Acerca de los principios del ¡®trobar clus¡¯
La compa?¨ªa de bandera de la danza moderna cubana ofrece un espect¨¢culo con ¨¦xito parcial
Si quisi¨¦ramos extender un hilo filol¨®gico o de presentar la urdimbre est¨¦tica de la escuela cubana de danza moderna, habr¨ªa que referirse a los cimientos antropol¨®gicos, aquello que Lidia Cabrera llamaba sin eufemismo, ¡°la instintiva naturaleza r¨ªtmica del cubano¡±.
Con los a?os, la compa?¨ªa de bandera de la danza moderna cubana cambi¨® de nombre y prefigur¨® un cambio de orientaci¨®n, un proceso de puesta al d¨ªa en la que todav¨ªa se encuentra inmersa. Evidentemente, no es una tarea de hoy para ma?ana. No s¨®lo cambian las formas y los acentos del baile, sino la relaci¨®n est¨¦tica y la m¨¦dula de las lecturas. As¨ª, el conjunto que dirige, como un obstinado Palinuro en procelosas aguas, Miguel Iglesias, ha centrado energ¨ªas y recursos en la internacionalizaci¨®n del repertorio, y por consiguiente, de la manera de presentar el empaste coral con una ambici¨®n de gusto global.
Danza Contempor¨¢nea de Cuba
Demo-n/Crazy: Rafael Bonachela; Folia: Jan Linkens; Mambo 3XXI: Georges C¨¦spedes. Direcci¨®n art¨ªstica: Miguel Iglesias. Hasta el 23 de febrero.
Esto s¨®lo es posible con una plantilla ¨®ptima, llena de fuerza y virtuosismo, con una escuela s¨®lida y unitaria que le da una parte de la personalidad que buscan: los bailarines son extraordinarios. Falta la otra, la que se refiere propiamente a las obras coreogr¨¢ficas. Es por esto que el ¨¦xito es parcial y admite una reserva, una expectativa.
De la velada presentada en el Teatro Real se salva honorablemente la obra de Jan Linkens, que usa piezas del trovador Gaucelm Faidit, de Antonio Mart¨ªn y Soler y algunos fragmentos sinf¨®nicos de la trilog¨ªa de estilo americano del compositor de ballets Graeme Koehne (Australia, 1956), con claros ecos que remiten a los saboreos r¨ªtmicos de Gottschalk. La plantilla saca pecho y ofrece un claro ejemplo de productividad en la gr¨¢fica de Linkens, la dotan de modulaci¨®n propia.
Es una exultante plasticidad que hace del baile un todo org¨¢nico y sucesivo, coordinado cuando a veces incluso la materia cor¨¦utica es floja (la apertura de Bonachela) o banal (el cierre de C¨¦spedes). Eso quiere decir que es verdad aquel adagio de que no hay mala coreograf¨ªa si hay un excelente int¨¦rprete-bailar¨ªn para sacarla adelante. Esto pasa sobre todo con la fallida, ca¨®tica y poco estructurada creaci¨®n de Bonachela donde repite sus latiguillos formales, una oscuridad pseudointelectual con in¨²tiles tratamientos manidos; se comprende su ¨¦xito m¨¢s medi¨¢tico y efectista que del arte propiamente dicho, un popurr¨ª de cancioncillas ilustradas al estilo televisivo.
Mambo divierte discretamente en sus primeros 10 minutos, tiene cierta garra pero luego afloja la tensi¨®n y hasta la exigencia, con un vestuario que quiere ser urbanita. As¨ª viene a cuento lo del trobar clus, ese canto oscuro que discurre por dentro y que solo se explica en su poes¨ªa mayor, esta vez la de los cuerpos y en ellos, su cimbreo y o¨ªdo, en su elevaci¨®n y control a¨¦reo, todo lo que vehicular¨¢ el verdadero cambio.
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