Huelga necesaria y oportuna
La Xunta no puede irse de rositas ante las exigencias econ¨®micas y sociales de los sindicatos
El pr¨®ximo d¨ªa 29 est¨¢ convocada por UGT y CC OO una huelga general en Espa?a, que en Galicia contar¨¢ tambi¨¦n con el concurso de la CIG, con el fin de lograr la rectificaci¨®n del Gobierno en su devastadora pol¨ªtica de ajustes y, en particular, de la reforma laboral aprobada recientemente por el Ejecutivo, que persigue un modelo de relaciones laborales con menos derechos para los trabajadores, reducci¨®n generalizada de salarios y un poder omn¨ªmodo para los empresarios. Sin embargo, no conviene perder de vista que estas ominosas medidas se insertan en la ofensiva que los poderes econ¨®micos y los sectores conservadores han desencadenado desde hace a?os contra las conquistas sociales y los Estados de bienestar, ofensiva que adquiere su cl¨ªmax al calor de la actual crisis econ¨®mica. En efecto, hace mucho tiempo, incluidos los per¨ªodos de fuerte crecimiento, que desde los c¨ªrculos econ¨®micos dominantes en el mundo se habla de anomal¨ªa europea del capitalismo y de euroesclerosis para definir nuestro modelo social. Y, como alternativa, los poderes dominantes proponen la supresi¨®n de las supuestas rigideces del mercado de trabajo y la necesidad de redimensionar el Estado del bienestar, que consideran excesivo e insostenible. As¨ª pues, los intentos de desbaratar el pacto social y de desmontar los Estados sociales a los que aqu¨¦l dio lugar vienen de lejos y la actual crisis es utilizada como una coartada m¨¢s que como un argumento.
Por eso lo primero que destaca en el proceso de preparaci¨®n de la huelga general es el intento de determinados sectores pol¨ªticos y econ¨®micos de ocultar y desvirtuar los objetivos de la convocatoria sindical. Con pr¨¢ctica unanimidad, muy preocupante desde el punto de vista democr¨¢tico, todos los medios del establisment han decidido sustituir el debate de fondo por una burda campa?a de deslegitimaci¨®n de las centrales sindicales, a las que los citados poderes econ¨®micos y los llamados mercados consideran el ¨²ltimo obst¨¢culo que hay que derribar para imponer un cambio de modelo social que acabe con las conquistas conseguidas a trav¨¦s de un largo y dif¨ªcil proceso civilizador.
As¨ª pues, parece inexcusable recordar que los sindicatos espa?oles han hecho una aportaci¨®n impagable a la conquista de la democracia, a la defensa de los trabajadores, a la cohesi¨®n social y a la estabilidad pol¨ªtica del pa¨ªs. Por eso no es de recibo la campa?a que los m¨¢s consp¨ªcuos representantes de la derecha han puesto en marcha con el fin de descalificar a las instituciones sociales que, como nuestros sindicatos, m¨¢s han contribuido al bienestar social y a la estabilidad democr¨¢tica. Pero los sindicatos no solo tienen el derecho constitucional a promover una acci¨®n de esta envergadura, como reconocen incluso los cr¨ªticos m¨¢s paternalistas, sino que adem¨¢s les asiste la raz¨®n y el momento elegido es el oportuno. Porque, en efecto, cuando un Gobierno como el presidido por Rajoy ha tomado medidas draconianas contra los intereses de los trabajadores que no constaban en su programa electoral; cuando ese Gobierno anuncia nuevos ajustes y recortes en los Presupuestos del Estado que van a afectar a cuestiones b¨¢sicas de nuestra vida como la sanidad, la educaci¨®n, los servicios sociales o la inversi¨®n p¨²blica, y cuando este mismo Gobierno se niega a cualquier negociaci¨®n ampar¨¢ndose en su mayor¨ªa parlamentaria ¡ªque legitima para gobernar pero que no desposee a los ciudadanos de sus derechos de cr¨ªtica, opini¨®n o manifestaci¨®n¡ª a los sindicatos solo les queda el recurso a la movilizaci¨®n democr¨¢tica de la ciudadan¨ªa antes de que se consume el desastre al que nos conducen las pol¨ªticas que se han revelado ya en toda Europa no solo injustas sino tambi¨¦n ineficaces. Y la respuesta, si quiere estar a la altura del desaf¨ªo del Ejecutivo, no puede ser otra que una acci¨®n de car¨¢cter nacional, es decir, una huelga general.
Por lo que respecta a Galicia, la Xunta no puede evadir su propia responsabilidad en la grave situaci¨®n que atraviesa nuestra econom¨ªa. Como se ha puesto de manifiesto en el reciente debate de pol¨ªtica general celebrado en el Parlamento, los datos son tan elocuentes como desoladores. Desde que Feij¨®o es presidente, Galicia ha perdido el diferencial positivo de crecimiento del PIB que tuvo entre 2005 y 2008,la deuda p¨²blica ha crecido exponencialmente, se han destruido 117.000 empleos y 65.000 personas han engrosado las listas del desempleo, que se sit¨²a en los niveles m¨¢s altos de la historia del pa¨ªs. El Gobierno Feij¨®o ha fracasado rotundamente, y podemos afirmar que en las principales variables (crecimiento econ¨®mico, empleo y equilibrio de las cuentas p¨²blicas) Galicia se encuentra entre las comunidades aut¨®nomas con peores resultados. No parece, pues, que la Xunta pueda marcharse de rositas ante las exigencias econ¨®micas y sociales que el pr¨®ximo d¨ªa 29 van a poner sobre el tapete las centrales sindicales gallegas. All¨ª estaremos para poder comprobarlo.
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