Karankas, repipis y monchitos
Se cuenta que la mala leche de Jose Mourinho proviene del ninguneo del Barcelona cuando le consideraban un traductor de Bobby Robson en lugar de su ayudante deportivo. Vamos, que era el que dec¨ªa en espa?ol, con acento portugu¨¦s, lo que Bobby dec¨ªa en ingl¨¦s con acento catal¨¢n. Dicen que ah¨ª se revir¨® y se le agri¨® el car¨¢cter. No lo creo. Supongo que la personalidad de Mourinho ven¨ªa marcada de antes. Hay gente que nace as¨ª como hay gente que nace con los ojos azules sin necesidad de estar todo el d¨ªa mirando al mar.
En cualquier caso, Mourinho me importa lo mismo que un accidente de bicicleta en China. Incluso menos. No soy psicoanalista y por lo tanto no tengo nada que aprender de un caso tan extremo de victimismo ventajista. Me interesa m¨¢s Aitor Karanka, un gran exfutbolista, que sigue los pasos de Mourinho, con una vuelta de tuerca m¨¢s en su cometido: ya no es el traductor del jefe, sino el mu?egote del ventr¨ªlocuo, el Monchito de Mourinho, le dicen en el entorno futbol¨ªstico. De ah¨ª viene mi inter¨¦s por el personaje. ?Qu¨¦ convierte a un exfutbolista de ¨¦xito, bien pagado en su carrera deportiva, reconocido como un tipo serio y discreto, en una parodia del jefe, en el instrumento de su buen o mal humor, en el repipi de sus consignas, en el diccionario hablado de sus denuncias? Le he dado algunas (tampoco muchas) vueltas y no encuentro la respuesta.
De todas formas, el futbolista, as¨ª tomado en general, no de uno en uno, sufre una enfermedad dif¨ªcilmente explicable: en su carrera odia a la prensa y cuando la concluye busca el regazo de los medios de comunicaci¨®n como si le fuera en ello el desayuno. Es decir, llega a considerar que los medios son importantes en la medida que ¨¦l forma parte de los medios.
Los monchitos son otra cosa. Son repipis. No piensan, repiten, a veces incluso se pasan de velocidad. Pero resultan enternecedores. Porque a ver: ?qui¨¦n no tiene a su lado en el trabajo un altavoz del jefe, un alter ego del jefe, pero sin ego? A ver, ?qu¨¦ es un portavoz del Gobierno sino el traductor de un mudo?, ?qu¨¦ es un secretario de comunicaci¨®n sino la voz de su amo?
Hay muchos karankas. Para su desgracia, ni siquiera pasar¨¢ a la historia como el inventor del eco, el traductor del silencio o la voz del mudo soberbio. Su problema, quiz¨¢s, es que una vez pasado el cicl¨®n Mourinho, su nombre aparezca junto al de Chuchi Cos, el monchito de Piterman, desparecidos ambos del mundanal ruido del f¨²tbol. Al menos, Cos ten¨ªa un motivo para hacer caso al jefe: jam¨¢s pas¨® de 2?B y eso, como es sabido, apenas da para vivir. Pero tampoco quedar¨¢ nada de Soraya S¨¢ez de Santamar¨ªa cuando pase el vientecillo leve de Mariano Rajoy. Digo leve, no por nada, sino porque apenas se le escucha.
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