El triunfo de Rigola
El director aprovecha la obra para cuestionar la democracia actual
Coriolanus,la mejor tragedia de Shakespeare para T. S. Eliot, tiene como protagonista a un personaje de acciones villanas y voluntad desesperadamente heroica. Marcado por una madre tan opresiva y devoradora como para que casi disculpemos sus maldades y rodeado por otros personajes, ya sean romanos o volscos, que tampoco acaban de caer bien, el general romano Cayo Marcio ¡ªllamado Coriolano tras su victoria en Corioles¡ª consigue no sernos del todo antip¨¢tico. Todo un triunfo shakespeariano, dice Harold Bloom, pues no tiene ni mucha conciencia, ni mucha interioridad, ni nada que pueda llamarse personalidad o car¨¢cter como pasa con Hamlet, Lear, Macbeth y el resto de protagonistas de las tragedias elevadas; lo suyo no pasa de un orgullo un tanto infantil. En ese sentido, el montaje que ?lex Rigola estren¨® en Salt y que ha recalado en el Lliure de Montju?c es tambi¨¦n un triunfo, pues su Coriol¨¤ es un Joan Carreras que consigue, por un lado, mantenerse en esa ambig¨¹edad, entre la maldad y la heroicidad, y por otro, que percibamos en ¨¦l la conciencia suficiente como para que le veamos como v¨ªctima de su madre y de s¨ª mismo.
CORIOL?
De Shakespeare. Traducci¨®n: Joan Sellent. Adaptaci¨®n libre y direcci¨®n: ?lex Rigola. Teatre Lliure (Montju?c). Hasta el 15 de abril.
Rigola aprovecha este drama pol¨ªtico para cuestionar la democracia de hoy en d¨ªa. El texto de Jos¨¦ Luis Sampedro que incluye en el programa de mano se encarga de trasladar la pieza del bardo a la actualidad: ¡°No hay democracia en Espa?a ni fuera de ella. La gente est¨¢ manipulada¡ Lo que llaman opini¨®n p¨²blica es una opini¨®n medi¨¢tica creada por la educaci¨®n y los medios. Ambas cosas controladas por el poder. Nada m¨¢s¡±. El resto viene con la esencialidad de su puesta en escena, a partir del texto podado y resumido, y con la atractiva plasticidad de las im¨¢genes. La batalla contra los volscos, por la que Cayo Marcio es nombrado Coriolano y c¨®nsul, es en escena una lucha de guantes de boxeo rojos que inundan de sangre el espacio, hasta el momento dominado por el blanco y el negro. Ya desterrado y al frente, por despecho, de los volscos, nuestro Coriol¨¤ lidera el ej¨¦rcito enemigo en una potente coreograf¨ªa de aikido con bokken por espadas. Su muerte es otra sobria acci¨®n de gran belleza que deja a nuestro protagonista de pie y con la cabeza ladeada en una imagen que, al menos a m¨ª, me sugiri¨®, por la expresi¨®n de su rostro, la que nos han vendido de Jesucristo crucificado. El momentazo de la propuesta viene con las letras de ¡°DEMOCRACY¡±, grandes y en ne¨®n, sobre una h¨¦lice giratoria, sobrevolando el conjunto al son de Five Years, de David Bowie, toda una catarsis colectiva pues el volumen creciente del tema permite al espectador cantar a todo trapo. Repasen la letra (¡°Don¡¯t think you knew you were in this song¡±) y aprovechen para unirse activamente a los ciudadanos de Roma.
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