Reposici¨®n y estreno
Se presenta la versi¨®n original de 'El amor brujo', que no result¨® ser tan redonda como la reposici¨®n de 'La vida breve'
Con menos de dos a?os de distancia, se ha repuesto en el Palau de les Arts La vida breve, producida en 2010. Repet¨ªan tambi¨¦n varios solistas y el core¨®grafo Goyo Montero. Fue diferente la obra que completaba el programa (Cavalleria rusticana entonces y El amor brujo ahora). Tambi¨¦n, la direcci¨®n musical: Lorin Maazel en 2010, Omer Meir Wellber en 2012.
LA VIDA BREVE y EL AMOR BRUJO
De Manuel de Falla. Orquesta y Coro de la Comunidad Valenciana. Director musical: O. M. Wellber. Directores de escena: G. del Monaco y G. Montero. Solistas vocales: C. Gallardo-Dom?s, M. L. Corbacho, E. Fern¨¢ndez y G. Vilar, entre otros. Bailarines: S. Calero, C. Pozuelo y P. Daza, entre otros. Guitarrista: J. C. G¨®mez Pastor.
Palau de les Arts. Valencia, 3 de marzo de 2012.
Ya se elogi¨® en su d¨ªa la labor de Giancarlo del M¨®naco al concebir una escena opresiva donde la protagonista vive su realidad como una pesadilla, aligerando as¨ª la debilidad teatral del libreto. La monumental cruz del Acto II fue el ¨²nico pecado de efectismo. Repet¨ªa en el papel de Salud Cristina Gallardo-Dom?s, quien volvi¨® a gustar como actriz. No tanto en una l¨ªnea de canto quebrada por la desigualdad de registros, y por un ancho vibrato que afeaba sus, eso s¨ª, potent¨ªsimos agudos. Mar¨ªa Luisa Gorbacho encarn¨® de nuevo, convincentemente, a la abuela. La cantaora Esperanza Fern¨¢ndez se luci¨® m¨¢s hace dos a?os: esta vez, la voz se o¨ªa poco y resultaba opaca. Germ¨¢n Villar (Paco) cumpli¨® bien en su breve papel. Wellber dirigi¨® con acierto, excepci¨®n hecha del primer cuadro, donde se tap¨® a los cantantes, y la ¨²ltima danza, algo desajustada.
Menos redonda sali¨® la nueva producci¨®n de El amor brujo, aunque debe alabarse el montaje de la versi¨®n original (1915 y 1916), mucho menos conocida que la de 1923. Tambi¨¦n m¨¢s larga, con partes habladas y un foso donde no se alcanzaban los treinta atriles. Naturalmente, n¨²meros como la Danza ritual del fuego (aqu¨ª llamada Danza del fin del d¨ªa), pierden algo de poder¨ªo sin esa orquesta completa por la que Falla opt¨® en la versi¨®n definitiva. A cambio, se hacen ¡ªo deber¨ªan haberse hecho¡ª m¨¢s perceptibles las sutilezas t¨ªmbricas y las m¨¢gicas atm¨®sferas presentes en la partitura. Wellber, dirigiendo y tocando el piano a la vez, ley¨® con correcci¨®n la obra, pero dist¨® de entusiasmar. Y la escena, al margen de la labor de los bailarines, se limit¨® a una iluminaci¨®n pobre y a una coreograf¨ªa poco estimulante.
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