Perplejidad empresarial
El 'poder valenciano', que deber¨ªa hacer prevalecer los intereses de la Comunidad Valenciana en Madrid ¡ª?por qu¨¦ no en cualquier parte de Espa?a?¡ª, pr¨¢cticamente se ha evaporado
Las crisis y las pugnas internas en el mundo empresarial se han sucedido a lo largo de su reciente historia, desde la creaci¨®n de las confederaciones empresariales en 1977, coincidiendo con la etapa de la transici¨®n democr¨¢tica. La crisis actual tiene sus antecedentes en las de los a?os ochenta y noventa, que replantearon la necesidad de reforzar las organizaciones empresariales y su actuaci¨®n coordinada a partir de su estabilidad interna y de los condicionantes que exige su independencia, para poder cumplir con su misi¨®n y ser eficaces.
En febrero de 1981, Luis Espinosa, entonces secretario de la Federaci¨®n Metal¨²rgica (Femeval), escrib¨ªa en un editorial firmado de la revista Valmetal: ¡°Algunas empresas han arrojado la toalla. Tras varios a?os de lucha, de intentar potenciarse por medio del esfuerzo colectivo, han decidido abandonar las naves de la solidaridad empresarial¡±, a?ad¨ªa en un escrito sin desperdicio: ¡°Es la hora del desencanto, de un s¨¢lvese quien pueda desorganizado¡±.
Algunos acontecimientos recientes, aderezados con acciones de agitaci¨®n y propaganda, permiten augurar intentos de volver a las andadas, en unos momentos especialmente delicados en los que la cohesi¨®n se muestra como necesaria. La espantada del exconsejero de Econom¨ªa Enrique Verdeguer para marcharse a dirigir el ente ferroviario ADIF, que tan certeramente ha glosado Jordi Palafox, es la muestra evidente de que ni nos respetan en Madrid ¡ª?alguna vez lo hicieron?¡ª ni somos capaces de inspirar entusiasmo en estas horas dif¨ªciles. Deber¨ªamos preguntarnos, ?c¨®mo se puede fichar a Verdeguer, para que nos deje plantados seis meses despu¨¦s de haber sido designado para enderezar la econom¨ªa valenciana?
Es posible que desde AVE tengan respuesta a este interrogante, que pone de manifiesto la debilidad de la encrucijada valenciana y la escasa autoridad moral de quienes mandan. Cuando se re¨²nen los poderes f¨¢cticos, la llamada incluye a los presidentes de Feria Valencia y Autoridad Portuaria, que son cargos de designaci¨®n pol¨ªtica (Ayuntamiento y Generalitat). Junto a ellos y a otro nivel intervienen los titulares de las organizaciones empresariales territoriales, C¨¢maras o de AVE. Un mosaico heterog¨¦neo y significativo.
El poder valenciano, que deber¨ªa hacer prevalecer los intereses de la Comunidad Valenciana en Madrid ¡ª?por qu¨¦ no en cualquier parte de Espa?a?¡ª, te¨®ricamente con independencia de tintes pol¨ªticos, pr¨¢cticamente se ha evaporado. En la capital del Estado, as¨ª en conjunto, ni nos quieren ni nos respetan.
No cabe mejor oportunidad para el descr¨¦dito que los indicios de bancarrota en Administraciones perif¨¦ricas para frenar la capacidad territorial de decisi¨®n pol¨ªtica
Los enemigos del poder auton¨®mico, y no principalmente el valenciano, est¨¢n venteando la decadencia del Estado de las autonom¨ªas y ¨²nicamente han de esperar los resultados definitivos de una gesti¨®n irresponsable y nefasta. En nuestro caso, aderezada con esc¨¢ndalos. No cabe mejor oportunidad para el descr¨¦dito que los indicios de bancarrota en Administraciones perif¨¦ricas y locales para frenar la capacidad territorial de decisi¨®n pol¨ªtica.
De este riesgo de descomposici¨®n auton¨®mica se escapan el Pa¨ªs Vasco y Navarra ¡ªgracias a sus conciertos econ¨®micos y a una gesti¨®n sensata¡ª. Catalu?a est¨¢ intentando adelantarse a hacer los deberes para dejar atr¨¢s, cuanto antes, los desastres propiciados por el Gobierno de Jos¨¦ Montilla, cuya figura abochornaba a la mayor¨ªa de los catalanes.
Con lo que ocurre estos d¨ªas en la pol¨ªtica espa?ola se constata que es fundamental la fuerza que proporciona disponer de un grupo parlamentario estrictamente catal¨¢n o vasco en el Congreso de los Diputados. Con ese instrumento consigue Converg¨¨ncia i Uni¨® alcanzar sus objetivos y marcar distancias entre Catalu?a y el resto de Espa?a. As¨ª los catalanes est¨¢n m¨¢s cerca de su concierto econ¨®mico, porque tienen peso pol¨ªtico propio e iniciaron antes que nadie la larga traves¨ªa de los ajustes presupuestarios coherentes para salir lo m¨¢s r¨¢pido posible del atolladero de la deuda p¨²blica.
La Comunidad Valenciana, incapaz de conseguir super¨¢vit como lo ha conseguido la Comunidad de Madrid, ni puede bajar los impuestos, ni consigue retener a sus consejeros, ni a los mejores profesionales y universitarios.
Los empresarios valencianos, desencantados de la cultura de la subvenci¨®n, de la estrategia especulativa y del falso calor del poder, miran hacia los mercados exteriores al grito de: exportar o morir. Percibimos la triste realidad de que ni tenemos recursos econ¨®micos, ni el personal capacitado, ni la experiencia necesaria, ni somos productivos ni competitivos. Repetiremos el modelo del Marqu¨¦s de Campo o Ignacio Villalonga y nos tendremos que marchar a Madrid para hacer carrera en los negocios.
Mientras tanto, se ha puesto la centrifugadora en marcha para hacer ver que los empresarios vuelven a estar enfrentados. Cierto es que Cierval, las c¨¢maras y AVE tienen las mismas ra¨ªces, pero intereses y procedimientos distintos. Las patronales y las C¨¢maras se siguen mirando de reojo, a pesar de que est¨¢n condenadas a entenderse. Otro caso diferente es el de AVE que prefiere los m¨¦todos olig¨¢rquicos, que se entienden muy bien en los centros de decisi¨®n pol¨ªtica, porque los poderes de hecho tienden a entenderse.
Solo hay un remedio. Hay que echar mano de sistemas y estrategias nuevas, que respondan al signo de los tiempos, con imaginaci¨®n, valor y creatividad. La sociedad valenciana de fin del siglo XX ha muerto y hay que buscar el repuesto urgente que sea eficaz para el siglo XXI, sin mezquindad ni torpeza. Todo un reto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.