Para siempre
"Pas¨® el tiempo en que las gentes incautas anclaban sus ansias de permanencia en lo que confiadamente ten¨ªan por un trabajo para toda la vida, un rinc¨®n digno donde envejecer, o un amor hasta que la muerte nos separe"
Ya lo dijo Mariano en enero, que nada es para siempre. Y tras la deslumbrante filosofada empez¨® a desmoronarse el cielo sobre nuestras cabezas.
Pas¨® el tiempo en que las gentes incautas anclaban sus ansias de permanencia en lo que confiadamente ten¨ªan por un trabajo para toda la vida, un rinc¨®n digno donde envejecer, o un amor hasta que la muerte nos separe. Porque cuando alguna de estas cosas falta, cosa que sucede a menudo y m¨¢s en tiempos tan atribulados, la extirpaci¨®n del rastro que dejan los sue?os suele ser en extremo dolorosa, m¨¢s que una muela con hondas ra¨ªces.
Cuenta Europa Press que ha aumentado la demanda de borrado de tatuajes. Unos porque la decoraci¨®n d¨¦rmica, que a pesar del glamour aportado por Hollywood todav¨ªa desprende cierto aroma patibulario, les dificulta encontrar trabajo. Otros porque el nombre de aquella antigua pareja ¡°para toda la vida¡± debe ser sustituido por otro, o simplemente por una p¨¢gina en blanco disponible para cuando se presente la ocasi¨®n de jurar otro amor eterno... mientras dure.
Ni siquiera las m¨¢s f¨¦rreas ideolog¨ªas son inamovibles. Por eso el norteamericano Bryon Widner, ¡°el pitbull de los skin heads¡± cuya cara y cuello eran todo un poema gr¨¢fico en favor de la supremac¨ªa blanca, ha soportado 25 operaciones en 16 meses hasta borrar el odio, el vestigio de su pasado criminal, ahora que tiene se?ora y dos ni?os (que la antigua fiera corrupia adquiera el aspecto de un amable encargado de planta ha resultado un proceso sumamente caro, patrocinado por cierta benefactora an¨®nima a trav¨¦s de un programa de reinserci¨®n). Y por eso mismo tambi¨¦n hay tantas personas no reinsertadas sino m¨¢s bien travestidas en dem¨®cratas, en cuyos pellejos a¨²n se aprecian las huellas de Torquemada y del yugo y las flechas.
Si el ser humano es en lo privado mudable por naturaleza, e infiel a las certidumbres de anta?o, excuso decir que sus promesas y lealtades en el campo de lo p¨²blico resultan m¨¢s vol¨¢tiles que los mercados financieros. As¨ª que, desgraciadamente, tampoco los derechos fundamentales y las libertades p¨²blicas son para siempre. Ni las tarifas el¨¦ctricas, las plantillas de ense?antes, las cajas de ahorro, el sistema sanitario, el piso que habitamos, el Consejo de Ministros (como el que se re¨²ne hoy viernes y 13, lagarto lagarto...) las becas de comedor y transporte, el Estado de las autonom¨ªas y, en general, los compromisos de ciertos pol¨ªticos para trabajar por el bien com¨²n. Material fungible. Nada m¨¢s.
Se nos puede pedir que comprendamos que el arte de lo posible exige aplicar una buena dosis de flexibilidad, una elevada capacidad de mutaci¨®n estrat¨¦gica y de adaptaci¨®n a las circunstancias. Pero no que eliminemos de nuestra memoria esas campa?as electorales en las que vienen, cada cual con su cubo y su pala, a edificar unos castillos de arena que acaban arrasados por la primera marea.
Excepto la muerte (con perd¨®n) nada es para siempre. Y menos que nada los votos de un pueblo enga?ado, Mariano.
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