Horrores de andar por casa
La universo surrealista de Enrique Cavestany, ¡®Enrius¡¯, ocupa la Cineteca
Hay quien, como Enrique Cavestany, Enrius (Madrid, 1943), tiene esa mirada capaz de captar el surrealismo cotidiano, ese aspecto de lo ins¨®lito que incita a la carcajada y que cautiva porque convierte los horrores en asuntos de andar por casa.
De eso va la obra de Cavestany. Y de eso va tambi¨¦n su ¨²ltima exposici¨®n, que puede verse ya en un lugar tan inesperado como acertado: el vest¨ªbulo de la preciosa Cineteca de ese buque insignia de la cultura madrile?a llamado Matadero Madrid (Paseo de la Chopera, 14).
Cualquiera puede irse a ver una de las pel¨ªculas de Basilio Mart¨ªn Patino, a quien est¨¢ dedicado el ciclo de este mes, y contemplar los dibujos, collages y pinturas que componen las colecciones G¨¢ngsters & Falleras y Retratos de Familia y que conforman esta muestra que han titulado Tempus Fugit. Un lujo cotidiano, por muy absurdo que suene.
Hasta el 29 de abril permanecer¨¢ abierta esta exposici¨®n del pintor, ilustrador de prensa y dise?ador industrial que germin¨® hace ya unos a?os (1998), cuando Enrius fue invitado por la Asociaci¨®n de Artistas del Tirol y viaj¨® por primera vez a Innsbruck.
¡°Hasta ahora no he tenido ocasi¨®n de presentarla en Madrid¡±, dice un alegre Cavestany que se siente sumamente satisfecho con c¨®mo ha quedado la exposici¨®n.
¡°Tiene mucho que ver con mi trabajo como dibujante y he querido a?adirle algo de mi faceta de pintor¡±, cuenta. ¡°Define mucho lo que yo he venido haciendo: retratos, reuniones sombr¨ªas, espacios interiores que sugieren ambientes misteriosos... Es una mezcla de lo freak y lo g¨®tico, pero a m¨ª no me interesan los monstruos, me interesan los personajes sombr¨ªos¡±.
?Y qu¨¦ es eso de unir falleras con g¨¢nsters? ¡°Primero, por qu¨¦ no; y segundo, son dos colectivos suficientemente surrealistas¡±, asegura el artista que realiz¨® un mural en la Plaza de Cascorro por encargo del Ayuntamiento en 1983. Las historias de estos dos peculiares colectivos las ha reunido Cavestany en un libro de reciente publicaci¨®n cuyos relatos mantienen un car¨¢cter similar al de las escenas de Tempus Fugit. Catorce a?os despu¨¦s de su viaje a Austria, esos personajes y situaciones que muestran sus dibujos, siguen tan vivos como entonces. Con esta muestra la el magn¨ªfico hall de la Cineteca se estrena tambi¨¦n como lugar de exposiciones y acent¨²a su car¨¢cter polivalente. Un perfecto dos por uno para estos tiempos que corren.
Tempus Fugit. Cineteca (Matadero Madrid). De 17.00 a 22.00 de mi¨¦rcoles a domingo. Hasta el 29 de abril.
El enigma de la infrarrealidad
Sorprende al visitante la riqueza de elementos gr¨¢ficos, visuales y argumentales que Cavestany moviliza en las obras aqu¨ª expuestas y que bien cabr¨ªa definir de neo-surrealistas, dentro de una figuraci¨®n rotunda. En todas ellas aflora la atenci¨®n del dibujo a la anatom¨ªa y la gestualidad -incluido el hieratismo- de sus personajes, encarados con el observador en actitudes desafiantes. Pese a ello, presentan una suerte de plus de humanidad por el vigor expresivo con el que comparecen, de manera tal que se autonomizan de su materialidad y cobran vida propia.
A ello contribuye tambi¨¦n el sesgo caricaturizante que les asigna el autor, que no se arredra a la hora de incluir entre sus retratados a Benito Mussolini; al escritor regionalista santanderino Jos¨¦ Mar¨ªa de Pereda; a un sij enturbantado con guirnaldas al cuello o a una arist¨®crata alcoh¨®lica y brit¨¢nica, tal vez lady Stanhope, que posa en ba?ador junto a un elefante de grandes orejas desplegadas; eso s¨ª, todos ellos y ellas en torno a mesas con alguna que otra cabeza humana sobre una bandeja y a cuyas espaldas discurren perspectivas fluviales de Venecia, San Petersburgo, Mosc¨² o la bruma envolvente en torno a un castillo de Sisley o Whistler.
A tan feliz mixtura, sazonada con hechuras laboriosas de detalles anat¨®micos u objetuales, a?ade Cavestany el dominio ornamental de los espacios interiores, tambi¨¦n de edificios, sobre todo rascacielos; lo esgrime con una erudici¨®n visual cuya administraci¨®n -dentro de un caos siempre articulado por la racionalidad de un relato cuasi literario- genera no solo la evidencia de una propuesta gr¨¢fica personal¨ªsima, sino, adem¨¢s, efectos en la esfera infra-consciente del observador. Es precisamente por este pi¨¦lago, a veces desolado y sombr¨ªo, por el que la obra de Cavestany se adentra resueltamente llevando con ¨¦l de la mano al espectador, para depositarle suavemente ante un magma inquietante: el resultado suele ser un indefinible gozo del intelecto al saberse abducido por el autor y preso en una encrucijada at¨®pica y acr¨®nica, a caballo entre la perplejidad, el enigma y la sonrisa.
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