin duda coja. En definitiva, puede que a ser buena persona se ense?e en casa (se deber¨ªa, al menos); pero, ?y a ser buen ciudadano? ?Es ¡°adoctrinar¡± ense?ar e invitar a reflexionar sobre ello?
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