Ambici¨®n y despilfarro
"Siempre ha cre¨ªdo que se puede condicionar la realidad negando lo evidente con determinaci¨®n y un ¨¦nfasis grosero si hace falta"
Rita Barber¨¢ es el animal pol¨ªtico m¨¢s poderoso que ha tenido el PP valenciano. La visceralidad y la energ¨ªa de su forma de estar en la escena p¨²blica han marcado una ¨¦poca y han cautivado a fieles y no tanto. Su fiero populismo ha camuflado a lo largo de dos d¨¦cadas la falta de talento y la predisposici¨®n provinciana de su alcald¨ªa con el ropaje hiperb¨®lico del autoenga?o. La enf¨¢tica valencian¨ªa de su pose ha proscrito cualquier sentido de valencianidad democr¨¢tica, cualquier asomo de urbanidad, cualquier respeto aut¨¦ntico hacia la pluralidad y el discrepante. No ha dejado un resquicio jam¨¢s a la cr¨ªtica y la autocr¨ªtica en sus mandatos, jalonados por el manique¨ªsmo infantiloide de et¨ªlicas victorias. Ha sido, en suma, una especie de bruja o de guardiana que ejerc¨ªa con gesto autoritario alrededor del t¨®tem de una Valencia envidiada por todos.
Ahora sabe, se lo dicta el instinto, que han empezado a perderle el respeto, tanto los suyos como los otros. Por eso se revuelve cuando le afean los efectos m¨¢s crudos del destrozo. Y se defiende. ¡°A lo mejor nos pasamos de ambici¨®n, pero no ha habido despilfarro¡±, alegaba el mi¨¦rcoles para salir al paso de las deudas, la corrupci¨®n y el caos con los que el triunfalismo indiscutible que ha compartido todo el PP valenciano ha sembrado el presente. Seg¨²n Rita Barber¨¢, Valencia y lo valenciano atraviesan ¡°una etapa de una mala imagen interior impresionante, no exterior¡±. Da igual que ese mismo d¨ªa la desmintiera un titular del diario Le Monde: ¡°Au bord de la faillite, la r¨¦gion de Valence paie sa folie des grandeurs¡±.
Siempre ha cre¨ªdo que se puede condicionar la realidad negando lo evidente con determinaci¨®n y un ¨¦nfasis grosero si hace falta. Inoperante, de pura verg¨¹enza, el victimismo hacia el exterior que tanto han practicado, ella y su partido enfocan hacia el enemigo interior las culpas de una mala imagen a la que tanto han contribuido. Lo hizo el jueves en las Cortes Valencianas el propio presidente de la Generalitat, secundado por sus consejeros. Pero en ellos la actitud suena a impostura, carece de la veracidad gestual de la alcaldesa. Una veracidad que la llev¨® a rugir en el mismo hemiciclo cuando la diputada de Comprom¨ªs M¨°nica Oltra la incluy¨® entre ¡°los responsables pol¨ªticos¡± que han de dar cuenta de tantos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n por los que han drenado decenas y decenas de indeseables, como butroneros de las arcas p¨²blicas, el dinero de todos los valencianos.
Barber¨¢ amenaz¨® a la diputada Oltra con sentarla en el banquillo ante la p¨¦trea mirada de un Rafael Blasco que carga su particular caso de corrupci¨®n a las espaldas y el gesto contrariado de Alberto Fabra. Despu¨¦s de escenificar de manera ostensible la llamada telef¨®nica a su abogado, proclam¨® en los pasillos de la C¨¢mara que Comprom¨ªs carece de convicciones democr¨¢ticas. Reclamaba un respeto que se ve puesto en duda. Era el suyo un zarpazo de animal herido. Un zarpazo que ya no caza ratones.
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