El ¡®finiquito¡¯ de la cuesti¨®n catalana
Para Pujol, la entrada del nacionalismo en el Gobierno ofrecida por Aznar hubiera sido el abrazo del oso para Catalu?a
Jordi Pujol escoge bien las palabras. Con intenci¨®n y dominio de los matices. El finiquito, como es sabido, tiene un doble contenido. Liquida una relaci¨®n y otorga un peque?o premio. As¨ª es como Pujol considera la propuesta de pacto que le hizo el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en el a?o 2000 tras ganar las elecciones generales por mayor¨ªa absoluta: ¡°Quer¨ªa culminar su per¨ªodo de gobierno de ocho a?os con un finiquito de la cuesti¨®n catalana, representada por un entendimiento entre CiU y el PP¡±.
El inter¨¦s de las memorias de Pujol, cuyo tercer volumen llega ahora a las librer¨ªas, no es literario. No lo es ni siquiera en un sentido laxo, a pesar de que est¨¢n bien estructuradas y escritas, labor en la que se ha dejado la piel el periodista Manuel Cuy¨¤s, que ha colaborado en su elaboraci¨®n. Su prop¨®sito pol¨ªtico se sobrepone a cualquier otro. Lo que quiere el autor es reflejar un pensamiento y unas ideas, sacar lecciones del pasado para el futuro, organizar bien su legado, defender las posiciones de albaceas y herederos, y mantener su figura de expresidente en la centralidad de un paisaje nacionalista que ha virado hacia el soberanismo.
La verdad pol¨ªtica es la que importa, m¨¢s que la verdad hist¨®rica e incluso la verdad ¨ªntima y personal, totalmente desdibujadas e incluso ajenas a este tipo de escritura, donde apenas se anotan unas observaciones marginales sobre los nietos que van llegando. Despu¨¦s de leer los tres vol¨²menes sabemos mucho, todo probablemente, sobre las ideas pol¨ªticas actuales de Pujol, pero seguimos sabiendo muy poco de su biograf¨ªa, sus relaciones familiares, sus amistades, las dificultades internas de sus Gobiernos, la vida interna del partido o las relaciones con sus consejeros y sus colaboradores. Con unas pocas excepciones, como la salida de Pere Esteve, que fue secretario general de Converg¨¨ncia y se pas¨® a Esquerra Republicana, o las reticentes alusiones a Duran Lleida y su Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya: poca cosa y menor, aunque suficiente para vestir el santo.
Pujol confiesa que aliment¨® la idea de ¡°que quiz¨¢ si se establec¨ªan unas normas de lealtad entre el nacionalismo catal¨¢n y las dos principales fuerzas pol¨ªticas espa?olas, de izquierda y derecha, podr¨ªa haber una relaci¨®n que fuera m¨¢s all¨¢ de la conllevancia entre Catalu?a y Espa?a¡±. Eso era a mitad de los a?os noventa, hace casi dos d¨¦cadas. En perspectiva, fue ¡°una ilusi¨®n osada¡±, que se ha demostrado ¡°vana con el PSOE y vana con el PP¡±.
Muchos son los motivos para que este nuevo Pujol, totalmente desinhibido respecto al independentismo, exprese su desapego hacia la Constituci¨®n espa?ola, su disgusto con Espa?a y una cierta sensaci¨®n de fracaso respecto a sus 23 a?os de Gobierno y su papel en la Transici¨®n. Los ha enumerado, ahora en sus memorias y anteriormente en el blog de su fundaci¨®n y en el libro donde recoge sus art¨ªculos, titulado Sembrar, treballar, collir. Escrits de reflexi¨® i agitaci¨®, 2005-2011.
El giro independentista de Pujol no puede despacharse de un plumazo: adem¨¢s de la sentencia del alto tribunal, hay que considerar los cambios demogr¨¢ficos y migratorios, la globalizaci¨®n y el impacto de la crisis en la econom¨ªa y en la autonom¨ªa catalanas. Pero el elemento que merece una mayor reflexi¨®n es ese lance del a?o 2000, cuando un plet¨®rico Aznar con mayor¨ªa absoluta le ofrece incorporarse al Gobierno de Espa?a ¡°con ministerios importantes¡±, suscitando en el presidente catal¨¢n la di¨¢fana sensaci¨®n de encontrarse ante una trampa de dimensiones hist¨®ricas, que le permitir¨ªa al PP conquistar Catalu?a y liquidar definitivamente la fuerza del nacionalismo con el abrazo del oso.
CiU se ha mantenido fiel, en sus casi 40 a?os de historia: pactos en Madrid con todos, matrimonio con nadie. Ahora, fruto de la aritm¨¦tica electoral y de la crisis de la deuda, est¨¢ sometida a la doble llave del PP: la de la caja y la de los votos en el Parlament. No puede ser mayor la disonancia entre intereses e ideales, objetivos estrat¨¦gicos y alianzas coyunturales, s¨®lidos pactos con Rajoy y nebulosas promesas emancipatorias. Y por mucho que Pujol pretenda echar una mano con sus memorias, su claridad de exposici¨®n y de juicio no hace m¨¢s que enervar las contradicciones, expresar la amargura del momento hist¨®rico y dificultar el entendimiento con el PP.
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