El im¨¢n y los cl¨¢sicos

Hace a?os, y no es leyenda, cuando Alicia Alonso bailaba en el Metropolitan de Nueva York llov¨ªa desde los palcos del grader¨ªo confeti dorado con forma de coraz¨®n y con las iniciales AA grabadas en azul, su color preferido. Tambi¨¦n es cierto que su presencia en la gala homenaje de anoche en el teatro de la Zarzuela de Madrid tiene mucho de evocador y mantuvo su im¨¢n, eso tan especial reservado a las figuras m¨ªticas.

Participaron varias nuevas figuras del elenco del Ballet Nacional de Cuba y debe citarse expresamente a Anette Delgado y Daniel Hern¨¢ndez en su paso a dos de Don Quijote, donde aportaron brillantez ejecutoria y un cierto sabor particular; ella estuvo en su variaci¨®n (sin abanico, como es de rigor en la tradici¨®n criolla) chispeante y musical. Los mismos bailarines regalaron un cisne negro correcto y ajustado a estilo.

Otros dos primeros bailarines de La Habana, Sadaise Arencibia y Air¨¢n Molina, forjaron con estudiada lentitud el adagio del segundo acto de El lago de los cisnes, mostrando comunicaci¨®n y dibujo, otros dos elementos donde la larga estela est¨¦tica de la propia Alonso debe pervivir.

En el apartado de danza espa?ola destac¨® un invitado de excepci¨®n: el barcelon¨¦s Christian Lozano, un bailar¨ªn de amplio espectro que domina el cl¨¢sico espa?ol con elegancia.

Otro cubano que trabaja en Reino Unido, Javier Torres, dio la gran sorpresa de la noche con su manera tan apasionada y casi visceral de hacer La muerte del cisne del core¨®grafo franc¨¦s Michel Descombey. Torres roba esencialmente el aire que lo rodea, dialoga con su propia figura doliente y transmite el rigor emocional de esa peque?a joya de la cor¨¦utica del siglo XX, le da todo el sentido posible. La velada estuvo presidida por la reina Sof¨ªa, que comparti¨® palco y aplausos con Alonso.