¡°Si sabemos qui¨¦n es la chica, pagar¨¦ a unos albaneses para que la maten¡±
La fiscal¨ªa pide m¨¢s de 30 a?os de c¨¢rcel para los capos de la prostituci¨®n en el Raval Los acusados captaban a las chicas en su pa¨ªs con falsas promesas de amor
Laura Rizea, matriarca de uno de los clanes m¨¢s poderosos de la prostituci¨®n en el Raval, sabe de la traici¨®n por una llamada de su abogado: una chica ha huido y la ha denunciado a la polic¨ªa, que ahora pisa los talones a sus dos hijos, Ionel y Andrada. Mientras ella est¨¢ en la c¨¢rcel, sus j¨®venes v¨¢stagos se ocupan con inusitada violencia de mantener a las prostitutas rumanas bajo control. Ionel y Andrada, lo mismo que el resto de capos que se reparten el negocio del sexo en la calle de Sant Ramon, lo consultan todo con Laura. Por eso, cuando saben que una chica se ha esfumado, aguardan sus instrucciones. Laura lo tiene claro: quiere que las chicas firmen en un papel para descubrir a la traidora. ¡°Si sabemos qui¨¦n es, pagar¨¦ a unos albaneses para que la maten¡±.
Los Rizea son los repetidores del Raval. Laura y su exmarido Marin ¡ªque la dej¨® por una prostituta, Roxana, y fund¨® con ella un nuevo clan¡ª fueron detenidos en noviembre de 2006 durante la Operaci¨®n Constanza, que el pasado diciembre culmin¨® con penas m¨ªnimas, de dos a?os de c¨¢rcel, para los 34 acusados. Los proxenetas y sus ac¨®litos se permitieron el lujo de marcarse un baile a las puertas del palacio de Justicia para celebrar lo que consideraron una victoria. No hubo pruebas para ir m¨¢s all¨¢ en una operaci¨®n que naci¨® por la voluntad de unos polic¨ªas y que se precipit¨® por presiones pol¨ªticas cuando los vecinos tomaron la calle con cacerolas para protestar por la presencia de meretrices en la v¨ªa p¨²blica.
La matriarca de uno
Los proxenetas siguieron a lo suyo, pero el segundo mazazo estaba por llegar. En el oto?o de 2008, la polic¨ªa desarticul¨® de nuevo una red de siete clanes familiares ¡°con estructura estable, permanente y unitaria¡± y un mando ¡°colegiado y con conexiones internacionales¡±, seg¨²n el escrito de acusaci¨®n de la fiscal Ana Gil, que pide penas de m¨¢s de 30 a?os de c¨¢rcel para algunos de los 44 acusados. Adem¨¢s de Laura, que segu¨ªa dando las ¨®rdenes a gritos a trav¨¦s de una ventana de la c¨¢rcel de Wad-ras, la Operaci¨®n Alejandr¨ªa ha alcanzado a sus hijos: Ionel, un joven ¡°bastante agresivo¡± de 24 a?os que enviaba a las chicas desde Ruman¨ªa; y Andrada, de 23, que las met¨ªa en cintura con ayuda de su pareja, el gaditano Jos¨¦ Garc¨ªa, alias Josele, un v¨ªnculo que dio entrada en el negocio a gitanos aut¨®ctonos.
Como de todo se aprende, esta segunda investigaci¨®n es m¨¢s consistente que la primera gracias, sobre todo, a los pinchazos telef¨®nicos, que revelan la crueldad de los proxenetas. Estos tambi¨¦n evolucionaron para protegerse de la polic¨ªa. Si en 2006 ¡°no se cortaban en pegar a las chicas en la calle¡±, dos a?os m¨¢s tarde ¡°lo hac¨ªan en los pisos¡± que usaban a modo de meubl¨¦s para llevar a los clientes, a quienes cobraban 20 euros por servicio. Los pisos ¡°carec¨ªan de las m¨ªnimas condiciones de higiene o salubridad¡±. Uno de ellos era propiedad de Miguel Brau, alias El Maric¨®n o Carmen de Mairena, que no est¨¢ imputado porque no se pudo acreditar que lo alquilara a sabiendas.
Una de las v¨ªctimas
Las chicas entregaban todo el dinero a sus chulos en el bar Las Marinas y regresaban a su puesto de trabajo, un tramo de la calle de Sant Ramon de apenas 40 metros (v¨¦ase gr¨¢fico) que los clanes familiares, en su geopol¨ªtica del delito, se hab¨ªan ¡°repartido temporal y espacialmente¡±, seg¨²n la fiscal.
Los avatares de la familia Rizea y, sobre todo, sus conversaciones telef¨®nicas, son una buena muestra de lo que se coc¨ªa en aquel rinc¨®n del Raval. ¡°Hermana m¨ªa, que sepas que la chica sabe que viene al club. Le dices que se ha estropeado el trabajo y que, de cualquier manera, es mejor la calle. Me llamas cuando la recojas y me cuentas¡±. Es el contenido de un SMS remitido por Ionel a su hermana Andrada en el verano de 2008 que figura en el sumario, al que ha tenido acceso este diario. Como a tantas otras j¨®venes ignorantes, pobres y con cargas familiares que viven en las zonas m¨¢s deprimidas de Ruman¨ªa, Ionel hab¨ªa enga?ado a esa chica con la promesa de una vida en com¨²n y el se?uelo de un anillo de oro.
¡°Lo importante es
Ese mismo a?o, Ionel ¡ªque hab¨ªa logrado escapar en circunstancias extremas de Constanza¡ª negocia la captaci¨®n, compra y env¨ªo de otra mujer. Advierte a su cu?ado, Josele, de que la chica ¡°es fea y tiene el pelo corto¡±. Este replica que puede mejorar con una buena peluca y, en todo caso, ¡°si hace 100 o 200 euros¡± al d¨ªa ¡°ya est¨¢ bien¡±. Aunque sigue expresando dudas a su hermana ¡ª¡°Es alta, tiene tetas y culo pero nunca se sabe¡±, le dice por tel¨¦fono¡ª Ionel acaba pagando 400 euros a un amigo suyo por la transacci¨®n.
Pero la historia no sale bien. La joven recoge el escrito de acusaci¨®n, se pasa el d¨ªa llorando y preguntando por sus hijos. Y lo que es peor: se niega a prestar servicios sexuales. Los proxenetas montan en c¨®lera. Ionel pide a Josele que ¡°la lleve a unos kil¨®metros de Barcelona y la deje por all¨ª¡±. Flor¨ªn, su enlace en Ruman¨ªa que le pone en contacto con las chicas, acaba interviniendo: viaja desde su pa¨ªs a Barcelona y propina a la chica una paliza como represalia. ¡°Le hinch¨® la cabeza¡±, resumi¨® el gaditano. Flor¨ªn se compromete, adem¨¢s, a enviar otras chicas para compensar las p¨¦rdidas que esta hab¨ªa causado.
Mientras Ionel se encargaba de embelesar a mujeres para enviarlas al infierno del Raval, Andrada se mov¨ªa con soltura entre las llamas. ¡°Como no te quedes all¨ª ir¨¦ y os pondr¨¦ firmes¡±, contesta a una de las prostitutas que le hab¨ªa dicho, despu¨¦s de una de sus jornadas ¡°extenuantes¡±, como se?ala la fiscal, que quer¨ªa irse a la playa. Es verano y la ola de calor aprieta. Por eso otra chica tambi¨¦n pide irse a casa despu¨¦s de hacer tres cartas. Pero para Andrada nunca es suficiente. Solo los paquistan¨ªes que alquilaban los pisos osaban enfrentarse a ella por impago. ¡°A m¨ª tonter¨ªas no¡±, le espet¨® uno de los acusados.
El dinero de las chicas daba suficiente como para enviar remesas a Ruman¨ªa, seguir comprando mujeres y ¡°dilapidarlo en juegos de azar¡±, como hac¨ªa Josele, que ejerc¨ªa de mat¨®n oficial de los distintos grupos y se gastaba todo el dinero en los Recreativos Mart¨ªnez. Su despilfarro le hizo ganarse una tremenda bronca de la mujer y la suegra. Pero ¨¦l sab¨ªa c¨®mo recuperar lo perdido: hab¨ªa contratado a un subsahariano para ¡°darle el palo al que ganara en la ruleta¡± de los recreativos, seg¨²n fuentes policiales. En la calle, Josele y Andrada fing¨ªan ser dos extra?os para evitar sospechas.
La fiscal considera que los distintos capos ten¨ªan el ¡°mando colegiado¡± en la zona. Todos ellos estaban en ¡°permanente contacto¡± para ¡°consensuar pautas de actuaci¨®n, dirimir conflictos, impartir directrices y prestarse ayuda¡±. Una prueba de ello se vio cuando uno de esos jefes, Oliver Constantinescu ¡ªhermano de Laura Rizea¡ª ingres¨® en el hospital. Los dem¨¢s jefes le visitaron y se encargaron de mantener bajo control a sus chicas. Su madre vino desde Ruman¨ªa acompa?ada por Rodhinger, el nasu (padrino, en rumano) al que la polic¨ªa no pudo echar el guante. El apelativo de padrino no es gratuito: a los clanes rumanos les gusta emular a la mafia siciliana, con sus v¨ªnculos familiares y su funcionamiento jer¨¢rquico, se?alan fuentes del caso.
En los momentos cr¨ªticos tambi¨¦n se prestaban apoyos. Como cuando descubrieron que, nuevamente, estaban siendo investigados. Se reunieron para decidir si pon¨ªan tierra de por medio o segu¨ªan en Barcelona. ¡°?Bueno, al final qu¨¦ vais a hacer? ?Os vais?¡±, se interes¨® Laura desde prisi¨®n. ¡°Hemos hablado y no nos vamos a ning¨²n lado¡±, dijo la hija, Andrada, que hab¨ªa obligado a las prostitutas a firmar en un papel en blanco para tratar de identificar a la traidora y culminar su venganza.
Ionel, Andrada y Josele afrontan una petici¨®n de 31 a?os de c¨¢rcel por asociaci¨®n il¨ªcita, prostituci¨®n y detenci¨®n ilegal. La fiscal pide cinco m¨¢s para su madre, Laura, de 43 a?os, preocupada siempre por que el negocio funcionara: lleg¨® a aconsejar a los suyos que las chicas salieran a la calle solo cuando hab¨ªa trabajo ¡°para evitar problemas¡±. Una de las conversaciones refleja su visi¨®n de las prostitutas, a las que sobre todo quiere sumisas: ¡°Lo importante es que sean buenas, no guapas¡±.
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