¡®Chapeau¡¯, muchacha
Siempre que llueve, escampa. Tras la tempestad viene la calma. No por mucho tempranear amanece m¨¢s madruga (?o era al rev¨¦s?). La primavera ha venido y nadie sabe c¨®mo ha sido (Rub¨¦n Dar¨ªo dixit). Y as¨ª, suma y sigue. Lo malo del asunto es que todo es verdad. Que los refranes no son sino jerogl¨ªficos con la respuesta puesta abajo en sentido invertido. La miras y en paz. Asunto resuelto. Los ciudadanos, no nos enga?emos, somos m¨¢s inteligentes que las agencias de comunicaci¨®n. Veamos. Los gobiernos inventaron eso de los globos sonda. Eso de donde dije digo, digo Diego (que Rajoy a¨²n no ha aprendido a decir pero si a hacer), lo practican todos los gobiernos. Cuando algo ocurre, no digo nada, y luego seg¨²n lo que digan los dem¨¢s digo lo que los dem¨¢s quieren que diga aunque luego haga lo que dije que iba a hacer pero que no iba a hacer. Se acuerda de aquello de ¡°yo quiero un gobierno como el de Jaume Matas en Baleares...¡± de Rajoy o su famoso ¡°depende¡± que lo mismo vale para un nublado que para un cielo sevillano.
Esa es la pol¨ªtica oficial, la que niega la evidencia, del mismo modo que la ley va siempre por detr¨¢s del ladr¨®n o las empresas de seguridad van por detr¨¢s de los robos producidos. Pero hay otra ley social. La ley social de los ciudadanos es m¨¢s concreta, m¨¢s r¨¢pida, m¨¢s humana, m¨¢s exacta que la que se deriva de las actuaciones pol¨ªticas oficiales. La muerte de I?igo Cabacas ha dejado muchas secuelas en la sociedad vasca: una familia rota, una sensaci¨®n de inseguridad, una polic¨ªa discutida (cuando es absolutamente necesaria), un rompimiento. En esos casos, los partidos suelen enredarse en la red del partido de tenis golpeando la pelota una y otra vez contra la malla en su af¨¢n desmedido de conseguir el tanto de colar una palabra, un culpable, un puesto en la pancarta de la manifestaci¨®n. Y si no lo consiguen no hay man¨ªa. O hay dos manifas. O hay tres.
La familia, los amigos de I?igo Cabacas, han demostrado que el sentimiento tr¨¢gico de la vida est¨¢ por encima del sentimiento tragic¨®mico de la pol¨ªtica. El d¨ªa que mandaron callar, en el homenaje, a los residuos de los adoquines de la izquierda abertzale, fueron m¨¢s convincentes, m¨¢s adictivos, m¨¢s eficaces, m¨¢s humanos que cualquier comisi¨®n, reuni¨®n o comunicado de cualquier partido pol¨ªtico. Lo importante en las actitudes ¨¦ticas es hacerlas a tiempo, sin pensar, con el coraz¨®n no en la boca, sino en la mano. No se puede ir m¨¢s lejos de la muerte. El dolor es la verdad. Cuando esa chica en la concentraci¨®n mand¨® callar estaba parando a los lobos del desierto. El d¨ªa que lo haga un pol¨ªtico en activo, salt¨¢ndose los pactos y los gabinetes de comunicaci¨®n, apelando al alma y la raz¨®n, entonces parecer¨¢ el ¨¢ngel fieramente humano que desapareci¨® hace ya tantos a?os. ?Chapeau, muchacha por hacerme creer en ti y en m¨ª!
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