El primer aviso
"La mayor¨ªa absoluta ha comenzado a ver erosionada su legitimidad"
El 25 de marzo no ser¨¢ una d¨ªa de feliz recordaci¨®n en las sedes del PP. De golpe y porrazo, a menos de cien d¨ªas de su llegada al Gobierno nacional y menos de un a?o de la apertura de un ciclo electoral de mayor¨ªas conservadoras aplastantes, el partido en el poder ha cosechado un doble fracaso: no ha tenido ¨¦xito ni en superar la escisi¨®n asturiana, de ra¨ªces hondas por cierto, ni en satisfacer los pron¨®sticos de los sondeos que le daban el Gobierno andaluz al alcanzar la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento sevillano.
Antes bien, en el caso de Asturias el PSOE ampl¨ªa la ventaja que obtuvo hace diez meses y el PP pierde el primer puesto que logr¨® en las legislativas, bajando al tercero, en tanto que en el caso andaluz los nueve puntos que el PP obtuvo de ventaja sobre los socialistas en noviembre se reducen a algo m¨¢s de un punto en las auton¨®micas. El proyecto de finiquitar a la versi¨®n espa?ola de la socialdemocracia, cuanto menos por una larga temporada, ha fracasado. Como buen diablo que es no resulta f¨¢cil acabar con Mefist¨®feles. De paso el t¨®pico seg¨²n el cual la abstenci¨®n favorece a la derecha y perjudica a la izquierda, que los resultados electorales vienen poniendo en cuesti¨®n cuanto menos desde 2008, si no antes, ha venido a cosechar unos errores de pron¨®stico no precisamente menores. La cuesti¨®n se halla en determinar las causas de ese resultado, porque ¨¦ste, la derrota estrat¨¦gica del PP, no admite discusi¨®n.
El crecimiento de la abstenci¨®n en si mismo la verdad es que explicar, lo que si dice explicar, explica poco. Es cierto que los electores votan en mayor proporci¨®n cuanto mayor es la percepci¨®n social de la importancia de la apuesta en juego, por eso el nivel de participaci¨®n es sistem¨¢ticamente mayor en las legislativas, pero conviene recordar que las anteriores elecciones al Congreso fueron las segundas de menor participaci¨®n desde 1977 y que al menos en el caso andaluz la propia de las elecciones de ayer se halla por encima de la media de las elecciones no coincidentes con las legislativas. La bajada de la participaci¨®n, en todo caso, deber¨ªa haber afectado menos al partido de mayor fidelidad electoral (el PP) y haber incidido con mayor fuerza en el de menor fidelidad (el PSOE), cuando ha ocurrido exactamente lo contrario. Y es que hay abstenciones y abstenciones.
Si hacemos caso a los hechos y nos dejamos de prejuicios el resultado ofrece un perfil muy claro: la ca¨ªda de la participaci¨®n no ha perjudicado, antes bien ha favorecido tanto absoluta como relativamente a IU, baste considerar que solo en Andaluc¨ªa IU ha aumentado en m¨¢s de sesenta mil electores su caudal de votaci¨®n en comparaci¨®n con lo sucedido en noviembre, del mismo modo que, aun cuando sigue siendo damnificada por la ley electoral, ha venido a progresar UPyD, aunque s¨®lo en t¨¦rminos relativos. Ello no se debe al retroceso socialista, antes bien si bien es cierto que el PSOE no progresa significativamente en n¨²meros absolutos ( de hecho pierde unos cien mil votos entre el norte y el sur), su resultado es muy semejante al obtenido en noviembre, pero al haber bajado la participaci¨®n electoral su cuota electoral sube apreciablemente (solo en Andaluc¨ªa tres puntos). En t¨¦rminos generales se puede se?alar que el PSOE ha dejado de bajar en cuota sobre censo y ha empezado a remontar en cuota sobre votos. Todo parece indicar que el Partido Socialista ha tocado un muy s¨®lido suelo sobre censo. Lo que implica que, constante todo lo dem¨¢s, el incremento de la abstenci¨®n ha dejado de perjudicarle, da?ar, lo que se dice da?ar, lo hace a otros. Ciertamente no es para tirar cohetes ( por ejemplo en Andaluc¨ªa el PP sigue ganando en cinco de las ocho provincias ) pero una lectura obvia del resultado es esta: el PSOE ha dejado de bajar, y la cuota sobre censo de las dos principales formaciones de la izquierda ha comenzado a subir.
N¨²meros en mano hay quien baja, y lo hace tanto en cuota sobre censo como en cuota sobre voto: el PP. Ese retroceso es muy fuerte en Andaluc¨ªa ( pierde ocho de los nueve puntos de ventaja que obtuvo en noviembre sobre el PSOE, aunque el cambio de t¨¢ctica en Asturias le permite all¨ª salvar los muebles), y no se traduce en una transferencia neta de voto a nadie, excepci¨®n hecha de la abstenci¨®n. En otras palabras la recuperaci¨®n ( sea esta absoluta o relativa ) de los socialistas no se hace a costa del PP, en t¨¦rminos netos al menos, y no parece que el progreso absoluto de IU tenga una explicaci¨®n razonable en t¨¦rminos de huida electoral del PP. A la espera de los sondeos poselectorales parece claro que el PP ha obtenido una derrota estrat¨¦gica porque una parte significativa de quienes le dieron el voto en noviembre no le han acompa?ado en marzo, o han vuelto a donde estaban ( caso de Foro ), o se han quedado en casa.
No es sencillo dar una explicaci¨®n del susto, pero a mi juicio hay indicios razonables de que la m¨¢s probable podr¨ªa leerse mas o menos as¨ª: en noviembre un segmento importante del electorado de ubicaci¨®n centrista, que abandon¨® al PSOE de Zapatero en la primera legislatura de su gobierno, fue a votar masivamente PP con la esperanza de que el gobierno conservador tuviera una gesti¨®n, sobre todo econ¨®mica, m¨¢s competente que la del equipo saliente. La experiencia de doce semanas de gobierno Rajoy no parece abonar esa opini¨®n y, adem¨¢s, esta dando pi¨¦ a las acusaciones de "agenda oculta¡± y ¡°atentado contra el modelo social¡± que se form¨® en la transici¨®n y que suscriben del orden de tres cuartos de los electores. En este sentido operaciones como la muy desafortunada reforma laboral o la piller¨ªa del retrasar la presentaci¨®n de los presupuestos abonan el terreno para el crecimiento de la desconfianza. Y antes de que las cosas vayan a m¨¢s ese segmento del electorado le ha dado al gobierno Rajoy el primer aviso. Si yo fuese Don Mariano tomar¨ªa nota: la mayor¨ªa absoluta ha comenzado a ver erosionada su legitimidad, en tiempo de dificultades empieza a exigir reparaci¨®n. Como una segunda edici¨®n de los Pactos de la Moncloa, pongamos por caso.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es catedr¨¢tico de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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