El padre de la quinta ciudad
Una biograf¨ªa repasa la vida de Jos¨¦ Pas¨ªn, el primer concejal obrero de Compostela
Mediado septiembre de 1892, la quinta ciudad de Compostela, la que no era ni clerical, ni noble, ni universitaria, ni comercial, sino que llegaba a los arrabales artesanos plagados de chabolas, entr¨® en el Teatro Principal, un p¨²lpito laico pero vetado al obrero raso, para escuchar un mitin del republicano Pi i Margall, que acababa de participar en la inauguraci¨®n del curso universitario. Entre el p¨²blico estaba Jos¨¦ Pas¨ªn, hijo de 14 a?os de un cerrajero y de una labradora del barrio de Santa Marta y, pese a sus or¨ªgenes humildes, prometedor aprendiz de ebanista. Con los a?os, el adolescente se convertir¨ªa en el primer concejal obrero del Ayuntamiento de Santiago (1911), en teniente de alcalde de Compostela (1931-1934), en el art¨ªfice de un plan para frenar la degradaci¨®n de los soportales de las calles y urbanizar la zona nueva en armon¨ªa con el casco hist¨®rico y en uno de los miembros del dispositivo de vigilancia que desde el golpe de estado de Franco protegi¨® la catedral y los conventos de Santiago de posibles asaltos. ¡°Por lo menos en este episodio, el patronato del Santiago ¡°Y cierra Espa?a¡±, tan sobado por la m¨ªtica del nacionalcatolicismo, nada tuvo que ver con la preservaci¨®n de la riqueza monumental de Compostela, tal y como de manera interesada hab¨ªa proclamado el fan¨¢tico sacardote Silva Ferreiro¡±, contradice el historiador Dionisio Pereira en Jos¨¦ Pas¨ªn Romero: Memoria do proletariado militante de Compostela, una biograf¨ªa del sindicalista editada por la Fundaci¨®n 10 de marzo, presentada ayer en Santiago.
?El encuentro de Pas¨ªn con Pi i Margall, a quien siempre considerar¨ªa su mayor ¨ªdolo pol¨ªtico, coincidi¨® con el nacimiento del Centro Uni¨®n Republicana, del que el compostelano fue asiduo visitantes desde sus inicios. En el antiguo edificio del Tribunal de la Inquisici¨®n, el joven entr¨® en contacto con la prensa obrera y con otros trabajadores en los que despertaba la conciencia de clase. Por entonces hab¨ªan pasado veinte a?os de la primera manifestaci¨®n obrera de Santiago, protagonizada por 150 zapateros que, adem¨¢s de marchar por las calles de la ciudad hist¨®rica reclamando la solidaridad de otros trabajadores, montaron un ef¨ªmero taller colectivo en la r¨²a das Orfas para ofrecer calzado a precios m¨¢s bajos que en los talleres de la patronal. ¡°Lo ¨²nico que pod¨ªa hacer competencia en altura a las torres de la Catedral era la chimenea de la Tintorer¨ªa Espa?a¡±, ejemplifica Pereira para explicar el tibio sentimiento de clase en una ciudad que durante la juventud de Pas¨ªn carec¨ªa de un proletariado a la manera de Vigo o Ferrol. La clase trabajadora en Compostela, marginada de la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos y alejada del centro monumental, era una mezcla de artesanos y jornaleros que trabajaban la tierra en las ¨¦pocas de mayores aprietos. En 1987, la ciudad ten¨ªa 2.600 trabajadores por cuenta ajena, el 12% de su poblaci¨®n; con todo, el paro era end¨¦mico, sobre todo en invierno y, las condiciones de vida de los obreros, penosas.
¡°Es el representante m¨¢s eximio del pensamiento no alineado¡±
¡°Frente al C¨ªrculo Cat¨®lico, Pas¨ªn es el representante m¨¢s eximio del pensamiento no alineado¡±, recalca el historiador Lourenzo Fern¨¢ndez Prieto, coordinador de Nomes e Voces, el proyecto universitario dedicado a arrojar luz sobre las v¨ªctimas de la represi¨®n franquista en Galicia. La revisi¨®n de la figura de Jos¨¦ Pas¨ªn echa por tierra el estereotipo de la Compostela ¡°lev¨ªtica¡±, la ciudad adormecida de cl¨¦rigos e hidalgos. ¡°Es la ciudad en la que se desencadena la segunda cuesti¨®n universitaria [el conflicto cient¨ªfico sobre la introducci¨®n de la teor¨ªa darwinista en la univerisdade, que acab¨® con la expulsi¨®n de profesores krausistas de Santiago]¡±, prosigue Fern¨¢ndez Prieto. La inexistencia de un proletariado industrial, un tejido social poco proclive a la afirmaci¨®n de clase o el peso del todopoderoso Montero R¨ªos dieron lugar a un movimiento obrero ¡°peculiar¡±, configurado ¡°en sociedades de resistencia cimentadas en el orgullo de oficio, de origen gremial¡±. En 1916, Jos¨¦ Pas¨ªn fund¨® la Federaci¨®n de sociedades obreras y agr¨ªcolas de Santiago y pueblos comarcanos, a medida que la poblaci¨®n asalariada crece en n¨²mero y en la calle el ambiente se crispa. Los seis agricultores muertos y los 40 heridos por una acci¨®n de la Guardia Civil en Porto do Son, en oto?o de ese mismo a?o, no son m¨¢s que un ejemplo. El Ayuntamiento pretend¨ªa repartir el d¨¦ficit municipal entre las parroquias, decisi¨®n que encontr¨® el en¨¦rgico rechazo de los vecinos.
¡°Posibilit¨® avances que est¨¢n en riesgo por el capitalismo depredador¡±
Pas¨ªn, que con el estallido de la Guerra Civil y los 58 cumplidos escap¨® al monte durante tres a?os ¡ªatr¨¢s quedaron dos hijos fusilados, Modesto y Marcelino¡ª escribi¨® sus propias memorias, de las que pueden leerse diversos fragmentos en la obra de Pereira. ¡°Es un homenaje que debemos a los que hicieron posibles los avances sociales y laborales, los que ahora est¨¢n en riesgo por culpa del capitalismo depredador y sus servidores pol¨ªticos¡±, recalca Pereira.
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