?Cu¨¢ndo se jodi¨® el periodismo?
La salida es mantener la esencia de la profesi¨®n, pero es dif¨ªcil con menos periodistas y peor pagados
Cuando caemos en el viejo vicio endog¨¢mico de hablar de la profesi¨®n, suelo hacerme el nost¨¢lgico afirmando que el periodismo empez¨® a torcerse con la aparici¨®n del fax y el software de edici¨®n. El fax ¡ªy los gabinetes de prensa al otro lado de la l¨ªnea¡ª porque ya no hab¨ªa que salir a buscar noticias, sino que las noticias ¡ªo algo que se le parec¨ªa¡ª ven¨ªan a ti, y lo que hab¨ªa era que despejarlas. Los programas de edici¨®n porque abrieron el camino a que los periodistas se fuesen encargando cada vez de m¨¢s tareas ¡ªy de partes al¨ªcuotas de puestos de trabajo de otros¡ª adem¨¢s de la ya ardua de escribir para que se entienda.
Por supuesto, no es cierto. O m¨¢s bien no es completamente cierto. Cualquier avance t¨¦cnico ha supuesto una considerable ayuda en la tarea de enterarse de lo que pasa y cont¨¢rselo a la mayor cantidad de gente posible. Empezando por los ordenadores y continuando por los tel¨¦fonos m¨®viles. E Internet es lo mejor que nos ha pasado a los periodistas desde que estoy en esto. Desde la ventaja ¡ªadmito que pedestre¡ª de no tener que llamar a un amigo que sepa de cine o de alem¨¢n para preguntarle c¨®mo se escrib¨ªa Schwarzenegger, a su inmenso potencial de manejo de fuentes y de interacci¨®n con los lectores, y a sus enormes posibilidades de difusi¨®n y democratizaci¨®n de los contenidos. Incluso es una excelente oportunidad para los editores. Estoy bastante seguro de que Henry Ford cambiar¨ªa gustoso la cadena de montaje por un sistema que le permitiese poner un coche en casa del cliente solo con concebirlo, dise?arlo y enviarle los planos, sin tener que fabricarlo, transportarlo y pagar la comisi¨®n del concesionario.
Claro que todav¨ªa dependemos en buena medida de la cadena de montaje, mientras gran parte de la clientela quiere el producto en casa y al momento, y se ha acostumbrado a tenerlo gratis. Estamos en la inc¨®moda e inquietante situaci¨®n de tener un pie en el pasado, otro en el futuro y en medio un abismo que se va ensanchando. A un lado, los gacetosauros que solo conciben el periodismo si hay un quiosquero en el proceso, y al otro los ciberflautas que proclaman que los periodistas ya no tenemos la exclusiva de la informaci¨®n (y en cuyos timelines, evidentemente, no hay ning¨²n contenido informativo de elaboraci¨®n propia). Por supuesto que la soluci¨®n, ni siquiera un atisbo, no la leer¨¢n aqu¨ª, e incluso los periodistas deber¨ªamos ir asumiendo que si supi¨¦semos algo de modelos de negocio, que es de lo que se trata, no nos dedicar¨ªamos a lo que nos dedicamos.
S¨ª se supone que la salida est¨¢ en el mantenimiento de las esencias del periodismo. Yo tambi¨¦n lo creo, pero las invocaciones a la dignidad de la profesi¨®n suenan tan ret¨®ricas, tan sinceras y tan efectivas como las proclamas a favor de la paz mundial de las participantes en los concursos de misses. De entrada porque es dif¨ªcil apostar por el periodismo con menos periodistas, peor pagados y con menos medios. (Se ve en las ediciones digitales, que pese a su mayor ductilidad, no suelen ganar en rigor a las impresas, quiz¨¢ porque en ¨¦stas las meteduras de pata duran como m¨ªnimo un d¨ªa, o toda la vida en las hemerotecas). Y en cuesti¨®n de actitud profesional, los buenos viejos tiempos parecen aquellos en los que Kirk Douglas ped¨ªa trabajo en El gran carnaval: ¡°Soy un periodista de 250 d¨®lares a la semana. Se me puede contratar por 50. Conozco los peri¨®dicos por delante y por detr¨¢s, de arriba abajo. S¨¦ escribirlos, publicarlos, imprimirlos, empaquetarlos y venderlos. Puedo encargarme de las grandes noticias y de las peque?as. Y si no hay noticias, salgo a la calle y muerdo a un perro. Dej¨¦moslo en 45¡±.
Quiz¨¢ tendr¨ªamos que admitir que el principal problema del periodismo actual es que en muchos casos ha pasado de conformar una visi¨®n de la sociedad a deformarla. Un periodista puede decir que ha visto un vaso con agua, medio lleno, o medio vac¨ªo, o incluso como dec¨ªa con precisi¨®n gallega Eduardo Losada (padre de Ant¨®n), medio vaso muy lleno. Puede precisar que contiene presuntamente agua, o afirmar que lo es atribuy¨¦ndolo a una fuente (informativa), o incluir declaraciones que sostienen que es ginebra. U optar, como el Bartleby de Melville, por el ¡°preferir¨ªa no hacerlo¡±. Pero no puede decir que no hay vaso, o que no contiene un l¨ªquido incoloro. Al consejo c¨ªnico de Mark Twain ¡ª¡°conoce primero los hechos y luego distorsi¨®nalos cuanto quieras¡±¡ª ya le sobra la primera parte, porque cada vez m¨¢s, en lugar de dar argumentos, se trata de proporcionar munici¨®n a entusiastas de la contienda. Incluso de acometer, progresivamente con m¨¢s entusiasmo, el noble papel de observador en su acepci¨®n militar: el que localiza los objetivos y proporciona su situaci¨®n al tipo del ca?¨®n. Aquello de Arthur Miller de que un buen peri¨®dico es una naci¨®n habl¨¢ndose a s¨ª misma ha degenerado, como se comprueba en algunas portadas y en la secci¨®n de comentarios de las ediciones digitales, en que cada vez m¨¢s son una parte de la naci¨®n despotricando a gritos contra otra. Y a despotricar siempre habr¨¢ quien nos gane. @sihomesi
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