El salto de Jordi al lado oscuro
El fiscal pide 44 a?os para un inspector por extorsionar a prost¨ªbulos de Castelldefels El polic¨ªa investig¨® una trama de corrupci¨®n que luego intent¨® dirigir 20 imputados, entre ellos seis agentes, en el caso de los burdeles Riviera y Saratoga
Jos¨¦ Javier Mart¨ªn Pujal era en 2005 un inspector del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa (CNP) curtido por la experiencia, conocido por tener un car¨¢cter un tanto dif¨ªcil, pero tambi¨¦n por su val¨ªa. En noviembre de ese a?o, con la llegada de los Mossos d¡¯Esquadra a Barcelona, la polic¨ªa nacional sufri¨® importantes cambios, uno de los cuales situ¨® a Mart¨ªn en una jefatura contra la inmigraci¨®n ilegal. Desde su nuevo puesto, y durante casi dos a?os, luch¨® contra las redes que explotaban a mujeres en prost¨ªbulos como el Riviera y el Saratoga, en Castelldefels (Baix Llobregat). Sus esfuerzos se toparon con un obst¨¢culo insalvable: sus propios jefes recib¨ªan dinero y regalos de los proxenetas para alertarles de las redadas.
Algo ocurri¨® en la mente del inspector Mart¨ªn durante los 20 meses que siguieron a su nombramiento. Quiz¨¢ fue la frustraci¨®n. O la tentaci¨®n del poder y el dinero f¨¢cil. Pero se pas¨® al lado oscuro y se convirti¨® en Jordi. Este fue el nuevo alias en el caso Riviera y Saratoga para quien dej¨® de ser un recto inspector y se puso al frente de esta historia de corrupci¨®n policial y proxenetismo, destapada en 2009 y cuya investigaci¨®n ha llegado ahora a su fin.
El fiscal pide c¨¢rcel para 20 imputados, entre ellos seis mandos y agentes del CNP, siete personas vinculadas a los burdeles ¡ªprecintados desde entonces¡ª y tres abogados. El antiguo inspector Mart¨ªn afronta la m¨¢xima pena: 44 a?os de c¨¢rcel por varios delitos de extorsi¨®n y cohecho pasivo.
La transformaci¨®n del polic¨ªa que recoge el escrito de la fiscal¨ªa debi¨® de gestarse el d¨ªa que lanz¨®, sin avisar, una operaci¨®n en el club Riviera. Pill¨® a 15 prostitutas en situaci¨®n irregular y una menor explotada sexualmente. Pero su jefe, el inspector Abundio Navas, no le felicit¨®, sino que le orden¨® que detuviera solo al director de sala y que, al d¨ªa siguiente, lo dejara en libertad sin m¨¢s.
Mart¨ªn, inoportuno, pidi¨® unas explicaciones que obligaron a su superior a dejarle las cosas claras: no deb¨ªa, bajo ning¨²n concepto, volver a poner los pies en el Riviera. Perplejo, el inspector se arm¨® de valor y, ocho d¨ªas m¨¢s tarde, realiz¨® otro control, esta vez en el club Saratoga, situado frente al Riviera. Esa vez el inspector no hall¨® ninguna irregularidad; una hora antes de la llegada de sus hombres, el encargado del burdel hab¨ªa hecho desaparecer a todas las mujeres sin papeles contratando una flota de taxis, que fue ayudada por varios coches patrulla.
Ante los ¡°obst¨¢culos y dificultades¡± que encontraba a cada paso, recoge el escrito de acusaci¨®n de la fiscal¨ªa, Mart¨ªn ¡°empez¨® a tener sospechas fundadas¡± de que las filtraciones sal¨ªan desde la propia polic¨ªa. El hombre, que ahora tiene 51 a?os, decidi¨® abrir una investigaci¨®n interna. Al mismo tiempo, los capos del entramado celebraron una reuni¨®n en la que acordaron cortarle las alas. El comisario Luis G¨®mez, que afronta una petici¨®n de c¨¢rcel de 17 a?os, fue quien le acab¨® de convencer para que lo dejase correr.
Entre 2006 y 2007, el inspector fue mudando de papel. Se puso de acuerdo con tres abogados, tambi¨¦n acusados, para que hicieran de ¡°intermediarios¡± entre la polic¨ªa y los due?os de los prost¨ªbulos. El papel de los letrados era amedrentar a los empresarios del sexo con inspecciones y pedir sumas de dinero ¡°desorbitadas¡± para evitarlas.
En junio de 2007, un a?o y medio despu¨¦s de la redada del Riviera por la que fue abroncado, Mart¨ªn ya estaba totalmente en el lado oscuro y quiso desbancar a los polic¨ªas corruptos que hab¨ªan frenado sus investigaciones para pasar a dirigir ¨¦l mismo el entramado. Dio el paso en una reuni¨®n con los due?os del Saratoga, Carmelo Sanz y Ra¨²l Pascual, en el hotel Fira Plaza de Barcelona. All¨ª les hizo una oferta que era un ultim¨¢tum: o recib¨ªa una ¡°compensaci¨®n econ¨®mica¡± o someter¨ªa al club a un hostigamiento policial que crear¨ªa ¡°muchos problemas¡±.
¡°Si vas con trabajo, Jordi, nos jodes, tenemos que cerrar el negocio¡±, dijo Sanz. ¡°Llegamos a un tipo de acuerdo y ya est¨¢, ya nunca te vendr¨¦ con trabajo¡±, contest¨® el inspector, que le ofreci¨® una rebaja de precios. ¡°La mitad de lo que le dabas al otro, ser¨ªa una cosa razonable, porque voy a evitar varias cosas; te voy a proteger los dos sitios. Me parece que ¨¦l cobraba mucho y hac¨ªa poco¡±. La negociaci¨®n culmin¨®, supuestamente, con un acuerdo: Jordi recibir¨ªa 3.000 euros al mes.
Lo que Jordi no sab¨ªa es que Sanz, aconsejado por su abogado, hab¨ªa grabado la conversaci¨®n en un DVD y denunciado los hechos ante la fiscal¨ªa. Ambos concertaron una entrega de 3.000 euros en el hotel, que fue controlada por la Guardia Civil. El inspector lleg¨® conduciendo un Renault Megane propiedad del CNP. Le dijo al empresario que dejara el sobre con el dinero encima de la mesa. Despu¨¦s lo guard¨® en el bolsillo interior de su chaqueta y sali¨® a la calle. Los agentes del instituto armado le anunciaron que estaba detenido y Jordi trat¨® de darse a la fuga. Se deshizo del sobre, pero no logr¨® escapar.
Pero en esta sucia trama, ni siquiera aquella maniobra fue limpia. Seg¨²n la fiscal¨ªa, fue una acci¨®n de despiste. Los empresarios quisieron ¡°aparentar¡± buenas intenciones ante la fiscal¨ªa, aunque ¡°el verdadero m¨®vil era desembarazarse¡± de Mart¨ªn para evitar tener que pagar a otro polic¨ªa. Con los mandos que les extorsionaban ya ten¨ªan suficiente. Los amos de los prost¨ªbulos, de hecho, hab¨ªan intentado resistirse al control policial desde el principio. En 2002, una redada descubri¨® 22 chicas ilegales y c¨¢maras ocultas que grababan a los clientes, seg¨²n el fiscal. El perjuicio econ¨®mico fue tal que los amos del Saratoga acordaron pactar.
El fiscal contra la corrupci¨®n y el crimen organizado, Fernando Bermejo, ha elaborado su escrito de acusaci¨®n, en el que Mart¨ªn afronta la m¨¢xima pena: 44 a?os. Para el que fue su jefe, Navas, el fiscal pide 22 a?os. Y para el comisario que le inst¨® a tener las manos quietas, y que era responsable de la brigada de extranjer¨ªa y documentaci¨®n, otros 17.
El fiscal les acusa de los delitos de cohecho, revelaci¨®n de secretos, asociaci¨®n il¨ªcita, coacciones y favorecer la prostituci¨®n. ¡°Abusaron de su condici¨®n de mandos¡± para obtener dinero y regalos; entre otras cosas, relojes de lujo, estancias en hoteles, lotes navide?os. Incluso sufragaron una operaci¨®n est¨¦tica de la hija de uno de los polic¨ªas. En esos pagos usaban como intermediario a un confidente al que el fiscal propone como testigo y que est¨¢ siendo investigado por tr¨¢fico de drogas en otro juzgado de Barcelona.
El fiscal acusa a los abogados de extorsionar a varios locales de alterne y pide 20 a?os para uno de ellos. Las penas para los due?os de los burdeles van de 4 a 18 a?os. En la causa tambi¨¦n est¨¢ imputado el inspector de los servicios t¨¦cnicos del Eixample Manuel M. M., para el que se piden 19 a?os, por avisar de inspecciones administrativas a burdeles de Barcelona, de la mano del tambi¨¦n acusado Joaqu¨ªn Qu¨ªlez, que afronta 20 a?os de c¨¢rcel.
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