El aire enraizado de un esp¨ªritu vitalista
Unos 600 fieles aplaude en Joy Eslava haciendo la empat¨ªa ilustrada de Santiago Auser¨®n
En estos formatos menudos que ahora tanto se estilan, nunca queda claro si el artista busca el abrazo de un entorno intimista o la f¨®rmula para sacarle provecho a la precariedad en estos a?os de penurias. Juan Perro es hombre de musicalidad rica y luminosa, as¨ª que el formato de dos guitarras y voz, a d¨²o con el maestro zurdo Joan Vinyals, se antoja algo parco y frustrante. Pero la cercan¨ªa con la platea es un hecho. Incluso cuando, nada m¨¢s acabar el primer tema, a Juan se le declara un cable en rebeld¨ªa y aprovecha para sacarse de su elegante sombrero negro un guaguanc¨® sobre mujeres bellas y peligrosas.
El heter¨®nimo medio cubano y medio sure?o de Santiago Auser¨®n ha atinado con un nombre socarr¨®n, de puro parad¨®jico, para esta nueva gira: Casa en el aire. ¡°Es el lugar donde llevamos echando ra¨ªces estos ¨²ltimos 20 a?os¡±, adujo ¨¦l, aunque hoy esas et¨¦reas residencias m¨¢s parezcan met¨¢fora de la incertidumbre a la que nos abocaron los tiempos (perros, nunca mejor dicho). Cuando la vida se pone cuesta arriba conviene abrir las ventanas y aventar los esp¨ªritus. O eso parece explicarnos Santiago con el repertorio vitalista de su ¨²ltimo trabajo, R¨ªo negro, medio yanqui y acaso inspirado en el resurgir de Nueva Orle¨¢ns tras la hecatombe. Canciones que prenden en la memoria porque, como tantas otras veces en la trayectoria de Juan Perro, son tan fieles a los c¨¢nones populares que las podr¨ªamos haber escuchado mucho tiempo atr¨¢s.
Cerca de 600 fieles aplaudieron en la Joy Eslava un espect¨¢culo que sortea el peligro de la reiteraci¨®n con la habilidad de Auser¨®n para la empat¨ªa ilustrada. Acab¨® enrabiet¨¢ndose el antiguo l¨ªder de Radio Futura cuando la t¨¦cnica insisti¨® en sublevarse en Obstinado en el error, pero la segunda lectura de este tema fue, de tan corajuda, lo mejor de la noche. Por lo dem¨¢s, nuestro licenciado en Filosof¨ªa no quiere (ni debe) renunciar a esos destellos de lucidez que le distinguen de las median¨ªas: el homenaje a la bisabuela Inocencia, la que le espetaba ¡°Quita de ah¨ª, poco talento¡±; el bell¨ªsimo tributo a Joe Strummer en Jos¨¦ Rasca (¡°Le pidi¨® fuego la muerte / y le dio el encendedor¡±) o la riqueza mel¨®mana de sus citas: El carro bebe de Compay Segundo, pero termina apelando a Don't let me be misunderstood, y el rock sure?o que destila R¨ªo negro no desentonar¨ªa en los primeros vinilos de Little Feat o Doobie Brothers.
A sus casi 58 a?os, Juan Perro puede permitirse el lujo de ir por libre. El mirlo del pruno parece una pieza afroperuana de Susana Baca y la in¨¦dita ?mbar indaga en el mundo de los insectos, otra constante en el folclor sudamericano. Hacia el final de la velada anunci¨® la inminencia de un nuevo proyecto, Juan Perro y la Zarabanda, del que adelant¨® una lectura de Flamingo, el est¨¢ndar que populariz¨® Duke Ellington. No parece el registro m¨¢s natural para Juan Perro, pero lo explorar¨¢ como le plazca. Y har¨¢ bien.
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