Conmigo o contra m¨ª
Transcurridos cuatro meses de una legislatura, en la que la derecha dispone de mayor¨ªa absoluta, resulta evidente que el presidente del Gobierno aspira a concentrar todo el poder
Transcurridos solo cuatro meses de una legislatura, en la que la derecha vuelve a disponer de mayor¨ªa absoluta, resulta evidente que el nuevo presidente del Gobierno aspira a concentrar todo el poder, confundiendo mayor¨ªa absoluta con poder absoluto. Este proyecto expansivo y excluyente del Gobierno es, y ser¨¢ en el futuro, la causa de graves tensiones y conflictos, indeseados pero inevitables si no se produce un cambio significativo en la actitud del Gobierno.
Produce rubor, cuando se cumplen 35 a?os de vida democr¨¢tica, tener que recordar que la mayor¨ªa electoral, por muy amplia que sea, no otorga poder ilimitado, ni exime al Gobierno del cumplimiento escrupuloso de las normas, con arreglo a las cuales result¨® elegido. La mayor¨ªa electoral, que legitima para gobernar, no desposee a la oposici¨®n de sus derechos de control y cr¨ªtica al Gobierno, no autoriza a realizar presiones a los tribunales, para que ¨¦stos acomoden sus decisiones a las exigencias del guion pol¨ªtico del Ejecutivo, ni puede limitar el derecho constitucional de los ciudadanos a expresar su opini¨®n respecto a la acci¨®n del Gobierno.
Dicho en otras palabras, el Ejecutivo no puede imponer su proyecto pol¨ªtico, por muy amplio que sea su respaldo electoral, ignorando o violentando los procedimientos, instituciones y garant¨ªas contempladas en la Constituci¨®n, que son la base de la divisi¨®n y equilibrio de poderes y del Estado de Derecho. Cuando el presidente del Gobierno intenta sumar al control del poder ejecutivo, que ostenta leg¨ªtimamente, el del legislativo, judicial, medi¨¢tico o auton¨®mico, se distancia del proyecto constitucional, que los constituyentes dise?aron precisamente para que los centros de poder pol¨ªtico y social estuvieran repartidos y equilibrados, estableciendo entre ellos el correspondiente y rec¨ªproco control.
Tampoco el estilo pol¨ªtico del presidente estimula la cultura democr¨¢tica. Un dirigente que desde que sali¨® elegido escapa literalmente del control parlamentario y de la prensa; un gobernante que en solo 100 d¨ªas ha incumplido todas sus promesas electorales y que tiende a sustituir el debate democr¨¢tico por la deslegitimaci¨®n del adversario y la descalificaci¨®n pol¨ªtica y moral del discrepante (oposici¨®n, sindicatos, medios de comunicaci¨®n¡), que no tiene escr¨²pulos, al amparo de fen¨®menos sociales como la inmigraci¨®n, en promover emociones irracionales tendentes a desvirtuar las garant¨ªas del Estado de Derecho, o que identifica sus intereses con los de Espa?a y los contrapone a los derechos y libertades de sus ciudadanos, no representa precisamente un ejemplo de lealtad constitucional. No puede extra?ar, en consecuencia, la r¨¢pida y creciente contestaci¨®n social al Gobierno, con el fin de salvaguardar los derechos amenazados y restablecer el pluralismo pol¨ªtico-social y los equilibrios democr¨¢ticos y constitucionales.
N¨²?ez Feij¨®o presume frecuentemente, y con raz¨®n, de que la Xunta que preside es pionera de la pol¨ªtica que ahora desarrolla el Gobierno central. En efecto, el presidente de la Xunta dinamit¨® todos los consensos que hab¨ªan presididos la vida pol¨ªtica gallega en las ¨²ltimas d¨¦cadas (Estatuto, pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica¡), comenz¨®, bajo la denominaci¨®n de austeridad, los recortes sociales que ahora impulsa de forma enloquecida Rajoy, abri¨® el camino a la privatizaci¨®n de los servicios p¨²blicos b¨¢sicos que constituye una de las l¨ªneas fuerza del actual Gobierno del PP, controla f¨¦rreamente los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, tal como pretende hacer Rajoy con la RTVE, y la mayor¨ªa de los privados a trav¨¦s de las subvenciones, y, desde luego, no tuvo ning¨²n reparo en descalificar groseramente cualquier tipo de discrepancia con su Gobierno, procediera ¨¦sta de la oposici¨®n parlamentaria, de los sindicatos o de las instituciones sociales y culturales m¨¢s prestigiosas del pa¨ªs, invocando la mayor¨ªa social que lo respalda. Pero Feij¨®o olvida que preside el Gobierno m¨¢s d¨¦bil de los ¨²ltimos 20 a?os y que en las ¨²ltimas elecciones obtuvo un solo diputado de diferencia con la oposici¨®n y 5.000 votos menos que ¨¦sta, lo que, sin duda, le legitima para gobernar pero de ninguna manera para erigirse en el ¨²nico representante de la sociedad, negando a los dem¨¢s toda representatividad.
Conmigo o contra m¨ª. Este es el inquietante mensaje que emiten tanto Rajoy como Feij¨®o. Dudo que la democracia espa?ola pueda tolerar mucho tiempo a personajes que quieren arrebatarle sus derechos a los ciudadanos y que basan la acci¨®n pol¨ªtica en tan grosero y tosco principio. Sobre todo si la oposici¨®n asume por fin su responsabilidad.
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