Qu¨¦ poco sabemos
¡°Cuando lees y te desprendes no te haces necesariamente m¨¢s sabio, pero s¨ª m¨¢s listo: descubres lo que a¨²n desconoces, confirmas lo que no sabes¡±
Leer es una actividad de rendimiento privado. Solo, c¨®modamente instalado en tu sill¨®n orejero, te dejas llevar por la historia que otros han concebido. Es casi una rapi?a, ya que te beneficias del empe?o ajeno. A cambio pagas poco por las horas que aquellos dedicaron. Admit¨¢moslo: es escaso el esfuerzo a que te obliga para la ganancia real que obtienes. Muchos dividendos.
Pero lectura es tambi¨¦n tarea de gran provecho p¨²blico. No requiere enormes desembolsos ni exige fort¨ªsimas inversiones. Es m¨¢s, resulta una labor de mucho desprendimiento que fomenta la cohesi¨®n: al tener trato, al menor roce humano, aquello que lees acabas reparti¨¦ndolo a manos llenas. Cuando dispones de un amigo, terminas cont¨¢ndole ese libro que has disfrutado o que has padecido. Lo normal es que el destinatario no se conforme: justamente por ello, aquel que escucha con paciencia responder¨¢ larg¨¢ndote un parlamento equivalente, referido por ejemplo a la novela que le entretuvo meses atr¨¢s, al poema que le conmovi¨® o a la investigaci¨®n que le hizo m¨¢s sabio.
Digo estas cosas y, la verdad, he de corregirme. Cuando lees y te desprendes no te haces necesariamente m¨¢s sabio, pero s¨ª m¨¢s listo: descubres lo que a¨²n desconoces, confirmas lo que no sabes. ?Acaso ese listo es el astuto que no precisa ayuda? No. Es un avispado: le ha picado la curiosidad y justamente por ello va averiguando todo lo que no conoce ni llegar¨¢ a colmar. Se pone manos a la obra, a las obras, para llenar los huecos.
Y entonces ocurre la paradoja: al leer m¨¢s ¡ªal auparse, al subirse a lomos de gigantes para ver lejos o mejor¡ª ahonda el agujero, lo agranda. ?Un agujero? Ese vano no es un vac¨ªo: es la base o el cimiento sobre el que se levanta lo poco que aprenderemos. No se preocupen. Volveremos a empezar. A qui¨¦n le importa lo poco que sabemos, lo poco que entendemos: experimentamos ese cosquilleo, ese hormigueo que nos provoca lo que averiguamos, lo que s¨®lo sospechamos.
En fin, nos pasa lo que entonaba Frank Sinatra en aquella bell¨ªsima pieza: (How Little It Matters) How Little We Know. Escuchas la canci¨®n y confirmas que habla de la pareja, del otro: tan inexplicable, tan inabarcable, alguien que crees conocer y que a¨²n est¨¢ por explorar. Avanzas con plano. Pero tambi¨¦n podr¨ªamos interpretar dicha letra como una alegor¨ªa del roce humano, de la qu¨ªmica amistosa. Cuando leemos, nos adentramos, frotamos el cerebro con la imaginaci¨®n ajena, y de esa friega o refriega salimos transformados. ?A¨²n nos queda un inmenso territorio por rastrear? No importa lo mucho que ignoramos.
Acudan a la Feria del Libro de Valencia. All¨ª les proporcionar¨¢n las letras. ?No sienten ya el hormigueo, ese cosquilleo? ?S¨ª? Pues los roces y las m¨²sicas los ponen ustedes.
Qu¨¦ poco sabemos.
http://blogs.elpais.com/presente-continuo/
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