Fabra avisa que soltar¨¢ lastre
"Por lo visto, no tenemos remedio en tanto vivamos bajo la hegemon¨ªa de este bipartidismo que, por su com¨²n responsabilidad, nos ha abocado a la condici¨®n de pa¨ªs moralmente deleznable, adem¨¢s de arruinado y a un paso de acabar intervenido."
A pesar de sus sobresaltos y limitaciones, la llegada de la democracia propici¨® que los ciudadanos tuvi¨¦semos mejor informaci¨®n tanto acerca de la corrupci¨®n heredada como de la que comenz¨® a fermentar en aquellos momentos pol¨ªticamente alborales y que tan asombroso desarrollo alcanz¨® con la llegada de los socialistas al poder. Nos referimos a esos tiempos euf¨®ricos en los que, al decir del ministro Carlos Solchaga, Espa?a era de los pa¨ªses del mundo donde m¨¢s f¨¢cil y r¨¢pidamente pod¨ªa uno enriquecerse. Tanto auge, como es sabido, acab¨® con los ¡°cien a?os de honradez y firmeza¡± que fue otrora el santo y se?a del PSOE gobernante en cuyo seno anid¨® una cohorte innumerable de malversadores y delincuentes de distinta ralea que desacreditaron tan prestigioso lema. La Junta andaluza, aunque resistente en la poltrona, ha acabado por darle tambi¨¦n la puntilla.
El PP desplaz¨® a los socialistas soflamados por tanto esc¨¢ndalo y se ofrend¨® como adalid de la ¨¦tica y la transparencia. Sus mastines medi¨¢ticos se apresuraron a ventear los trapos sucios que se hallaron en la Administraci¨®n y de ello se da cuenta en una amplia y documentada bibliograf¨ªa. Sin embargo, los nuevos titulares del poder no tardaron en incurrir en los mismos o parecidos errores denunciados. De nuevo la corrupci¨®n hizo mella en su gesti¨®n y las tramas de beneficiados delataron la imagen de un estado m¨¢s pr¨®ximo a una rep¨²blica bananera que a la de un miembro relevante de la Uni¨®n Europea. Por lo visto, no tenemos remedio en tanto vivamos bajo la hegemon¨ªa de este bipartidismo que, por su com¨²n responsabilidad, nos ha abocado a la condici¨®n de pa¨ªs moralmente deleznable, adem¨¢s de arruinado y a un paso de acabar intervenido.
En este contexto, el Pa¨ªs Valenciano dif¨ªcilmente pod¨ªa ser una excepci¨®n, una suerte de ?nsula Barataria gobernada por la decencia. Algo que, sin embargo, en buena medida aconteci¨® cuando el l¨ªder socialista Joan Lerma presidi¨® la Generalitat hasta 1995. Pudo deberse a la obligada austeridad o a la pobreza de esp¨ªritu de aquellos pol¨ªticos noveles, pero lo cierto es que los episodios reprobables e imputables a aquella administraci¨®n no pasan de ser una an¨¦cdota a la luz de lo que vino despu¨¦s con el PP al tim¨®n de la Comunidad. Una ladronera y un despilfarro descomunal que nos ha sumido en la miseria y acerca de la cual poco m¨¢s y peor puede anotarse. En tales circunstancias no ha de chocarnos la declaraci¨®n del molt honorable Alberto Fabra, presto a depurar de imputados la direcci¨®n el PP y, como se colige de esa actitud, dispuesto a ponerle coto a los desmanes que han podrido el partido y que ya se han llevado por delante a un presidente. Ser¨¢ cosa de ver si tiene agallas.
La pregunta que queda en el aire es si todo el cambio se limitar¨¢ a esa poda de presuntos delincuentes o tambi¨¦n abordar¨¢ el dise?o de una pol¨ªtica que signifique la catarsis del partido y, en lo posible, la restituci¨®n de las constantes vitales del pa¨ªs que hoy andan por los suelos. Ce?irse al pago de facturas y a la lidia de proveedores desesperados no es pol¨ªtica alguna. Para m¨¢s altos objetivos necesitar¨¢ otros mimbres distintos que los muy amortizados que ahora le acompa?an en su gobierno. Otra cosa es que los encuentre de calidad suficiente para afrontar una legislatura constre?ida no s¨®lo por los agobios econ¨®micos sino tambi¨¦n por el rearme de una oposici¨®n que por primera vez en a?os se siente alternativa.
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