Cosas de ¡®La boh¨¨me¡¯
V¨ªctor Pablo P¨¦rez ofreci¨® una versi¨®n transparente, clara y vibrante

Las aguas, aparentemente, han vuelto a su cauce en Barcelona. Funcionan metro y autobuses en la semana estelar de la telefon¨ªa m¨®vil y el Liceo ha estrenado La boh¨¨me sin mayores tropiezos. La amenaza de huelga en el teatro ha quedado en un comunicado, que algunos trabajadores distribu¨ªan a la entrada, en el que se pide que se depuren responsabilidades por la presentaci¨®n y posterior retirada del ERE para suspender las actividades durante dos meses. Da la impresi¨®n de que esta crisis se ha cerrado en falso, de que quedan todav¨ªa cap¨ªtulos dolorosos por escribir: la precipitada retirada de una medida que se present¨® como insoslayable para controlar el d¨¦ficit ha dejado tras de s¨ª una estela de inc¨®gnitas, aumentadas por el anuncio del consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, de que hay que proceder a un ¡°cambio de modelo¡± en la gesti¨®n del teatro, a todas luces inquietante.
Si ya estas circunstancias han elevado el clima emocional del estreno, ya solo faltaba que el t¨ªtulo escogido para la ocasi¨®n fuera La boh¨¨me, el m¨¢s emocional de cuantos t¨ªtulos visitan asiduamente la cartelera lice¨ªsta. Ya el anuncio suena a gran festival del circo de doble pista: ?cuatro Mim¨¬s y cuatro Rodolfos para nada menos que 18 funciones! ?En plena crisis! Mucha fe en el tir¨®n de Puccini hay que tener para programar eso.
?Cab¨ªa esperar de todo ello un espect¨¢culo alto en emotividad? Tal vez, por aquello de que los equipos humanos suelen echar el resto tras pasar por situaciones l¨ªmite. Pues no: fue una Boh¨¨me correcta en todo, pero no arrolladora, que es lo que uno le pide al imperecedero exceso sentimental pucciniano.
- LA BOH?ME
De Giacomo Puccini sobre un libreto de Giuseppe Illica y Luigi Giacosa. - Int¨¦rpretes: Fiorenza Cedolins, Ram¨®n Vargas, Ainhoa Arteta.
Liceo, Barcelona, 27 de febrero.
Lo mejor estuvo en el foso, s¨ªntoma obvio de reacci¨®n al orgullo lice¨ªsta herido. V¨ªctor Pablo P¨¦rez ofreci¨® una versi¨®n transparente, clara, vibrante, a la que desde los atriles se correspondi¨® con la m¨¢xima atenci¨®n y sensibilidad, aunque no siempre con la mejor pericia. Para que una orquesta d¨¦ lo mejor de s¨ª siempre necesitar¨¢ sosiego, cosa que justamente falta hoy en el Liceo. Sea como fuere, la lectura tuvo ese aliento ¨²nico tan necesario en Puccini para ligar lo que en el libreto no son m¨¢s que estampas sueltas de la famosa vida bohemia del Par¨ªs del XIX. La emoci¨®n de esta obra brota del tiempo que pasa y que no ha de volver: es en este sentido intr¨ªnsecamente musical, por evocativa, m¨¢s que dram¨¢ticamente desarrollada.
Desde el punto de vista vocal, una Boh¨¨me representada siempre incurre en el mismo problema: verse inevitablemente comparada con la versi¨®n can¨®nica, idealizada, que cada aficionado lleva dentro (la m¨ªa, la de Victoria de los ?ngeles con Jussi Bj?rling, dirigida por Beecham: soy un antiguo). Nada m¨¢s injusto. Ni tampoco m¨¢s humano: porque si ahora les digo que la Mim¨¬ de Fiorenza Cedolins me pareci¨® demasiado aquilatada, aunque gan¨® en los ¨²ltimos actos, especialmente a partir del d¨²o con Ram¨®n Vargas Addio, sogni d¡¯amor. Es este un tenor de voz bella y l¨ªnea clara, pero de volumen contenido, modoso. Y al margen del timbre, que puede satisfacer m¨¢s o menos, hay que convenir que, tanto vocal como dram¨¢ticamente, Ainhoa Arteta compone una Musetta fiable.
No por ya conocida ¡ªen el Liceo se vio hace unos 10 a?os¡ª, la producci¨®n dirigida por Giancarlo del Monaco ha perdido m¨¦ritos. La transici¨®n del primer cuadro al segundo, a tel¨®n alzado mientras Mim¨¬ y Rodolfo cantan el d¨²o de amor iluminados en primer plano con el resto de la escena en penumbra, es simplemente mod¨¦lica. Cabe preguntarse si la soluci¨®n no pod¨ªa repetirse en el paso del tercer al cuarto acto, pues ah¨ª el descanso resulta francamente antipo¨¦tico, am¨¦n de innecesario a apenas media hora del final. En el otro plato de la balanza hay que colocar la inexistente direcci¨®n de actores. Pero ?a alguien puede importarle realmente eso cuando el tenor ataca un aria como Che gelida manina? La vena mel¨®dica de Puccini lo eclipsa todo. Cosas de La boh¨¨me.
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