El espectro del nacionalismo
La mitad del nacionalismo gallego no vota al BNG y no encuentra partido
Por el t¨ªtulo, m¨¢s de uno podr¨ªa creer que iba a hablar de fantasmas, cuesti¨®n que me entusiasma y me recuerda algunos cl¨¢sicos inolvidables, pero no es as¨ª, a no ser que se puedan considerar fantasmag¨®ricos algunos movimientos del nacionalismo gallego en los ¨²ltimos tiempos. No lo creo, pero esos movimientos sorprenden y asustan como los fantasmas, tan quieto estaba ese espacio que ahora se llena de sombras que quiz¨¢ puedan ser ¨²tiles al complicado proceso de re-modernizaci¨®n de Galicia, que es lo mismo que decir: de correcci¨®n, ampliaci¨®n y profundizaci¨®n de su limitado e insuficiente proceso de ese orden. Cuando digo espectro me refiero a algo parecido a una radiograf¨ªa. Las fuerzas nacionalistas, las culturas nacionales y los procesos de modernizaci¨®n casi siempre van unidos, como nos muestran los estudiosos ya cl¨¢sicos de esos procesos. Por citar dos nombres se?eros: Ruth Benedict y Shmuel Eisenstadt. Pero no van solas esas fuerzas, sino en compa?¨ªa de otras que representan otro tipo de aportes. Si faltan estas ¨²ltimas se puede caer en la trivialidad localista, pero si faltan las primeras se cae en la absoluta dependencia. Todo eso est¨¢ bastante bien fundado y podr¨ªa considerarse cierto y atendible, por eso insisto en ello en medio de este marasmo econ¨®mico en que nos ha situado la crisis. Tambi¨¦n es hora de la pol¨ªtica, y de la pol¨ªtica con cierta base hist¨®ricamente fundada.
Si tomamos como referencia la encuesta m¨¢s fiable sobre el tema (preelectoral del CIS de las auton¨®micas gallegas del 2009), aquellos que se declaran nacionalistas gallegos (un 28,2% de los encuestados) son, en su mayor¨ªa, 46,5%, de izquierda, un 26,2%, de centro derecha o centro izquierda, y un 13,1% de derecha pura y dura. Esto es tanto como decir que alrededor de un 40% de nacionalistas gallegos no tienen representaci¨®n desde el centro izquierda a la derecha, un recorrido con muchos elementos pol¨ªticos comunes, aunque algunos voten a las opciones existentes. El BNG cubr¨ªa entonces (12,2%), en encuesta (2009), porcentajes pr¨®ximos en intenci¨®n de voto (sobre censo) a algo menos de la mitad del nacionalismo declarado tambi¨¦n en encuesta. La mitad del nacionalismo gallego no vota al BNG y no encuentra partido: se abstiene o vota a otros.
Esta es la base emp¨ªrica de cualquier reflexi¨®n sobre el nacionalismo en Galicia, y fuera de esas cifras probablemente no hay salvaci¨®n. Cualquier novedad en el espectro de fuerzas pol¨ªtico-electorales tiene que responder a esas necesidades no cubiertas: partidos, pues, muy centrados, aunque ese centrado se haga desde la izquierda, al modo en que la izquierda recurri¨® a la derecha en situaciones de excepci¨®n. Vivimos en una situaci¨®n de esa clase, grav¨ªsima, y nuestros indicadores configuran un s¨ªndrome socioecon¨®mico en absoluto positivo. Nuestra crisis demogr¨¢fica, el no crecimiento econ¨®mico, el paro creciente y la continua destrucci¨®n del medio, incluida la lengua propia, nos hablan ya de una tragedia que requiere opciones fuertes y unitarias a riesgo de quedar varados y callados para siempre en esta ci¨¦naga financiera que ya nos llega a la boca y comienza a ahogarnos.
No es una tragedia, sin embargo, que el nacionalismo se divida, pero s¨ª lo es que no encuentre cada parte sus respectivas franjas de representaci¨®n en el espectro (y dale) pol¨ªtico. Eso es una muestra de ineficiencia en la penetraci¨®n social que nos est¨¢ se?alando hacia la necesidad de una mayor sofisticaci¨®n en la reflexi¨®n pol¨ªtica as¨ª como el regreso a la idea cl¨¢sica de cuadros pol¨ªticos bien formados m¨¢s que a sencillos vendedores de objetos sencillos, comerciales de una materia tan extraordinaria como la pol¨ªtica, irreductible a mec¨¢nicas de ese orden.
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