El mes de Sebasti¨¢n, un menor de 11 a?os, durmiendo en el McDonalds del aeropuerto de Barajas
El ni?o pas¨® m¨¢s de 30 d¨ªas deambulando por la T-4 del aer¨®dromo de Madrid junto a su madre, embarazada. No pudieron acceder a los albergues porque, seg¨²n el Ayuntamiento, la madre hab¨ªa ¡°incumplido¡± objetivos anteriores. Tres meses despu¨¦s, han sido aceptados en un piso tutelado
La noche, para Sebasti¨¢n, es una larga espera entre un ¡°delicioso¡± olor a nuggets de pollo. Ratos muertos de cabezada en cabezada donde cunde, sobre todo, el aburrimiento. De cuando en cuando algo distrae al ni?o, de 11 a?os, que se sienta junto a su madre, Mar¨ªa, de 33 a?os, en una de las mesas del Mc Donalds de la T-4 del aeropuerto de Barajas, que tienen el privilegio de tener un enchufe junto al sill¨®n. Fantas¨ªas que Sebasti¨¢n inventa en medio de la pesadumbre de los adultos que tiene a su alrededor. Hoy, se ha decantado por una breve obra de teatro que ¨¦l mismo interpreta con dos playmobiles. La primera noche que durmi¨® aqu¨ª, el 1 de noviembre de 2024, Sebasti¨¢n se complac¨ªa simplemente con poder recostarse ¡°entre hamburguesas¡±. Despu¨¦s de m¨¢s de 30 d¨ªas pernoctando en el Mc Donalds, le recuerda a su madre que ella le hab¨ªa prometido dos noches de hostal esta semana. ¡°No mientas, solo te dije una¡±, responde Mar¨ªa. Junto a ellos, m¨¢s de 200 personas duermen a diario en la terminal.
Despu¨¦s de quedarse sin habitaci¨®n, Mar¨ªa ¡ªque prefiere dar un nombre falso para ella y para su hijo por ¡°verg¨¹enza¡±¡ª acudi¨® a los distintos puntos de ayuda que ofrece el Ayuntamiento: el Samur Social y los Servicios Sociales. Seg¨²n el Consistorio, a esta madre y su hijo les denegaron los recursos de emergencia del Samur Social porque ella ¡°ha incumplido los objetivos acordados en anteriores planes de intervenci¨®n¡± ¡ªfue atendida por primera en Samur en 2013¡ª y la definen como ¡°conflictiva¡±. Sin embargo, menos de 24 horas despu¨¦s de que EL PA?S preguntara al ?rea de Pol¨ªticas Sociales y Familias del Gobierno municipal por la situaci¨®n de la familia y en especial del menor, han sido alojados en un piso tutelado en la calle de Eugenia de Montijo, donde estar¨¢n al menos tres meses y donde conviven con dos familias m¨¢s.
Han justificando que esta resoluci¨®n positiva se debe al grado de ¡°vulnerabilidad¡± que atraviesan madre e hijo, acrecentado por el embarazo de riesgo de Mar¨ªa, que sufri¨® un aborto de uno de los gemelos que gestaba en las primeras semanas. Mar¨ªa naci¨® en Bolivia, lleg¨® con ocho a?os a Espa?a y, ahora, disfruta de la doble nacionalidad. Sebasti¨¢n, como ¨¦l dice, es ¡°plenamente espa?ol¡±.
El caso del menor y de su madre ha viajado desde hace tres meses de informe en informe entre los distintos organigramas responsables de las ayudas sociales en el Ayuntamiento de la capital, que no han querido especificar en qu¨¦ consisten exactamente los requisitos de las valoraciones t¨¦cnicas m¨¢s all¨¢ de remitir a la p¨¢gina web municipal. Tampoco han ofrecido ning¨²n dato oficial sobre el n¨²mero de plazas disponibles en centros para familias en Madrid, la demanda que existe, as¨ª como dar una explicaci¨®n sobre qu¨¦ sucede con los menores cuyos padres no re¨²nen las condiciones exigidas ¡ªcomo supuestamente suced¨ªa con Mar¨ªa¡ª y si es posible que, al igual que Sebasti¨¢n, los menores est¨¦n en la calle durante meses.
En Madrid, las familias que se quedan en situaci¨®n de calle tienen dos posibilidades de acci¨®n. Una primera de urgencia, el Samur Social; y una segunda, para buscar una soluci¨®n a medio plazo, los Servicios Sociales. Ambos son competencia del Ayuntamiento. El Samur Social es el encargado de hacer las valoraciones t¨¦cnicas y repartir a estas familias por los albergues temporales. Los Servicios Sociales, por su parte, est¨¢n encargados de hacer un seguimiento y de derivar a distintos recursos u organizaciones con las que hay un convenio como C¨¢ritas, Cruz Roja o la Asociaci¨®n Provivienda, que gestiona el recurso de alojamiento que ofrece el Ayuntamiento y que depende, en ¨²ltima instancia, de este ¨²ltimo.
A Mar¨ªa y Sebasti¨¢n los echaron el 1 de noviembre de una habitaci¨®n compartida en un piso patera por la que pagaban 550 euros. Sucedi¨® despu¨¦s de que la mujer perdiera el empleo como conserje tras haberse pedido una excedencia en el trabajo que ten¨ªa desde los 16 a?os como empleada de una cadena de comida r¨¢pida. De acuerdo con el Estatuto de los Trabajadores, la duraci¨®n de una excedencia voluntaria ser¨¢, como m¨ªnimo, de ¡°cuatro meses¡±. En el caso de Mar¨ªa, podr¨¢ regresar el 28 de enero. Aquel 1 de noviembre madre e hijo se dirigieron al Samur Social. En ese momento Mar¨ªa ya sab¨ªa que estaba embarazada, algo que desconoci¨® hasta el 27 de octubre, cuando fue llevada por el propio Samur al hospital Gregorio Mara?¨®n por unos dolores ¡°de tipo c¨®lico y un sangrado menor a la regla¡±. Desde entonces, la mujer ha acudido hasta en tres ocasiones m¨¢s al Samur y cinco a los Servicios Sociales sin obtener una alternativa para su hijo.
Durante todo este tiempo, Sebasti¨¢n ha combinado las mesas de la hamburgueser¨ªa del aeropuerto con un colch¨®n en el suelo que les cedieron en una parroquia de Nueva Numancia, donde su madre vende tartas de queso los domingos. All¨ª estuvieron hasta el 6 de enero. Se marcharon por la humedad del lugar, dado que Sebasti¨¢n es asm¨¢tico y tiene bronquiolitis. A Sebasti¨¢n le gusta vestir con camisas blancas, negras y azules ¡°dependiendo del tono¡±. Le gusta porque a Sebasti¨¢n le parece que el hombre mejor vestido del Mc Donald de Barajas es un colombiano que va siempre con americana y zapatos, que se sienta durante la madrugada en una esquina del establecimiento. Se hace pasar por profesor de ingl¨¦s o empresario y, a cada persona que se pone a su lado, le pregunta si tiene algo de dinero.
¡ªNi un peso, he quebrado¡ª, le contestaba el s¨¢bado un venezolano, tambi¨¦n habitual del lugar.
Tanto le gusta a Sebasti¨¢n la elegancia que ha dormido cada noche con el uniforme del colegio. Mar¨ªa asegura que est¨¢ escolarizado en uno concertado de Puente de Vallecas. All¨ª puede acudir al comedor ¡°sin pagar¡±. ¡°Saben de nuestra situaci¨®n, aunque piensan que dormimos en la iglesia. En gestor¨ªa me han prometido que no vamos a acumular deuda¡±, afirmaba la madre. Mar¨ªa y Sebasti¨¢n se aseaban en los ba?os de la T-4 cuando, a partir de las seis de la ma?ana, cuando el bullicio de los pasajeros los despertaba.
Cog¨ªan sus mochilas, sus mantas, y se marchaban hasta por la noche. Ella dejaba el equipaje en una taquilla del Carrefour de Puente de Vallecas. Ambos son especialistas en colarse en el metro y el ni?o acude al centro educativo hasta las cinco de la tarde. Despu¨¦s, madre e hijo se reencuentran en una biblioteca municipal cerca del parque de las Siete Tetas para hacer los deberes en la tablet. Sebasti¨¢n est¨¢ en sexto de Primaria y en el primer trimestre le quedaron Ciencias e Ingl¨¦s.
El lunes, despu¨¦s de acudir al comedor social, Mar¨ªa se present¨® sin cita previa en Servicios Sociales para saber si se hab¨ªa enviado su informe a la Asociaci¨®n Provivienda, que supuestamente iba a valorar su situaci¨®n de cara a un piso de acogida. La trabajadora social le asegur¨® que lo estaban ¡°valorando¡±, aunque ¡°no puede fiarse de los plazos que le han dicho¡± y esto iba a ¡°llevar su tiempo¡±. Mar¨ªa le record¨® que hab¨ªan vuelto al aeropuerto y tambi¨¦n, seg¨²n la madre, plante¨® de nuevo la posibilidad de entregar al ni?o a los servicios sociales, algo que no le han recomendado que haga porque recuperarlo puede ser ¡°casi imposible¡±. Las trabajadoras sociales se encog¨ªan de hombros y le expresaban que ellas no pod¨ªan hacer m¨¢s.
El martes, Mar¨ªa se present¨® personalmente en Provivienda, de nuevo sin cita. Le certificaron que su caso se hab¨ªa admitido para ser valorado, pero que no ser¨ªa ¡°inmediato¡± ni tampoco ¡°nada seguro¡± que la resoluci¨®n fuera positiva. Esa tarde, EL PA?S consult¨® al ?rea de Pol¨ªticas Sociales y Familias sobre el caso de Mar¨ªa y su hijo. El mi¨¦rcoles al mediod¨ªa, les fue notificado que antes de que acabara el d¨ªa se har¨ªa efectiva la entrega de llaves. Sebasti¨¢n solo se lo crey¨® cuando vio que se pasaban la estaci¨®n de metro de Pac¨ªfico, donde hac¨ªan el primer trasbordo camino del aeropuerto.
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