El Llu¨ªs Vives pelea por su rutina
Profesores y alumnos se esfuerzan por ofrecer una apariencia de normalidad Los alumnos de segundo de Bachillerato ya no pueden salir a la calle en los recreos
El IES Llu¨ªs Vives no es solo el epicentro de la protesta estudiantil por los recortes presupuestarios que sufre la ense?anza p¨²blica. Es tambi¨¦n un instituto en el que se intenta mantener la normalidad de puertas adentro. Profesores y alumnos se esfuerzan por crear una rutina que tiene algo de artificial. Resulta dif¨ªcil centrarse en las materias cuando se tiene la conciencia de que alguno de tus compa?eros ha sido aporreado por la polic¨ªa o que al salir del aula toca ir de manifestaci¨®n para protestar por la violencia de las fuerzas de seguridad.
El instituto mantiene su horario habitual, de ocho de la ma?ana hasta las 14.15 y por la tarde hasta las diez de la noche. Pero es de las pocas cosas que no se han alterado para los mil alumnos del centro. Las tardes tambi¨¦n se aprovechan para hacer asambleas en las que participan los padres de los j¨®venes, que ahora acuden con m¨¢s frecuencia. ¡°Ayer nos quedamos hasta tarde, dice uno de ellos, y el 28, tenemos pensado mantenernos encerrados hasta las ocho de la tarde¡±, manifiesta Julio Olmo, un profesor de tecnolog¨ªa.
¡°Pretendemos que nuestra
¡°La tensi¨®n se palpa en el ambiente¡±, se?ala una chica que espera junto a la puerta. ¡°Por la tarde est¨¢ yendo mucha menos gente. Yo he llegado a estar solo en alguna clase¡±, dice un compa?ero suyo. Hay, sin embargo, un esfuerzo para controlar los nervios, para acompa?ar las quejas con un comportamiento supuestamente ejemplar: ¡°Tratamos de esforzarnos m¨¢s para demostrar que es posible una educaci¨®n p¨²blica y de calidad¡±.
Olmo incide en la autoexigencia de mantener los horarios y el calendario de ex¨¢menes. ¡°Mis compa?eros han tenido bastante faena tratando de canalizar la rabia¡±, comenta, ¡°pero, salvo el turno de noche del pasado martes, que se cancel¨®, pretendemos que todo siga igual¡±.
Fuera est¨¢ rodeado de
Esta voluntad de mantener horarios y fechas de las pruebas de evaluaci¨®n no siempre resiste la coyuntura actual. Dentro, materias fuertes como matem¨¢ticas o lengua se convierten en improvisadas charlas sobre los hechos de estos ¨²ltimos d¨ªas. Fuera, a lo largo de toda la valla, un constante grupo de curiosos y varias furgonetas de televisi¨®n observa cualquier reacci¨®n pr¨®xima: la entrada de alg¨²n profesor, el paso de polic¨ªa o los gritos de simpatizantes. Y m¨¢s all¨¢, en una esfera superior relativa a la opini¨®n p¨²blica, el nombre de este centro se expande por numerosas ciudades del territorio nacional y sus alumnos est¨¢n en cualquier debate que se tercie.
Alberto, estudiante de selectivo, ayer por la ma?ana no sab¨ªa si iba a acudir a la manifestaci¨®n de la tarde: ¡°Es que ma?ana [por hoy] tengo examen...¡±. La carga de trabajo y las protestas diarias le producen un agobio que queda reflejado en sus palabras y en sus gestos.
Aunque el ¨²nico cambio aparente sea que los alumnos de segundo de Bachillerato ya no pueden salir a la calle en los recreos, la vida del centro no es la misma: ya no solo es un colegio legendario de la ciudad sino tambi¨¦n una insignia en boca de todos.
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