Alta cultura
"Columnista hay que desde?a el f¨²tbol en su conjunto, por aquello de que solo se trata de veintid¨®s muchachos en calz¨®n corto persiguiendo un bal¨®n, cuando a menudo hay en ello m¨¢s inteligencia de la que se atribuye el articulista"
La distinci¨®n entre alta y baja cultura nunca ha sabido definir con precisi¨®n sus propios l¨ªmites, ya que, entre otras cosas, resultar¨ªa problem¨¢tico certificar que los espectadores contempor¨¢neos de Shakespeare eran conscientes de hallarse ante un dramaturgo cuya obra no ha sido todav¨ªa superada. En esas otras cosas mencionadas, habr¨ªa que a?adir que el eco medi¨¢tico (y econ¨®mico) de un Damien Hisrt encerrando a una vaca muerta en una urna de repleta de formol viene a decir hasta d¨®nde hemos llegado, y de una manera no muy estimulante, por cierto. Los l¨ªmites son imprecisos, y no basta con el ¨¦xito o el fracaso de una obra para consagrarla o denigrarla, en un territorio donde el paso del tiempo no puede ser criterio para apuntalar o desmantelar hip¨®tesis a menudo rudimentarias acerca del gusto, la moda o la paciencia para hacer las cosas bien hechas. A fin de cuentas no todos los habitantes de una ciudad reconocen un Vignola entre sus edificios, mientras que muchos han de conformarse con las ocurrencias de tebeo de Calatrava, incluso en Venecia.
Siendo las cosas como son, que a menudo se empe?an en ser al mismo tiempo de varias maneras distintas seg¨²n la percepci¨®n que se tenga de ellas, se dir¨ªa que el f¨²tbol dista mucho de ser un arte, sobre todo (como ocurre tambi¨¦n en el arte verdadero) en sus categor¨ªas inferiores. Sin embargo, algunos de los goles de Messi podr¨ªan tomarse como aut¨¦nticas obras de arte, y adem¨¢s inmateriales, quiero decir, un pase, una colocaci¨®n, un toque de bal¨®n que entra por la escuadra y que s¨®lo las c¨¢maras pueden capturar en todos sus detalles, aspecto ¨¦ste que a menudo se escapa a los propios espectadores de campo. Ronaldo tambi¨¦n ha hecho m¨¢s de una jugada digna de ver, pero siempre con esa contundencia demostrativa que, en mi opini¨®n, resta alg¨²n valor a lo bien resuelto en nombre de un alarde extempor¨¢neo propio de quien aspira a dejar claro de una vez por todas las cosas bien sentadas, como si se empe?ase en demostrar que es el mejor, aunque a veces no le dejen, y nunca por sus dem¨¦ritos. Y apuntar que columnista hay que desde?a el f¨²tbol en su conjunto, por aquello de que solo se trata de veintid¨®s muchachos en calz¨®n corto persiguiendo un bal¨®n, cuando a menudo hay en ello m¨¢s inteligencia de la que se atribuye el articulista. Como en el tenis: ?qui¨¦n no ha visto en Djokovic un rev¨¦s insuflado de un arte maquiav¨¦lico?
Si el arte viene a ser todo aquello que permanece en su af¨¢n de hacernos gozar (no en vano Ovidio titul¨® El arte de amar una de sus mejores obras, aut¨¦ntico best-seller a trav¨¦s de los siglos), habr¨¢ que revisar la conceptualizaci¨®n del goce o fruici¨®n art¨ªstica m¨¢s all¨¢ de los prop¨®sitos de sus expendedores y de c¨¢nones del gusto que no hacen otra cosa que delimitar las querencias m¨¢s o menos especializadas de un atento espectador.
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