Sonic Youth oscurece a su guitarrista
Tibia acogida a Thurston Moore en su concierto en el ?gora de A Coru?a
La sombra de Sonic Youth es larga y rigurosa. Thurston Moore alimenta como puede su metro noventa de melena adolescente, vaqueros lavados, deportivas impecables y holgada camisa de cuadros. Tiene toda la pinta de acabar este verano el instituto pero mastica ya 53 primaveras con sus noches. Aun as¨ª, es incapaz de sacud¨ªrsela. La sombra no se va ni con discos ac¨²sticos y producidos por Beck como el delicado Demolished Thoughts (2011). El folk no lo cura todo. Peor es lo del p¨²blico, en todo caso: dos tercios del patio de butacas este mi¨¦rcoles en el centro ?gora de A Coru?a, el palco desierto, y un mono de electricidad perceptible desde la puerta.
En teor¨ªa se presentaba disco, el tercero (de canciones) que firma el norteamericano. Por eso el atril en medio del escenario, los papelotes y el once inicial: dos guitarras ac¨²sticas, una para Moore y otra para el peque?o Keith Wood, la bater¨ªa de John Maloney y el viol¨ªn de Samara Lubelski. Y as¨ª empez¨® el asunto en el ciclo Galicia Importa, muy despacio y entre gracias y silbiditos, primero con In Silver Rain With A Paper Key y Mina Loy y luego con dos rescates de Trees Outside The Academy, su ¨¢lbum de 2007: Fri/End y Never Day. Abajo aplaud¨ªan con las pesta?as.
No se eriz¨® un alma hasta que se colgaron las el¨¦ctricas para llevar la desembocadura de Orchard Street mucho m¨¢s lejos en Demolished Thoughts. La mayor¨ªa hab¨ªa ido a lo que hab¨ªa ido. A ara?ar lo que de Sonic Youth queda en el modelo para armar de Thurston Moore. Dicho de otro modo: a escuchar lo que no pudieron o no quisieron escuchar en 1995, cuando el de Florida public¨® Psychic Hearts al margen de la banda que ha compartido durante d¨¦cadas con Kim Gordon y Lee Ranaldo. A por los chispazos.
Hechas las cuentas, cayeron casi tantos cortes de aquel ¨¢lbum como del ¨²ltimo trabajo. Concesiones como Ono Soul, See-Through Playmate o Cindy (Rotten Tanx) para conjurar la cerraz¨®n de una audiencia poco dispuesta a consentirle un solo paso adelante a Moore. Una cosa es su hoja de servicios en el frente de emancipaci¨®n de las guitarras y otra que tenga derecho a escribir ciertas canciones, aunque sean tan buenas como Circulation. Hay quien prefiere las moner¨ªas, que ponga a crepitar un amplificador manoseando una clavija. ?l tampoco se deslom¨®. Para qu¨¦ redimirse. Sabe que basta con amasar una bola de ruido. La distorsi¨®n es opio.
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