Ricos cofres de palabras
El Palacio Real exhibe por vez primera su colecci¨®n de encuadernaciones hist¨®ricas En un innovador montaje, abarca desde la Edad Media hasta nuestros d¨ªas
Los libros contienen palabras y pensamientos. Tal vez, sue?os. Cuando sus textos se envuelven adem¨¢s en cofres de hechura refinada, adquieren una belleza que rezuma magnificencia y esplendor. Entonces, trascienden sus propios l¨ªmites y se convierten en signos de poder. El potencial expresivo de tales libros ha sido aprovechado por gobernantes de medio mundo para incrementar su ascendiente y distinguir su imagen.
Pero solo algunos monarcas eligieron durante siglos los libros mejor encofrados como divisa propia y timbre de distinci¨®n de sus reinados. Convocaron pues a los m¨¢s diestros artesanos, les pusieron a trabajar y optaron por coleccionar el fruto de sus labores: las encuadernaciones ricas, cargadas de significaci¨®n y percibidas como elementos de lenguaje cortesano. El Palacio Real de Madrid ha decidido sacar a la luz, por primera vez en su historia, los ejemplares mejor encuadernados de las bibliotecas de Patrimonio Nacional. Son los m¨¢s valiosos, los mejor cuidados y atesorados por la Corona y la nobleza espa?olas desde tiempo inmemorial. La muestra ha sido inaugurada esta ma?ana por la reina Do?a Sof¨ªa, acompa?ada del ministro de Educaci¨®n, Cultura y Deportes, Jos¨¦ Ignacio Wert, y por el presidente de Patrimonio Nacional, Jos¨¦ Rodr¨ªguez Spiteri.
Las obras proceden de las bibliotecas de los palacios reales de Madrid y de los monasterios de la Encarnaci¨®n, las Descalzas Reales, San Lorenzo de El Escorial y Las Huelgas, en Burgos. A salvo de desamortizaciones, su conservaci¨®n ha sido ¨®ptima. Una exposici¨®n sin precedente los exhibe hasta el pr¨®ximo mes de septiembre en once estancias de la sala G¨¦nova del palacio madrile?o.
La muestra revela la desenvuelta destreza con la que aquellos orfebres de las pieles, los metales preciosos y los dorados, los encuadernadores, desde Antonio Su¨¢rez a Antonio Sancha, armaron y cosieron con sublime tacto y elegancia los libros regios, sus cubiertas de madera forradas, tachonadas y abrochadas, sus pergaminos y mimadas paginaciones hasta convertirlas en primorosas encuadernaciones. Realzaban as¨ª, con lenguaje propio, la forma en que los pensamientos y los deseos duermen en el hond¨®n de vol¨²menes de historia, cr¨®nica, poemarios, misales, breviarios, libros de ceremonial, de horas y de rezos, elogios funerarios, rituales y a?osos librotes cuyas cubiertas y guardas, a lo largo de centurias, tan eficazmente protegieron.
Vitrinas flotantes
La exposici¨®n que ve ahora la luz, fue ideada por Mar¨ªa Luisa L¨®pez-Vidriero, doctora en Filolog¨ªa por la Universidad de Salamanca,y su innovador montaje corre a cargo por Manuel Blanco, catedr¨¢tico de la Escuela de Arquitectura de Madrid. La comisaria ha optado por seguir ¡°un relato basado en la sincron¨ªa de las encuadernaciones, no en su historia¡±, para as¨ª remarcar ¡°la propiedad del lenguaje encuadernador, que goza de una semi¨®tica espec¨ªfica y de una significativa sincron¨ªa¡±, asegura.
Grandes encuadernaciones de las bibliotecas reales
De 10.00 a 19.00. Entrada, 5 euros. Mi¨¦rcoles y jueves de 15.00 a 17.00, gratis. Del 25 de abril al 2 de septiembre. palacio real de Madrid. Calle de Bail¨¦n s/n.
En busca de un relato visual lejos de la cronolog¨ªa, pero capaz de poner de relieve el poderoso reclamo simb¨®lico, representativo y ¨¢ulico de los libros m¨¢s bellos y mejor armados, la propuesta de L¨®pez-Vidriero ha seleccionado como ¡°elementos hom¨®logos¡± e hilo conductor del discurso expositivo materiales como el terciopelo o la malaquita, con los que fueron revestidos selectos ejemplares; las ornamentaciones florales, numism¨¢ticas o imperiales; las estampaciones, orlas o grabados sobre tejas y cubiertas o los motivos de animales como las mariposas, comparecientes en libros, relojes, muebles y atriles cuya reiteraci¨®n los asocia para mostrarlos conjuntamente.
L¨®pez-Vidriero ha hallado en el arquitecto Manuel Blanco la propuesta museogr¨¢fica que necesitaba para jerarquizar ante el visitante los tesoros seleccionados: una iluminaci¨®n ensimismadora, que impregna hasta desdibujarlo el espacio palacial hasta hacer flotar los objetosy vitrinas dise?adas que ofrecen al p¨²blico la sosegada contemplaci¨®n tridimensional de las encuadernaciones en una disposici¨®n, cenital tambi¨¦n, cuya l¨®gica y eficacia deslumbra al visitante. As¨ª, una ins¨®lita vitrina flotante sobre dos semic¨ªrculos partidos de 4.90 metros de radio, sujetos a un elevado aro de acero, permitir¨¢ mostrar al p¨²blico, a la altura de sus ojos, la secuencia de valiosas encuadernaciones, como estados militares o gu¨ªas de forasteros que, s¨®lo en colecciones regias, adquieren un elevado n¨²mero de ejemplares.
Elogio del pergamino
Pablo de Andr¨¦s ha espigado y traducido la documentaci¨®n que acompa?a a cada pieza, como el n poemario Shah nameh del poeta medieval persa Mansur Ferdowsi, con 120.000 versos y 70.000 d¨ªsticos, en piel y de cierre abotonado, encuadernado en 1485 y regalo a Fernando VII en 1802 por un c¨®nsul espa?ol destacado en Constantinopla, donde lo hab¨ªa adquirido.
Una sala, entelada por Manuel Blanco de un impactante azul prusia, reproduce sobre sus muros una treintena de hierros, las marcas de encuadernador que ornamentan libros excelsos seleccionados y dispuestos a la altura de un arrimadero. Otra sala acoge los diferentes tipos de pergaminos, aqu¨ª estudiados por el experto Nicholas Pickwood, cuya importancia en la historia de la encuadernaci¨®n nadie puede subestimar. Se muestran asimismo los ajuares librescos de coleccionistas tan excelsos como el Conde de Gondomar, embajador de Felipe III en la corte inglesa de Jacobo I, en el siglo XVII, del que se exhibe una fascinante Descriptio Anglia del encuadernador flamenco Ortelius Abraham, de 1588 y un Cancionero de Palacio; o las piezas ¨²nicas del marqu¨¦s de las Navas, cortesano de Alfonso XIII, con cubiertas neog¨®ticas.
Coexisten con labores mud¨¦jares de cuero repujado por geom¨¦tricas lacer¨ªas, gofrados renacentistas de destellantes orlas o bien obras como las que decoraron, en el siglo XVII, el libro de oraciones de Isabel de Castilla, am¨¦n de las ataviadas de her¨¢ldica rom¨¢ntica. Las conteras de oro, plata y bronce que enmarcan sus motivos ornamentales, las guardas de aguas, los cantos dorados, esmaltan cada una de las encuadernaciones presentadas mientras sus historiados broches met¨¢licos, con candados y cierres de filigrana, sellan los textos de los mejores libros que poblaron los anaqueles de las bibliotecas regias. Hay adem¨¢s cuentos infantiles y juegos de cartas con los que los pr¨ªncipes aprend¨ªan geograf¨ªa, historia o her¨¢ldica.
La exposici¨®n destila un aroma de distinci¨®n, realzada con joyas como un tapiz de Bruselas del siglo XV; el episcopal San Ildefonso, de El Greco; un Scipione Pulzone del siglo XVI; pinturas del acad¨¦mico Rafael Mengs; tallas conventuales pol¨ªcromas¡Obras todas caracterizadas por la presencia de un libro bellamente encuadernado en las manos de los personajes que en las telas se representan. Culmina la exposici¨®n una sala donde se personalizan los libros m¨¢s se?eros de cada reinado, desde Isabel la Cat¨®lica hasta el rey Juan Carlos, adem¨¢s de las vistosas ediciones de los Premios anuales de Poes¨ªa Reina Sof¨ªa, de Patrimonio Nacional.
Acompa?an la muestra un texto que contiene nueve ensayos de especialistas europeos, m¨¢s un proyecci¨®n que permite ver en dos dimensiones las piezas m¨¢s relevantes, as¨ª como un cat¨¢logo electr¨®nico que suministra, a quien desee consultarlo, datos hist¨®ricos que definen cada una de las encuadernaciones exhibidas.
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