El corredor mediterr¨¢neo necesario pero insuficiente
"La vigencia de esta ideolog¨ªa centralizadora ha conducido a un inimaginable escenario: la postergaci¨®n del corredor mediterr¨¢neo respecto a otras alternativas peninsulares, que no resisten la comparaci¨®n en cualquier an¨¢lisis"
Ni siquiera el pensamiento m¨¢s proclive a la organizaci¨®n centralista del Estado ni tampoco la deriva ligeramente decreciente del peso relativo de sus indicadores econ¨®micos autorizan a desconocer la importancia fundamental del arco mediterr¨¢neo en la realidad territorial espa?ola. Los datos m¨¢s relevantes se mantienen casi invariables desde hace 20 a?os: el peso demogr¨¢fico ha crecido cinco puntos; al tiempo, el PIB provincial conjunto y las exportaciones han descendido ligeramente, aunque se mantienen en el 37,4% y el 44,8%, unas cifras muy relevantes, teniendo en cuenta que s¨®lo ocupa el 17% del territorio nacional.
La desconcentraci¨®n pol¨ªtica y administrativa auspiciada por el proceso auton¨®mico y la exclusi¨®n de Madrid del sistema territorial m¨¢s avanzado, manifiestamente expl¨ªcita en la construcci¨®n ideol¨®gica del arco, condujo a la ruptura del sistema radial de la red viaria, propiciando la emergencia de transversalidades que otorgaban peso territorial a los espacios intermedios y, sobre todo, a las regiones perif¨¦ricas.
Madrid, adem¨¢s de haberse convertido en el escenario ¨²nico de las decisiones econ¨®micas m¨¢s relevantes, ha opuesto a esta deriva descentralizadora la construcci¨®n de un poderoso hub aeroportuario que lamina toda expectativa alternativa y consagra su condici¨®n de capital de la Europa meridional y de plataforma exclusiva para las multinacionales, dada su mejor conectividad con el norte de ?frica y con Latinoam¨¦rica, que son los mercados donde Espa?a puede tener un cierto protagonismo. Ha acompa?ado esta medida con el dise?o de una red de alta velocidad ferroviaria que restituye plenamente la radialidad e ignora del todo la conectividad perif¨¦rica, especialmente la mediterr¨¢nea. Y, a rebufo de la crisis, se ha atrevido incluso a plantear (con Aguirre como portavoz de un centralismo de resonancias serbias) la reconducci¨®n progresiva del Estado de las autonom¨ªas, justific¨¢ndolo por los evidentes excesos que han protagonizado algunas, especialmente la nuestra. Su imprescindible racionalizaci¨®n no implica de ning¨²n modo su desmantelamiento.
La vigencia de esta ideolog¨ªa centralizadora ha conducido a un inimaginable escenario: la postergaci¨®n del corredor mediterr¨¢neo respecto a otras alternativas peninsulares, que no resisten la comparaci¨®n en cualquier an¨¢lisis que tenga en cuenta la efectividad econ¨®mica, el dinamismo social y los ratios entre kilometraje necesario, por una parte, y la poblaci¨®n, el PIB y el volumen de exportaciones de los territorios concernidos por la otra. En todos estos par¨¢metros el corredor presenta resultados incomparablemente mejores, teniendo en cuenta que otras alternativas discurren por territorios demogr¨¢ficamente desertizados y productivamente d¨¦biles.
No hay, por tanto, discusi¨®n posible si la decisi¨®n atiende factores de racionalidad econ¨®mica, eficiencia territorial y l¨®gica empresarial. Lo cual ha hecho del corredor mediterr¨¢neo una reivindicaci¨®n que s¨®lo desde la atenci¨®n a intereses pol¨ªticos y empresariales capitalinos puede ser discutida o ignorada.
La obvia necesidad del corredor no debe esconder la condici¨®n de mantra redentor que ha venido adquiriendo en el reciente discurso perif¨¦rico
Pero la obvia necesidad del corredor no debe esconder la condici¨®n de mantra redentor que ha venido adquiriendo en el reciente discurso perif¨¦rico. Pues su construcci¨®n, necesaria, no evitar¨ªa tener que atender otros dos compromisos coet¨¢neos fundamentales: la obligada reconducci¨®n del sistema productivo mediterr¨¢neo hacia actividades realmente competitivas, modernizando su estructura industrial e incorporando actividades de terciario productivo (objetivos lastrados por nuestra insuficiente acumulaci¨®n de capital y deficiente formaci¨®n), y la organizaci¨®n de un sistema log¨ªstico integral ordenado desde la l¨®gica territorial y econ¨®mica y no desde la oportunidad pol¨ªtica o empresarial.
As¨ª que, siendo necesario, el corredor no es suficiente, por m¨¢s que en este pa¨ªs persista todav¨ªa la convicci¨®n de que la disponibilidad de imponentes infraestructuras de transporte es condici¨®n bastante para la creaci¨®n de un sistema econ¨®mico y cultural y una estructura productiva competitivos. Pues para conseguir tal prop¨®sito habr¨ªa que inocular y mantener en el largo plazo una ¡°cultura de esfuerzo¡± de la que hemos prescindido, pensando que los pelotazos, las ocurrencias y las excentricidades nos permitir¨ªan irla orillando.
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