Una fractura ¡°innecesaria¡±
El hombre al que un ¡®mosso¡¯ rompi¨® la tibia durante un desahucio en Salt critica la dureza policial
La lucha por evitar nuevos desahucios ha vivido una escalada de tensi¨®n en el ¨²ltimo mes en Girona. Por una parte, varias decenas de activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Por otra, los Mossos d¡¯Esquadra encargados de abrir paso a la comitiva judicial. Se han enfrentado en dos ocasiones, con distinto resultado: una victoria para la PAH en Girona y otra para el banco en Salt. Un desahucio pospuesto y una tibia rota, la de Ramon Mateu, por un pisot¨®n de un mosso. Es la primera vez que un desahucio acaba con un activista en el hospital y otros cuatro contusionados, dos de ellos atentidos por los m¨¦dicos.
El asunto de la tibia rota de Mateu lleg¨® hasta el Parlament, donde el consejero de Interior, Felip Puig, defendi¨® la actuaci¨®n policial y record¨® que los Mossos siguen ¨®rdenes judiciales. El lunes pasado, unas 70 personas bloquearon la entrada al piso del que Mohamed Bartal y su familia iban a ser expulsados en Salt. Siete unidades de antidisturbios de la polic¨ªa catalana acudieron en auxilio de la comitiva judicial. ¡°Como era el d¨ªa de Sant Jordi, compramos muchas rosas con espinas para la comitiva¡±, recuerda con sorna Mateu. ¡°Hasta me hice una foto disfrazado de drag¨®n¡±, contin¨²a.
Los mossos retiraron a los activistas del portal uno a uno. ¡°Tiraban de m¨ª e instintivamente me agarr¨¦ a los compa?eros¡±, explica Mateu. No hubo carga, pero la PAH denuncia que algunos agentes usaron las porras y ejercieron una violencia ¡°innecesaria¡±. Mateu, de 48 a?os, se llev¨® la peor parte. ¡°Un polic¨ªa me dio una patada detr¨¢s de la rodilla y continu¨® pisando hasta que me ca¨ª al suelo¡±, dice. La tibia hizo ?crac! y el hombre deber¨¢ estar entre seis y ocho semanas sin apoyar el pie.
La PAH de Girona ha ganado fuerza en los ¨²ltimos meses y sus miembros, desahuciados o a punto de serlo, sienten que no tienen nada que perder. Es el caso de Mateu, que, adem¨¢s de lidiar con el banco, ha tenido que luchar contra un c¨¢ncer de colon que ha puesto su vida patas arriba. ?l y su pareja firmaron una hipoteca en 2005 para comprar una vivienda en Olot con la idea de dividirla en tres pisos, vender dos de ellos y vivir en el tercero. Eran otros tiempos, Mateu ten¨ªa una empresa de instalaci¨®n de chimeneas y las cosas le iban bien.
Pero lleg¨® el c¨¢ncer y todo cambi¨®. ¡°Enferm¨¦ en 2007 y no pudimos terminar las reformas¡±. Tampoco vender esas dos viviendas, financiadas con una hipoteca de autopromoci¨®n a?adida a la hipoteca inicial. La carencia de la hipoteca venci¨® y la pareja no pod¨ªa hacer frente a los pagos. A Mateu le tuvieron que operar para extirpar una parte del recto y del colon. Tras el periodo de recuperaci¨®n, volvi¨® a trabajar, pero ¡°la rueda de la empresa se hab¨ªa parado¡±. Aun as¨ª, siguieron metiendo dinero en la hipoteca y buscando una soluci¨®n con el banco. ¡°La gente no deja de pagar porque s¨ª¡±, afirma ahora.
La enfermedad avanz¨® y, en septiembre de 2010, le detectaron una met¨¢stasis. Mientras le operaban por segunda vez, In¨¦s, su pareja, acud¨ªa a una reuni¨®n de la PAH en Barcelona. ¡°Lleg¨® con los papeles de la hipoteca bajo el brazo y llorando como una Magdalena¡±, recuerda Marta Afuera, portavoz de la plataforma. En ese momento surgi¨® el v¨ªnculo emocional con los activistas. ¡°Conocer a la gente de la PAH fue como una liberaci¨®n¡±, dice Mateu. ¡°Descubres que no est¨¢s solo y ganas seguridad, una sensaci¨®n de que s¨ª se pueden hacer cosas¡±.
Gracias a la PAH, la pareja ha conseguido la daci¨®n en pago de una de las hipotecas y liberar al amigo que les aval¨®. Ahora negocian con la entidad la condonaci¨®n de la deuda que persiste, mientras viven en una casa de alquiler por la que pagan 360 euros al mes.
Con la pierna inmovilizada y sentado en el sof¨¢ de su casa, Mateu dice que recibi¨® el golpe en la rodilla ¡°con una mezcla de dolor y sorpresa¡±. ¡°Lo que m¨¢s rabia me da es que no era necesario¡±. Afuera insiste en que la PAH es un ¡°movimiento pac¨ªfico¡±. Pero la polic¨ªa cumple ¨®rdenes de los juzgados, que a su vez deben ejecutar los procedimientos si las entidades bancarias no quieren negociar. La crisis avanza y con ella los desahucios. Est¨¢ por ver si el caso de Salt se queda en un hecho aislado o, por el contrario, la tensi¨®n ha llegado para quedarse.
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