Los ERE marcan una campa?a baja en prote¨ªnas
Los primeros comicios separados desde 1990 no propician un debate andaluz
La que ayer termin¨® estaba llamada a ser la primera campa?a electoral andaluza qu¨ªmicamente pura, sin interferencia de las elecciones generales o europeas, desde 1990. Sin embargo, el ansiado debate en exclusiva sobre Andaluc¨ªa apenas si se ha vislumbrado. Dos grandes ejes ¡ªel esc¨¢ndalo de los ERE y los recortes econ¨®micos¡ª lo han vampirizado sin remedio. Con los dos principales candidatos enfrascados en sus mon¨®logos ¡ªel popular Javier Arenas centrado en la corrupci¨®n y mostrando con ambig¨¹edad calculada su programa de gobierno, y el socialista Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n tratando sin ¨¦xito de buscar la boca a su rival¡ª el intercambio de ideas sobre el futuro de Andaluc¨ªa ha quedado marginado para mejor ocasi¨®n.
Quiz¨¢ la culpa de esta desilusi¨®n la tengan quienes se hicieron ilusiones. Las campa?as pol¨ªticas est¨¢n cada vez m¨¢s profesionalizadas y controladas por la legi¨®n de asesores de comunicaci¨®n que acompa?a a los candidatos. Los actos de los partidos ¡ªfugaces, milimetrados y bajos en prote¨ªnas y vitaminas¡ª buscan m¨¢s la telegenia que dejar poso en el p¨²blico, compuesto por lo general de militantes muy disciplinados y cuadros dirigentes. Las redes sociales de Internet apenas han servido para que las maquinarias de los partidos y sus simpatizantes entraran en un bucle autorreferencial. O para que atacaran al contrario con toda la profundidad argumental que permiten los famosos 140 caracteres de Twitter.
El impacto de los ERE. La campa?a electoral ha tenido como protagonista a una mujer te¨®ricamente ajena a la pol¨ªtica: la juez Mercedes Alaya. La instructora del caso de los ERE fraudulentos, que en su d¨ªa esper¨® a que terminara la Liga para citar como imputado al expresidente del Betis Manuel Ruiz de Lopera, no ha tenido esta vez tantos miramientos. La magistrada llam¨® a declarar al principal imputado del caso, el ex director general de Trabajo Francisco Javier Guerrero el pasado 7 de marzo, solo dos d¨ªas antes del arranque de la campa?a. El s¨¢bado 10, a la 1.40 de la madrugada, con la campa?a reci¨¦n iniciada, la juez envi¨® a prisi¨®n a Guerrero acusado de desviar ¡°para su lucro personal¡± fondos destinados a la lucha contra el paro.
Para enojo del PSOE, que trat¨® por todos los medios de desvincularse de su ex alto cargo, el encarcelamiento de Guerrero marc¨® el inicio de la campa?a. El impacto no hab¨ªa terminado de disiparse cuando otro personaje clave de la trama, el exch¨®fer de Guerrero, Juan Francisco Trujillo, fue convocado al despacho de Alaya. Fue el pasado 20 de marzo y su relato cay¨® como otro meteorito: el exconductor detall¨® c¨®mo ¨¦l y su jefe llegaron a gastar hasta 25.000 euros mensuales en coca¨ªna con cargo al presupuesto p¨²blico.
Gri?¨¢n opt¨® por una campa?a sin grandes actos y casi en solitario
Gri?¨¢n o la soledad buscada. Mientras que el candidato del PP, Javier Arenas, ha contado en numerosas ocasiones en su campa?a con el presidente del Gobierno y de su partido, Mariano Rajoy ¡ªde quien ha copiado la estrategia de ocultar por d¨®nde ir¨¢n los inevitables recortes-¡ª el candidato socialista, Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, ha realizado la mayor parte de su caravana sin el respaldo de los grandes l¨ªderes de su partido. Gri?¨¢n solo ha coincidido en un acto ¡ªel mitin final del viernes en Sevilla¡ª con el reci¨¦n elegido secretario general del PSOE, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y solo ha recurrido una vez a la acorazada Brunete ¡ªla presencia de Felipe Gonz¨¢lez¡ª en el mismo acto de cierre sevillano. Tanto los responsables de la campa?a de Gri?¨¢n como el equipo de Rubalcaba sostienen que la soledad es una estrategia premeditada. El presidente de la Junta consider¨® tambi¨¦n que la campa?a de Rubalcaba era excesivamente ¡°envejecida y masculinizada¡±. No en vano ¨¦l hab¨ªa apoyado impl¨ªcitamente a la candidata perdedora a dirigir el partido, Carme Chac¨®n.
Actos casi ¨ªntimos. Las estrecheces econ¨®micas y las nuevas estrategias de comunicaci¨®n han llevado a los candidatos a huir de los grandes actos multitudinarios. Las caras demostraciones de fuerza, como el tradicional mitin central de la campa?a socialista en Dos Hermanas cuando coincid¨ªan las auton¨®micas y las generales, han quedado relegadas a favor de microactos sectoriales, como visitas a empresas, a residencias de mayores, encuentros con universitarios y dem¨¢s. Con estas acciones r¨¢pidas y, sobre todo, m¨¢s baratas, se da la impresi¨®n, adem¨¢s, de haber abarcado m¨¢s territorios y estratos sociales.
Los sindicatos, muy activos. Las elecciones se celebran apenas cuatro d¨ªas antes de la huelga general del pr¨®ximo 29 de marzo. La campa?a andaluza ha contado, de forma colateral, con la movilizaci¨®n de los sindicatos contra la reforma laboral. CC OO y UGT, sin llegar a pedir el voto, han apuntalado los argumentos de los partidos de izquierda y han pedido que no se meta la papeleta de los partidos "que recortan derechos", en alusi¨®n apenas velada al PP.
Arenas evit¨® el debate y calcul¨® la ambig¨¹edad de sus propuestas
Los no debates. Una vez m¨¢s, los debates televisados entre los candidatos quedan como una utop¨ªa para el elector. Por pura estrategia, Arenas no ten¨ªa inter¨¦s en debatir ante las c¨¢maras con Gri?¨¢n y el candidato de IU, Diego Valderas. Para justificar su ausencia voluntaria, se escud¨® en la supuesta falta de neutralidad de Canal Sur. El debate audiovisual se ha limitado a un cruce de v¨ªdeos propagand¨ªsticos entre los partidos a trav¨¦s de Internet, con el amplificador de las redes sociales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.