La huelga, para quien la trabaja
A Felip Puig se le fue la mano con la cayena en su cocina del infierno
El otro d¨ªa mi mujer se puso de huelga como cuando se pone guapa y sal¨ª con ella a dar un paseo al sol de las calles de Barcelona con esa holgura de los d¨ªas no trabajados. (Yo tambi¨¦n habr¨ªa hecho esa huelga, pero la m¨ªa es indefinida, quiero decir, que no s¨¦ definirla bien.) Lo chulo de las cr¨®nicas de abril es que uno acaba escribiendo sobre las cosas del mundo que de verdad le importan; las otras que importan ya no son del mundo sino de la vida, que es m¨¢s peque?a y tambi¨¦n m¨¢s cara.
Este mes de abril, por ejemplo, puedo escribir los versos m¨¢s largos (los versos como molan son con lengua) sobre la primera huelga de la crisis. O acaso sobre el preciso d¨ªa de hoy, un s¨¢bado santo en que cautivo y desarmado se legaliz¨® el partido comunista ya hace 35 a?os (menos vive un roquero). Se ve que como Carrillo crey¨® que iba a tener mucho comunismo que fumar se lo pidi¨® bajo en nicotina. O si me tocara el s¨¢bado que viene, 14 de abril, la cr¨®nica ir¨ªa sobre la bandera tricolor y el sustituto con que mi madre me la dio de ni?o, que era el dulce de membrillo de tres colores, y tambi¨¦n aquel filtro de tres franjas que se pon¨ªa delante de la tele en blanco y negro para que pareciera en color. O si la cr¨®nica fuera para el ¨²ltimo s¨¢bado del mes, el tema, no me cabe duda, ser¨ªa Virginia Mayo, Alfredo Mayo, Archie Mayo o cualquier cosa relacionada con la pel¨ªcula del 1 de mayo que reponen cada a?o como Ben-Hur en Semana Santa. O sobre la capoeira, que ha venido a reemplazar a la lucha de clases.
Comprend¨ª que la huelga del otro d¨ªa hab¨ªa sido un ¨¦xito, al llegar a casa por la noche y ver c¨®mo se hab¨ªan puesto los de Intereconom¨ªa
Comprend¨ª que la huelga del otro d¨ªa hab¨ªa sido un ¨¦xito, al llegar a casa por la noche, despu¨¦s de la mani y las carreras (hubo tantas que estuvieron a punto de llamar al ministro Wert), y ver c¨®mo se hab¨ªan puesto los de Intereconom¨ªa. Mi locutor preferido ahora (es que me han quitado la redifusi¨®n del Arteseros) es Esparza, que sale con un parche muy chungo en el ojo, como de broma o de carnaval de ni?os, como si lo hubiera hecho una madre con un retal que andaba por la m¨¢quina de coser. La actualidad contada por Falconetti es una idea sat¨¢nica. Lo que se ve en ese parche es la ojeriza que le tienen a todo, su fobia por el pensamiento moderno. La derecha espa?ola (Duran Lleida incluido) es la chica de ayer y su ca-ca-ca-cabeza da vueltas persigui¨¦ndonos.
No hice huelga (bueno, s¨ª, pero no se not¨®; porque pensaba no comprar ni el diario ¡ªque mi jefe Mart¨ª Font me perdone¡ª y resulta que cuando fui a no comprarlo me encontr¨¦ con el quiosco cerrado); pero s¨ª que hice manifestaci¨®n, aunque ahora dicen que no eran una misma cosa. Ser¨¢ para los protestantes, porque los que somos de cultura cat¨®lica estamos hechos a la Sant¨ªsima Trinidad: la huelga, la mani y al final unas birras en cualquier bar que no haya chapado. No hay dogma que se resista a unas gotas de 3-En-Uno.
El caso es que esta mani en tres estratos me record¨® la trama del 23-F, tal como la contaba el periodista Francisco de Mora en su libro Ni h¨¦roes ni bribones, que funcion¨® con tres golpes superpuestos, no combinados
En realidad tambi¨¦n fueron tres manifestaciones en una (porque en total eran una) lo que me pareci¨® ver en el mogoll¨®n de Barcelona. La de los sindicaleros, que iba por el paseo de Gr¨¤cia (la gente, m¨¢s cerca de los helados de Coney Island que del cartel de Novecento, y con mucho olor a humo de pipa, que es a lo que huelen por dentro las manis); la libertaria, que baj¨® por Pau Claris con olor a chamusquina (que es a lo que huelen las colas de las manis), y la de los indignados en plaza de Catalunya, que se juntaron en olor de santidad y fueron otra vez martirizados a pelotazos. Y las tres hab¨ªan sabido convocar a multitudes. El caso es que esta mani en tres estratos me record¨® la trama del 23-F, tal como la contaba el periodista Francisco de Mora en su libro Ni h¨¦roes ni bribones (Planeta, 1982), que funcion¨® con tres golpes superpuestos, no combinados. El de los generales, con Milans del Bosch desde Valencia; el de los oficiales, con el comandante Pardo Zancada desde la Brunete, y el de la pe?a, con Tejero y sus autobuses llenos de guardias en las Cortes. Y tambi¨¦n estuvieron los que se apuntaron en el ¨²ltimo momento, como Armada, porque les va la marcha.
En la manifestaci¨®n hab¨ªa m¨¢s de gent¨ªo que de mani. Un andar general errabundo de discreto encanto del proletariado, o de santa compa?a perdida entre el bosque sombr¨ªo de la reforma laboral. Est¨¢bamos como dando vueltas en el pal¨ªndromo de la noche mientras ¨¦ramos consumidos por el fuego de los presupuestos generales y por el gas picante de los antidisturbios. ?Qu¨¦ tienes en los ojos, nena, o es que vas a llorar?, cantan los Burning desde siempre, y la pe?a les contestaba el otro d¨ªa: No es eso, t¨ªos, es que a Felip Puig se le fue la mano con la cayena en su cocina del infierno.
Pero la huelga fue un ¨¦xito, porque una huelga no es para que la pierda un Gobierno sino para que la gane el que la hace. La huelga, como la tierra, es de quien la trabaja. Un huelguista no va a admitir el valor que le otorgue el poder, del mismo modo que un poeta no acepta el galard¨®n que le concede un pr¨ªncipe; porque como dijo Baudelaire: ¡°?qui¨¦n es un pr¨ªncipe para premiar a un poeta?¡±. El fracaso es otra cosa. El fracaso donde est¨¢ muy bien dibujado es en los tebeos de Francisco Ib¨¢?ez. Por ejemplo, en El botones Sacarino, cuando el dire tiene que darle explicaciones al presi de los resultados de su inoperancia y se le muda la cara porque ha vuelto a meter la pata por su culpa, por su culpa, por su grav¨ªsima culpa, por haber confiado en las clases subordinadas. Lo que ah¨ª se ve ahora es la caricatura de Arenas explic¨¢ndole las elecciones andaluzas a Rajoy. El fracaso es que un partido de derechas, poni¨¦ndose como ejemplo para que la gente no vote a los socialistas, consiga que voten a los comunistas.
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